Giovani sabía que tenía que ser gentil y tener mucha paciencia. Su esposa era virgen, y lo que menos deseaba era que ella tuviera una experiencia dolorosa. Eso quizás no era algo que estaba del todo en sus manos, pero intentaría que su sufrimiento fuera el menos posible. Su himen ya había sido roto pero la penetración era completamente nueva para ella y él no era precisamente pequeño, así que debía ir lento.Una de sus manos acarició la parte interna del muslo de ella mientras la otra la movió sacando sus dedos del sexo húmedo dejando un hilo cristalino. Estaba lista, excitada, dilatada. Era el momento perfecto y él mismo no sabía si podía seguir aguantando, su miembro también palpitaba de la emoción.-Voy a entrar- alzó la cabeza y su mirada se encontró con la de Isabela.Ella se mostraba un poco vacilante, pero sobre todo era por los nervios. Mordía su labio inferior y él temía que se lo rompiera y tuviera que salir corriendo para atenderla. Aunque había comenzado su tratamiento no
2 años después.Allen tocó la puerta del cuarto de Giovani mientras se frotaba los ojos. No recibió respuesta, pero aun así la puerta no tenía seguro pasado, eso significaba que podía entrar. Y lo hizo.En las últimas semanas había tenido algunas pesadillas efecto secundario y temporal del tratamiento que estaba llevando para mejorar su salud, y aunque Isabela dormía con él cuando se lo pedía no podía quitarle todo el tiempo de estar con su esposo, y padre. El problema era que, si despertaba debido a esas pesadillas a mitad de la noche estando solo después no podía volver a dormir, aun cuando Kiki estaba con él.Sus padres ya habían pensado en esas posibilidades y por eso estaba ahí. Cerró la puerta detrás de su espalda después que el Golden retriever entró detrás de él, y caminó en dirección a la cama. Y era automático. Giovani tenía el sueño ligero y alzó la cabeza al sentirlo.-Tuviste pesadillas de nuevo- se sentó en la cama corriendo el cabello hacia atrás.Allen asintió un poco
Isabela miraba del hombre sentado frente a ella a los papeles en sus manos. Podía asegurar en ese momento que tenía una mina de oro en sus dedos que no podía desaprovechar, sobre todo porque necesitaba ese dinero y no precisamente para ella misma. Sentía la mirada de aquel atractivo hombre sobre sí, casi como una presión para que acabara de firmar, pero ella no era estúpida ni se dejaría conquistar tan fácilmente por ese rostro hermoso y varonil.Ella… tenía prioridadesAdemás, lo más importante, si le iban a pagar una buena suma por sus servicios, unos cuantos ceros más no vendrían mal.El contrato que ella había leído era bastante simple, corto, pero preciso.Primero y más importante, ser virgen. Eso era lo imprescindible. Ella lo era con sus 24 años. Extraño dirían algunos para la actual sociedad, pero ella
Isabela miraba la foto enmarcada y rodeada de flores de su mejor amiga. Aris Market, una chica de una familia adinerada que había escapado de su casa a muy joven edad, siguiendo una vida loca y que había muerto muy joven. Porque si, se encontraba en su funeral. Rodeada de personas que no conocía, que murmuraban cosas desagradables sobre su amiga, aun cuando no conocían todo por lo que había pasado. Una chica hermosa, con un característico cabello rizado que llamaba la atención por donde quiera que pasaba, pero por dentro se destruía día por día hasta que la encontró en la bañera, con su cabello danzando sobre el agua y sus venas cortadas. Ya era demasiado tarde. Isabela se había quedado impactada cuando la encontró. Sabía de sus problemas, de sus debilidades, pero nunca pensó que se rendiría tan fácilmente. Pero era de esperarse para chicas como ellas que apenas acababan de cumplir los 18 años pudieran flaquear cuando la presión era demasiada. Más Isabela, a pesar de su dolor, querí
Giovani Lexon, revisaba una y otra vez los documentos sobre su escritorio, en su inmensa con una mueca insatisfecha en su rostro. Las fotografías que mostraban los cuerpos de mujeres no eran precisamente de su gusto, pues siempre tenían un pero. No era un hombre extravagante y exquisito, pero podría darse el gusto gracias a su estatus en la sociedad, era que al menos, si se iba a casar quería que la mujer que estuviera a su lado, aun si fuera por contrato, le agradara en todos los sentidos, iba a estar compartiendo con ella unos meses antes de volver a divorciarse, tenía que caerle bien para aguarla.-No le agrada nadie- Kamil su guardaespaldas a su lado, parado con las manos detrás de su espalda alzó la mirada y soltó un suspiro.Tiró las carpetas con desdén sobre la mesa y enfocó al hombre que se encargaba de mantener su seguridad. Kamil era su amigo desde que eran casi niños. Sus pad
Giovani había planificado ir al área vip, o reservar alguna sala, pero al ingresar se encontró que era una zona amplia con muchas mesas y sillas por todos lados, y más de la mitad de ellas estaban ya ocupadas. Una vena palpitó en su sien. Definitivamente ese no era un buen lugar. El bullicio y las conglomeraciones lo podían de mal humor.-Al final hay una mesa libre, no lo molestaran- Kamil lo conocía suficiente para saber cómo se estaba sintiendo.Asintiendo la encontró con la mirada cuando…-Ceooooooooo- un grito se escuchó por encima de los demás sonidos y toda la atención de la sala recayó en él.Bueno, era de esperarse, además de que lo llamaran de esa forma, no todos los días, un hombre trajeado, elegante, y guapo como el demonio, como él ingresaba a ese tipo de lugares. Pudo jurar que muchas de las mujeres de la zona se lo d
Sus empleados pudieran haber estado intentado sacarle conversación, intentando interactuar con él, pero quien realmente Giovani quería que lo mirara apenas si había alzado la cabeza de su celular. ¿Qué demonios estaba mal con esa mujer? Acaso no había sentido el peso de su mirada hasta el momento. Porque hasta la había desnudado con la imaginación. Sin, embargo, no. Ni siquiera le había dado una ojeada a él. Lo que ella estuviera haciendo en el celular era mucho más importante que él y la reunión. Incluso había notado cuando ella había hecho el intento de levantarse y había sido agarrada por su compañera a su lado, volviendo a dejarla sentada. Se notaba realmente incómoda con aquello. -Estás realmente interesado en ella- Kamil a su lado le susurró obviando a la mujer que a su lado le intentaba sacar conversación insistentemente. Giovani tomó no sabía que sorbo de su vaso. Por increíble que fuera ya llevaba una botella por la mitad. Variar de sabores refinados a algunos más densos no
Isabela más que cansada estaba obstinada. Tantas cosas sobre sus jóvenes hombros la hacían sentir como si tuviera 50 años y para colmo tuvo que aguantar que todos se burlaran de ella como si fuera un fenómeno en pleno siglo 21, incluso con el presidente de su compañía presente. Por suerte, dadas las situaciones por las que había cursado en su pasado ya no se avergonzaba tan fácilmente.Ahora, solo tomaría un taxi, llegaría a su casa, vería a su personita especial y su noche volvería a ser lo medianamente feliz que ella se podía permitir. Aun si estaba tan agotada que sus ojos que sus párpados se cerraban. Definitivamente no debía había tomado ese vaso de alcohol. De seguro sería reprendida una vez estuviera en su casa.Alzó la mano cuando por fin encontró un taxi a lo lejos, esa noche el tráfico estaba terriblemente atestado