Isabela miraba del hombre sentado frente a ella a los papeles en sus manos. Podía asegurar en ese momento que tenía una mina de oro en sus dedos que no podía desaprovechar, sobre todo porque necesitaba ese dinero y no precisamente para ella misma. Sentía la mirada de aquel atractivo hombre sobre sí, casi como una presión para que acabara de firmar, pero ella no era estúpida ni se dejaría conquistar tan fácilmente por ese rostro hermoso y varonil.
Ella… tenía prioridades
Además, lo más importante, si le iban a pagar una buena suma por sus servicios, unos cuantos ceros más no vendrían mal.
El contrato que ella había leído era bastante simple, corto, pero preciso.
Primero y más importante, ser virgen. Eso era lo imprescindible. Ella lo era con sus 24 años. Extraño dirían algunos para la actual sociedad, pero ella tenía eso… prioridades. Tener sexo casual o una pareja en su muy limitado tiempo no estaba entre sus planes.
Y ahí venía el segundo punto, ser soltera. También cumplía con eso.
Tercero fingir ser su prometida por dos semanas, donde sería presentada a la familia de su prometido ficticio. Después del casamiento, a los dos meses y cumplido el objetivo del contrato vendría un divorcio bien sustancioso, donde ella recibiría una buena suma de dinero.
3 millones de dólares para ser más específicos.
Lo mejor de todo es que en ese tiempo ella tendría que mantenerse virgen y hasta le harían una inspección cuando el plazo de los dos meses se cumpliera dentro del matrimonio, una condición un poco extraña, pero quien era ella para opinar, al menos, el sexo no estaba de por medio. Así que despertar desnuda en la misma cama con ese hombre no era estaría en el futuro cercano, porque dado el tamaño de él y la forma de su cuerpo, como que alguien perdería algo más que la virginidad y no podía darse el lujo de terminar en un hospital. Porque si así de grande era su cuerpo, como sería...
«Céntrate Isabela» se dijo mentalmente.
Ahora era momento de sacar provecho, pero sabía que decirlo directamente no sería una buena alternativa. No era graduada de economía con por gusto. Conocía muy bien cómo administrar el dinero, sobre todo sumas tan grandes como aquellas. Y si por casualidad pensaban que ponerle el documento en otro idioma funcionaría para salirse con la suya y aprovecharse de ella, estaban muy equivocados.
Era joven, no inepta. Aprendía muy rápido.
-Hay algunas cosas que me gustaría añadir- dejó los papeles delante de la mesa.
Notó que la ceja oscura del hombre delante de ella se alzó elegantemente, no afectando su imagen atractiva. A su lado el abogado se puso nervioso mas no habló. Su trabajo no era ser mediador.
Isabela frunció los labios antes de hablar.
-¿Podría darme una hoja y un papel? Quisiera agregar algunas cosas al contrato que creo, son imprescindibles, al menos para mi persona.
El hombre frente a ella se removió algo incómodo en su asiento, después de todo, el contrato de por sí ya era bastante generoso. Y sin muchas exigencias hacia ella.
-¿Qué más vas a poner? No es suficiente con tres millones solo por fingir ser mi esposa por muy poco tiempo. Ni siquiera exijo que cumplas tus tareas maritales- su voz sonaba grave, ligeramente molesta. Por lo visto estaba acostumbrado a que las cosas salieran como a él le gustaba.
Pero Isabela solo sonrió agarrando el papel que le ofreció el abogado que sudaba notablemente. La tensión se sentía en el aire.
-Sí, es una suma generosa, pero no es la primera vez que trato con contratos y hay algunas cosas que faltaron, después de todo, quien garantizar mi seguridad en estas cuatro paredes durante ese tiempo. Usted mismo lo dijo, tengo que vivir aquí durante todo ese tiempo y estoy segura de que las personas a mi alrededor, incluyendo las de la empresa, me mirarán raro por estar saliendo con el Ceo de esta. ¿No cree? -ella le sonrió de lado al hombre, corriendo un mechón de cabello rojizo detrás de su oreja.
-Yo lo haré- respondió con confianza el hombre.
Ella alzó una ceja incrédula. Si, como no.
-Tiene mucha confianza, pero eso no me es suficiente- para su corta edad Isabela había aprendido muy bien que ni siquiera en la familia se podía confiar. Por lo que comenzó a escribir mientras decía lo que ponía.
-Durante el tiempo vigente del contrato y hasta que nos divorciemos, por cada caricia serán 200 dólares, por cada agarre de mano 300, por cada beso 1000- veía como el azul de los ojos del hombre se volvía oscuro- No me mire así, tengo que llegar virgen al divorcio y sé que no me pondrá la mano encima, pero en público de seguro tendrá que hacer muestras de afecto, y aquí es cuando se aplica esto. Eso o denuncia por acoso- ella alzó los hombros con desinterés- Puede elegir. Anuncio que estoy abierta a propuestas.
No mentiría si dijera que su corazón martilleaba en su pecho nervios. Era alguien dura, pero acostumbrada a ganarse el dinero por ella misma, por lo que tratar con una situación así no era algo fácil.
-Está bien-la afirmación de él la sorprendió en un momento porque este hombre era todo menos sumiso y permisivo. Se notaba que estaba desesperado.
-Otras cosas más- ella siguió añadiendo, faltaba lo más importante. Notó que el hombre solo la escuchaba- 2000 dólares por cada insulto de algún miembro de su familia a mi persona, 5000 por cada golpe que de seguro alguno vendrá, no soy ingenua y 10 000 por cada intento de asesinato. Estamos hablando de que hay más personas luchando por la herencia, algún tiro puede venir desapercibido, hay que ser precavido en estos tiempos y no tengo intención de morir joven- hablaba con una sonrisa en sus labios que hizo sentir incómodos a los hombres en la sala- Y lo último, su novia no debe estar rondando las cercanías, primero, porque su plan se puede ir por la borda, y segundo, no tengo intenciones de caer en las garras de una gata celosa cuando lo que tenemos es simplemente profesional. Capaz que me lance por la escalera. No, no, no. Si desean verse, háganlo fuera de aquí en algún hotel caro de esos que puede pagar. Lo digo por el bien de todos.
Alzó la cabeza después de terminar de escribir con su rostro claro. En cambio, el del Ceo estaba totalmente sombrío.
-Muchas exigencias- su voz salió sumamente grave. Sus dedos golpeaban repetidamente el reposa manos del butacón estilo Luis XVII que costaba más que una casa.
-Para nada- ella inclinó la cabeza dejando que los mechones de su cabello recogido en un grueso moño- Solo estoy evitando salir en peores condiciones de las que voy a entrar. Usted es rico, he controlado las finanzas de personas con el status de usted y he visto lo suficiente para saber que debo tener cuidado. Solo serán unos pocos miles de más si todo va tranquilo. No creo que a su bolsillo le duela-
El Ceo entrecerró los ojos, pero al final suspiró.
-Agréguelo al contrato- le dijo al abogado que pronto comenzó a escribir en la laptop el resto de los puntos.
Durante esos minutos el silencio fue absoluto en la sala. Nadie hablaba. Simplemente, el hombre y la mujer se miraban tranquilamente, uno con un rostro serio, la otra con una leve sonrisa, como si aquella situación no la incomodase, as pesar de que tenía los nudillos blancos de apretar el borde de la cartera.
Después de unos veinte minutos, Isabela estaba firmando el nuevo contrato donde ella sería la más beneficiada. Si todo iba bien en menos de un año, sería millonaria. Quien pudiera quejarse de eso. Ella no.
Así que cuando dejó el bolígrafo sobre la mesa se enderezó y le sonrió más ampliamente a quien era su jefe en la empresa donde ella trabajaba.
-Bueno, desde ahora somos socios. Espero que trabajemos bien juntos fuera de la empresa.
El Ceo se levantó acomodándose el traje hecho a medida y que se amoldaba a su amplia espalda y estrecha cintura. Sus ojos no la dejaban ir. Un brillo inusual bailaba en ellos.
-Prepara todo, dentro de tres días irán a buscar tus cosas para que te mudes a esta mansión- él dijo sin más.
Isabela se levantó y asintió con la cabeza, teniendo que alzarla para ver su rostro. Él debía medir como mínimo 1,90.
-En ese caso me voy, tengo algunas cosas que hacer y debo empezar a empacar rápido.
En eso su celular sonó. Lo sacó del bolso, un teléfono bastante viejo que apenas daba intimidad cuando se hablaba y donde la pantalla estaba toda desgastada, incluso tenía teclistas. El hombre se preguntó porque no tenía un equipo más moderno.
-Hola- Isabela respondió tranquilamente.
-Hola, señora Smit. La llamamos porque su hijo tiene fiebre de nuevo, ¿podría pasar a buscarlo antes de la hora normal?
La sonrisa del rostro de Isabela se desvaneció completamente.
-Voy para allá- y simplemente colgó.
Fue a guardarlo, pero una mano se envolvió alrededor de su muñeca y fue tirada hacia adelante.
-Acaso me estás engañando- él sonaba muy molesto- ¿Hijo?-
Isabela no se dejó intimidar y agitó la mano para soltarse y retroceder. Se acomodó la cartera sobre su hombro.
-No lo he engañado. Usted necesita que fuera virgen, así que no hay problema con eso, lo puede comprobar ahora mismo, aunque nunca se dijo en el contrato que estaba prohibido que tuviera hijos- la sonrisa volvió a posarse en sus labios- Así que espero que le gusten los niños, Ceo.
Y diciendo eso, simplemente dio media vuelta y salió por la puerta de la mansión, dejando al hombre más confundido de lo que pudiera imaginar. Esta vez habían sido más inteligente que él.
Isabela dejó salir todo el aire de sus pulmones cuando sintió la puerta cerrarse a su espalda. Ufff, lo había hecho. Ahora solo necesitaba pensar en recoger a su hijo y tener una carga de energía porque sentía que había perdido 10 años más. Nada que 3 millones no pudiera solucionar
Isabela miraba la foto enmarcada y rodeada de flores de su mejor amiga. Aris Market, una chica de una familia adinerada que había escapado de su casa a muy joven edad, siguiendo una vida loca y que había muerto muy joven. Porque si, se encontraba en su funeral. Rodeada de personas que no conocía, que murmuraban cosas desagradables sobre su amiga, aun cuando no conocían todo por lo que había pasado. Una chica hermosa, con un característico cabello rizado que llamaba la atención por donde quiera que pasaba, pero por dentro se destruía día por día hasta que la encontró en la bañera, con su cabello danzando sobre el agua y sus venas cortadas. Ya era demasiado tarde. Isabela se había quedado impactada cuando la encontró. Sabía de sus problemas, de sus debilidades, pero nunca pensó que se rendiría tan fácilmente. Pero era de esperarse para chicas como ellas que apenas acababan de cumplir los 18 años pudieran flaquear cuando la presión era demasiada. Más Isabela, a pesar de su dolor, querí
Giovani Lexon, revisaba una y otra vez los documentos sobre su escritorio, en su inmensa con una mueca insatisfecha en su rostro. Las fotografías que mostraban los cuerpos de mujeres no eran precisamente de su gusto, pues siempre tenían un pero. No era un hombre extravagante y exquisito, pero podría darse el gusto gracias a su estatus en la sociedad, era que al menos, si se iba a casar quería que la mujer que estuviera a su lado, aun si fuera por contrato, le agradara en todos los sentidos, iba a estar compartiendo con ella unos meses antes de volver a divorciarse, tenía que caerle bien para aguarla.-No le agrada nadie- Kamil su guardaespaldas a su lado, parado con las manos detrás de su espalda alzó la mirada y soltó un suspiro.Tiró las carpetas con desdén sobre la mesa y enfocó al hombre que se encargaba de mantener su seguridad. Kamil era su amigo desde que eran casi niños. Sus pad
Giovani había planificado ir al área vip, o reservar alguna sala, pero al ingresar se encontró que era una zona amplia con muchas mesas y sillas por todos lados, y más de la mitad de ellas estaban ya ocupadas. Una vena palpitó en su sien. Definitivamente ese no era un buen lugar. El bullicio y las conglomeraciones lo podían de mal humor.-Al final hay una mesa libre, no lo molestaran- Kamil lo conocía suficiente para saber cómo se estaba sintiendo.Asintiendo la encontró con la mirada cuando…-Ceooooooooo- un grito se escuchó por encima de los demás sonidos y toda la atención de la sala recayó en él.Bueno, era de esperarse, además de que lo llamaran de esa forma, no todos los días, un hombre trajeado, elegante, y guapo como el demonio, como él ingresaba a ese tipo de lugares. Pudo jurar que muchas de las mujeres de la zona se lo d
Sus empleados pudieran haber estado intentado sacarle conversación, intentando interactuar con él, pero quien realmente Giovani quería que lo mirara apenas si había alzado la cabeza de su celular. ¿Qué demonios estaba mal con esa mujer? Acaso no había sentido el peso de su mirada hasta el momento. Porque hasta la había desnudado con la imaginación. Sin, embargo, no. Ni siquiera le había dado una ojeada a él. Lo que ella estuviera haciendo en el celular era mucho más importante que él y la reunión. Incluso había notado cuando ella había hecho el intento de levantarse y había sido agarrada por su compañera a su lado, volviendo a dejarla sentada. Se notaba realmente incómoda con aquello. -Estás realmente interesado en ella- Kamil a su lado le susurró obviando a la mujer que a su lado le intentaba sacar conversación insistentemente. Giovani tomó no sabía que sorbo de su vaso. Por increíble que fuera ya llevaba una botella por la mitad. Variar de sabores refinados a algunos más densos no
Isabela más que cansada estaba obstinada. Tantas cosas sobre sus jóvenes hombros la hacían sentir como si tuviera 50 años y para colmo tuvo que aguantar que todos se burlaran de ella como si fuera un fenómeno en pleno siglo 21, incluso con el presidente de su compañía presente. Por suerte, dadas las situaciones por las que había cursado en su pasado ya no se avergonzaba tan fácilmente.Ahora, solo tomaría un taxi, llegaría a su casa, vería a su personita especial y su noche volvería a ser lo medianamente feliz que ella se podía permitir. Aun si estaba tan agotada que sus ojos que sus párpados se cerraban. Definitivamente no debía había tomado ese vaso de alcohol. De seguro sería reprendida una vez estuviera en su casa.Alzó la mano cuando por fin encontró un taxi a lo lejos, esa noche el tráfico estaba terriblemente atestado
La mujer lo miró fijamente con los ojos demasiado abiertos. Parecía conmocionada.-Por eso le pedí ir en mi auto, este no es un tema para hablar en medio de la calle- Giovani descansó el eso sobre uno de sus pies.-Espere, espere. Todavía mi mente se está reiniciando- ella se palmeó la sien y el hombre casi suelta un bufido ante la acción de ella. Era una chica impredecible después de todo y era divertido ver sus cambios de carácter. Primero molesta como una fiera, después intransigente como una pared, después curiosa como una ardilla y por ultima confundida como una cachorrita.-Es lo que le decía, no tiene mucha ciencia. Necesito que usted finja ser mi novia una semana, después mi esposa durante dos meses y después de eso nos divorciaremos, yo con mis problemas resueltos y en tus manos estarán 3 millones de dólares. No está nada mal. Y
El reloj no había marcado las 3 de la mañana cuando Isabela se tuvo que levantar e ir corriendo hacia el baño. Su estómago se revolvía de forma dolorosa y apenas llegó al inodoro antes de devolver todo lo que había en su estómago. Su mundo comenzó a revolverse con cada arcada y contracción de su abdomen. Dios, era realmente doloroso.En medio de todo aquello escuchó como la puerta del cuarto de Allen se abría y ella empujo con su pie la puerta del pequeño baño para cerrarla. No quería que la viera en esas condiciones. Solo lo preocuparía más.No faltó muchos segundos antes de que Allen estuviera tocando con voz angustiada del otro lado.-Bela ábreme, Bela, Bela-Pero ella no lo hizo. Apenas levantó la cabeza para decir con una voz quebrada.-Vuelve a dormir, esto pasará pronto. Ya sabíamos que pas
Isabela dejó a Allen en la escuela como todas las mañanas y se dirigió a la empresa. Habían pasado tres días desde que había tenido la conversación con su insistente jefe y después de eso se había ido de viaje. Al menos eso le había dado tiempo a pensar en qué hacer con su decisión. Aún tenía algunas dudas y no confiaba en él. Ella tenía a su hijo. No podía tomar las cosas a la ligera.Se suponía que el Ceo volvería hoy. Dependiendo de cómo fuera el día, quizás pudiera hablar con el referente al tema. Estaban en juego 3 millones de dólares. Pero si jugaba mal sus cartas podría terminar muy mal, y estaba cansada de estar huyendo y escondiéndose.Bostezó entrando por la puerta. Estaba agotada. Después de estar enferma, el desgraciado de su jefe le había puesto a hacer un nuevo b