Isabela más que cansada estaba obstinada. Tantas cosas sobre sus jóvenes hombros la hacían sentir como si tuviera 50 años y para colmo tuvo que aguantar que todos se burlaran de ella como si fuera un fenómeno en pleno siglo 21, incluso con el presidente de su compañía presente. Por suerte, dadas las situaciones por las que había cursado en su pasado ya no se avergonzaba tan fácilmente.
Ahora, solo tomaría un taxi, llegaría a su casa, vería a su personita especial y su noche volvería a ser lo medianamente feliz que ella se podía permitir. Aun si estaba tan agotada que sus ojos que sus párpados se cerraban. Definitivamente no debía había tomado ese vaso de alcohol. De seguro sería reprendida una vez estuviera en su casa.
Alzó la mano cuando por fin encontró un taxi a lo lejos, esa noche el tráfico estaba terriblemente atestado, pero nada de vehículos públicos y ella estaba corta de dinero para pedir uno personal. Para su suerte el taxi estaba libre y abrió la puerta aliviada cuando este se detuvo, solo para que una mano más grande que la de ella cerrara la puerta y solo logró escuchar una voz masculina familiar antes de que el vehículo se pusiera en marcha de nuevo.
Isabela vio cómo se alejaba con la boca abierta de incredulidad. Ya, no aguantó más…
-Se puede saber que m****a te ocurre- el grito de ella hizo que más de una persona a su alrededor girara hacia la pareja. Incluso el mismo Gionavi pestañeó varias veces, dado que pensaba que esa mujer que antes había resuelto todo firmemente no pudiera chillar de forma tan aguda.
Lo que si notó el hombre fue que ella estaba realmente molesta, pues sus ojos se habían inyectado en sangre haciendo que el verde azul de ellos se viera aún más intenso. Y su genio no disminuyó al notar quien estaba delante de ella.
-Vaya forma de hablarle a tu jefe superior- Giovani le dijo de forma calmada después de salir de su leve conmoción.
Isabela cerró los ojos y respiró profundo, cruzó sus brazos sobre su pecho y una mueca apareció en sus labios.
-No estamos en su empresa, y mucho menos en la oficina. Y si es el causante que llegue aun más tarde a mi casa, créame que ya con solo tratarlo de usted es bastante respeto- su tono era tosco, como si intentara no saltarle encima y enterrarle sus garras.
Giovani no se sintió intimidado y sonrió ligeramente.
-No me tomará mucho tiempo, necesito hablar con usted. La puedo llevar en mi auto.
Isabela alzó una ceja.
-De noche, en su auto, yo una mujer sola. Ni, aunque seas mi jefe, que primera vez que intercambiamos palabras en todo el tiempo que llevo en la empresa. Me disculpa, pero tengo que declinar su oferta.
Giovani alzó una ceja.
¿Qué demonios ocurría con esa pequeña mujer? Acaso tenía respuesta para todo. La primera impresión que tuvo de ella como que se estaba fraccionando a cada minuto. Como que estaba considerando el hecho de tenerla como la candidata número uno para ser su esposa. Parecía que ella era alguien difícil de manejar.
No Giovani. Se dijo así mismo. Que todo fuera por su patrimonio que tanto sudor le había costado. Soportar el carácter duro de ella por dos meses sería mucho más aceptable que perder su imperio. Por lo que no retrocedió.
-Veo que no desea estar sola conmigo, aun sino tengo malas intenciones, la acabo de defender allá adentro por si no lo sabía.
-Gracias, por si acaso- ella aun no bajaba la guardia y esos brazos cruzados tensos delante de su pecho parecían como una dura coraza que no se rompería tan fácilmente.
Giovani tendría que pensar bien sus pasos con ella.
-Solo deseo proponerle algo- al final habló.
Esta vez fue ella la que alzó una ceja.
-Debe estar los suficientemente desesperado para pedirla a alguien como yo, que acaba de conocer, primero tener sexo y segundo hacerle una propuesta de algún tipo. De antemano, no estoy interesada. No me acostare por dinero con nadie- ella dijo directa.
No se había olvidado del incidente de su primer encuentro. Entrar a escena con el pie izquierdo había sido un mal error de cálculos. Pero analizando las palabras de ella quizás pudiera manejar este tema de otra manera.
-No tengo intenciones de tener sexo con usted. Disculpa si la ofendí con nuestro primer encuentro, quizás estaba con algunos tragos.
-No había bebido en ese entonces- ella se llevó el dedo y palmeó la punta de su nariz- Tengo buen olfato.
La vena en la sien de Giovani comenzó a palpitar. Solía tratar con gente difícil, empresarios duros e intransigentes, pero dios, nadie como esta mujer. Ya su cabeza comenzaba a doler y este era solo el calentamiento. No quería ver la verdadera partida, aunque la curiosidad palpitó en su pecho.
-En resumen, disculpa por mi comentario. No sabía de qué aun no…- se detuvo un momento y sus ojos la miraron de arriba abajo dándole a entender a ella a que se refería, los parpados de ella se entrecerraron en consecuencia. Alerta mal camino- No suelo ser de esos hombres que pide sexo a cualquier mujer.
-Oh… y entonces me tengo que sentir especial por el hecho que me lo haya pedido a mí. Al parecer ahora que sabe que soy virgen soy digna de atención.
Esta vez Giovani no respondió y la atmósfera se puso tensa entre ellos. Isabela chasqueó la lengua.
-Mire, olvide lo que pasó hoy- ella revisó la hora en su reloj- yo no le tomo demasiada importancia tampoco. Así que cada uno por su camino como hasta ahora. Y permiso, tengo una casa a la cual llegar.
Y rápidamente Isabela se giró. No era que quisiera ser tan arisca, pero que esperarías de un hombre que lo primero que hace es pedirte sexo y después montarte en su carro sin apenas intercambiar palabras. Eso activaba las alarmas de cualquiera y más cuando no era la primera vez que se encontraba en ese tipo de situación donde veían su virginidad como un premio para glorificar a un hombre. Como mínimo se pasearía diciéndoselo a todo el mundo. Ya había presenciado algo así en sus años de estudios con una compañera de su aula y se prometió que nunca terminaría en una esquina llorando de la vergüenza.
Sin embargo, su brazo fue agarrado, con fuerza, deteniéndola en su lugar. Ella solo giró la cabeza por encima del hombro.
-O me suelta o grito.
Giovani por su parte sonrió ligeramente.
-Solo necesito menos de un minuto de usted. No se va a arrepentir.
La curiosidad palpitó en Isabela aunque no lo mostró en su rostro.
-30, 29, 28. Tic, tac, el reloj está corriendo- le dijo ella dándole una oportunidad.
Oportunidad que no desaprovecharía Giovani.
-¿Qué le parecería ganarse en dos meses tres millones de dólares solo teniendo que aparentar ser algo, y le puedo garantizar que si virginidad será lo que más se mantendrá intacto si usted lo deseas- porque si ella le pedía tener sexo después del plazo con gusto se revolcaría en la cama con ella.
Isabela pestañeó varias veces un poco sorprendida.
-¿Quién da 3 millones de dólares así no más?- no pudo evitar decir.
Giovani sabía que estaba ganando terreno.
-Alguien como yo que tiene el suficiente dinero como para hacer este tipo de oferta y que necesita de su ayuda- el rostro de él puso una expresión sensual.
Isabela se sintió incómoda más sus instintos no le decían que lo rechazaran. Extraño, y ella siempre se guiaba por su instinto.
-Suélteme- ella se removió suave y sabiendo que ella no saldría huyendo Giovani desenredó los dedos de su brazo donde la sensación de calor en su abdomen desapareció incómodamente.
-¿Y bien, le parece una buena oferta?- él presionó un poco.
Allí en medio de la calle Isabela se giró hacia él. Wao, 3 millones, tantas cosas que ella pudiera hacer con ese dinero, tantas que garantizaría la vida de la persona más especial para ella. Apretando sus labios se tragó su orgullo. Era lo suficientemente madura como para saber cuándo retroceder y ese era uno de esos momentos y más cuando no implicaba tener sexo con alguien. Podía ser algo sin importancia para muchos, pero ella era de las que pensaba que al menos su primera vez debía ser con alguien que estuviera enamorada. Lástima que hasta el momento no había tenido tiempo para echar un vistazo a su alrededor. Retomó la posición anterior con los brazos sobre su pecho y rostro serio.
-Dependiendo que tenga que hacer y de la propuesta.
Giovani sonrió. Momento de sacar la carta de triunfo pues la presa ya había picado el ansuelo.
La mujer lo miró fijamente con los ojos demasiado abiertos. Parecía conmocionada.-Por eso le pedí ir en mi auto, este no es un tema para hablar en medio de la calle- Giovani descansó el eso sobre uno de sus pies.-Espere, espere. Todavía mi mente se está reiniciando- ella se palmeó la sien y el hombre casi suelta un bufido ante la acción de ella. Era una chica impredecible después de todo y era divertido ver sus cambios de carácter. Primero molesta como una fiera, después intransigente como una pared, después curiosa como una ardilla y por ultima confundida como una cachorrita.-Es lo que le decía, no tiene mucha ciencia. Necesito que usted finja ser mi novia una semana, después mi esposa durante dos meses y después de eso nos divorciaremos, yo con mis problemas resueltos y en tus manos estarán 3 millones de dólares. No está nada mal. Y
El reloj no había marcado las 3 de la mañana cuando Isabela se tuvo que levantar e ir corriendo hacia el baño. Su estómago se revolvía de forma dolorosa y apenas llegó al inodoro antes de devolver todo lo que había en su estómago. Su mundo comenzó a revolverse con cada arcada y contracción de su abdomen. Dios, era realmente doloroso.En medio de todo aquello escuchó como la puerta del cuarto de Allen se abría y ella empujo con su pie la puerta del pequeño baño para cerrarla. No quería que la viera en esas condiciones. Solo lo preocuparía más.No faltó muchos segundos antes de que Allen estuviera tocando con voz angustiada del otro lado.-Bela ábreme, Bela, Bela-Pero ella no lo hizo. Apenas levantó la cabeza para decir con una voz quebrada.-Vuelve a dormir, esto pasará pronto. Ya sabíamos que pas
Isabela dejó a Allen en la escuela como todas las mañanas y se dirigió a la empresa. Habían pasado tres días desde que había tenido la conversación con su insistente jefe y después de eso se había ido de viaje. Al menos eso le había dado tiempo a pensar en qué hacer con su decisión. Aún tenía algunas dudas y no confiaba en él. Ella tenía a su hijo. No podía tomar las cosas a la ligera.Se suponía que el Ceo volvería hoy. Dependiendo de cómo fuera el día, quizás pudiera hablar con el referente al tema. Estaban en juego 3 millones de dólares. Pero si jugaba mal sus cartas podría terminar muy mal, y estaba cansada de estar huyendo y escondiéndose.Bostezó entrando por la puerta. Estaba agotada. Después de estar enferma, el desgraciado de su jefe le había puesto a hacer un nuevo b
-¿Vas a quedarte allí o me acompañarás?- la voz de él hizo reaccionar a la mujer uqe se dio cuenta que habían llegado. Su jefe podía ser bastante ocurrente cuando lo deseaba.Isabela salió del elevador antes que este se cerrara y lo siguió hacia la puerta de su oficina.Samantha lo sintió y despegó la mirada de la pantalla de su computador. Su sonrisa se desvaneció cuando la vio detrás de él.-Samantha, prepara los papeles de baja de Azel. Quiero su expediente con el resto de los documentos encima de mi mesa para mañana.La mujer pasó su mirada de ella hacia Giovani donde cambió por una de asombro.-¿Azel? ¿Baja de la empresa? - estaba muy conmocionada.-Si, algún problema con ella - Giovani la interrogó con la mirada.La mujer negó rápidamente.-No, ninguno, es solo qu
Para cuando Kamil entró dos horas después la escena que encontró lo desconcertó. Miró a Gionani sentado detrás de su escritorio, trabajando normalmente, mientras la mujer en la que había puesto su mirada estaba dormida en el sofá de la oficina. Su impresión debió reflejarse de más en su rostro pues el Ceo alzó la mirada.-¿Qué?- preguntó este dejando de lado los papeles que tenía en su mano.-Ella…- dijo sus orbes en la mujer que dormía profundamente boca arriba ajena a su alrededor. Las marcadas ojeras habían desaparecido paulatinamente de su rostro.-Digamos que es ahora mi nueva directora financiera- dijo Giovani como si fuera lo más normal del mundo- Y si todo va bien, mi esposa luego. Es una mujer bastante dura de convencer, pero me impresionó cuando firmó el ascenso.Kamil se acercó a &eacut
Un lujoso auto se detuvo delante de un completo de apartamentos de baja categoría que contrastaba completamente con el vehículo. Sin embargo, uno de las dos personas dentro del auto apenas se percató de ese hecho y la otra… estaba acostumbrada a estar allí.Giovani se aflojó la corbata y abrió los dos primeros botones de su camisa sin importar que la mujer aun estuviera dentro del auto. La cadena de oro blanco que siempre llevaba brilló sobre su clavícula. Solo podía decir una cosa. Estaba ahora de muy buen humor. La mujer al final había cedido.Bueno… le había dicho textualmente «Primero leeré el contrato, y después le diré mi respuesta», pero él estaba seguro que ella accedería, después de todo, eran 3 millones lo que ella tendría en sus manos después de dos meses sin hacer prácticamente nada. No se pod&
Isabela le dio un beso en la mejilla a Allen antes que este entrara en el bus en dirección a la escuela, encontrando que estaba un poco caliente. No era por el ambiente. Quizás le estaba por dar un nuevo ataque.El cuerpo del niño no era tan fuerte como parecía. Solía enfermarse con mucha facilidad y siempre terminaba en fiebres medias o altas con mucha facilidad. Aun con todos los tratamientos que se le habían puesto y las constantes consultas no habían encontrado alguna causa para ello. Allen podía estar bien y tener fiebre 10 minutos después sin otro síntoma.En las primeras veces Isabela había creído que era debido a que su amiga no se había cuidado mucho en los primeros meses de embarazo y a que era muy joven cuando lo tuvo. Sin embargo, a esa altura no sabía. Debido a eso y los altos costos de los medicamentos, la deuda que ella tenía con el hospital era
Estafado. Definitivamente había sido estafado, porque no había otra explicación. La mujer que había firmado contrato como virgen… tenía un hijo.-¿Usted comprobó que era virgen?- el abogado a su lado le preguntó con sutileza.Giovani que no salía de su aturdimiento y rabia interior lo fulminó con la mirada. No, no lo había comprobado. Había estado tan desesperado que con solo escuchar no uno ni dos veces que ella era virgen, había corrido hacia ella para que firmara… y ahora estaba en esa encrucijada.-Demonios- maldijo corriéndose el cabello hacia atrás- KAMIL- gritó sabiendo que su guardaespaldas entraría.Y lo hizo unos segundos después.-¿Qué ocurre Ceo?- su rostro se había trasformado en una leve mueca. No era normal escuchar a Gionavi gritar de esa forma.-¿Dónde