Horacio, sintiendo la tensión en el ambiente, decidió intervenir para aliviar la situación. Se dirigió a Leonardo y le dijo con una sonrisa: —Leonardo, felicidades por tu nueva asistente. Si no la hubieras contratado, yo mismo la hubiera llevado a mi empresa—, dijo con una sonrisa pícara. Gabrielle no pudo evitar sonreír a escondidas ante el comentario de su amigo, pero notó que Leonardo no pareció muy agradado por la manera en que Horacio hablaba de ella. —¿De qué querías hablarme? — preguntó Leonardo, tratando de cambiar de tema. Horacio miró a Gaby y esta le guiñó un ojo disimuladamente, indicándole que siguiera solo e improvisara. —Mi socia y yo queríamos tener una reunión contigo, para hablar sobre una posible inversión en nuestra empresa textil. —¿En qué consiste tu oferta?—preguntó Leonardo. Gaby los miraba de soslayo, mientras prepara los cafés. —Fabricamos ropa de alta calidad y tenemos una gran demanda. Hemos estado creciendo y necesitamos inversión para expandirnos—
Los celos por alguien que no te corresponde son como intentar hacer una tortilla sin huevosDespués que Esperanza se marchó, Gabrielle continuó simulando que estaba arreglando unos papeles, mientras seguía escuchando la conversación de Leonardo y Horacio, pero sin quitarle la mirada de encima al chiquillo que revoloteaba por la oficina.Emiliano la vio y se acercó a ella con pasos vacilantes, sosteniendo con fuerza un pequeño coche de juguete en su mano derecha. El niño tenía los ojos curiosos y brillantes, y parecía fascinado por la presencia de la nueva asistente de su padre.Gabrielle se mantuvo rígida en su lugar, sin saber cómo reaccionar ante la proximidad del niño. Podía sentir la angustia y la tristeza acumulándose en su pecho, mientras su mente se llenaba de recuerdos dolorosos de su propio hijo.Emiliano, sin embargo, no parecía notar la incomodidad de Gabrielle. Se detuvo frente a ella y le ofreció el coche de juguete con una sonrisa tímida en su rostro. Ella tomó el juguet
El voyerismo es el arte de ver sin ser visto, pero cuidado, ¡puedes terminar viendo algo que no querías!La intriga se adueñó de Esperanza. ¿Por qué carajos habrá vuelto Gabrielle después de tanto tiempo? ¿Qué coño estaba sucediendo en realidad? Sus interrogantes quedaron en pausa cuando el coche de Leonardo se detuvo frente al pórtico principal de la mansión. Con la mirada clavada en ellos, pudo ver cómo él ayudaba a Gabrielle a apearse del vehículo, al mismo tiempo que sostenía a Emiliano en brazos.Esperanza estaba que trinaba. Anhelaba salir de su habitación, bajar al estacionamiento y expulsar a esa arpía de una vez por todas, pero no podía, aunque no estaba dispuesta a que Gabrielle volviera a enredarse en sus asuntos, ya que sabía que esa perra solo traería consigo la desgracia y la decepción. ¡Maldita sea! Esperanza había construido una vida a su manera, a punta de sacrificios y esfuerzo, pero ahora esa sabandija de Gaby venía a joder todo lo que había logrado. ¡Qué fastidio!
Encerrada en el baño, Gabrielle no apartaba la mirada de la prueba de embarazo que tenía enfrente, llevaba más de media hora sentada sin moverse y poder dejar de mirar las dos rayas rosadas que se erguían orgullosas recordándole en el gran problema en el que estaba medita, justamente esa noche, donde ella quería que todo fuera perfecto. ¿Por qué tenía que ocurrirle eso a ella? ¿Por qué en esos momentos, en lo que se encontraba tan feliz con su vida y sobre todo con él?Escuchó unos toques en la puerta.—Gaby date prisa, que Leonardo está por llegar.La joven se limpió las lágrimas, cogió la prueba de embarazo y la tiró en el bote de la basura, se limpió la cara y se retocó el maquillaje.Inspiró y exhaló varias veces antes de salir y saludar a las personas que se encontraban afuera.Esa noche era el cumpleaños de Leonardo, ella había preparado ese agasajo para él, quería sorprenderlo, pero la vida la había sorprendido a ella.Leonardo Aristizábal, era el hombre del que estaba completam
Todas las ilusiones de Gaby cayeron estrepitosas en el piso y fueron pisoteadas por Leonardo.—Y no deseo más sorpresas como estás —Soltó el malhumorado.Gabrielle agarró la copa de champaña, bebió de un solo trago, el líquido burbujeó en su boca y en su garganta. Enojada le contestó:—Puedes quedarte tranquilo, jamás incurriré en esa falta nuevamente, nunca osaré cambiar tu tan estructurada burbuja. —El sarcasmo impregnaba su voz.—Me alegro de que hayas entendido —dijo él cabreado.—Eres un idiota— Le respondió Gabrielle antes de darle la espalda y marcharse de su lado.Leonardo entró al salón donde la gente se divertía y disfrutaba de su cumpleaños, mientras que él deseaba mandar todo al demonio. Enojado, cogió una botella de licor y se encerró en su habitación y se emborrachó.Él odiaba la fecha de su nacimiento, lo detestaba más que cualquier cosa, pues le recordaba la ausencia de su madre. Natalia, así se llamaba, era una mujer frágil a la que los médicos le habían prohibido ten
La discusión con Leonardo le había abierto los ojos a Gaby, para él ella era solo una diversión, un cuerpo en el cual desahogarse, pero nada más, era cierto que él le había hablado claro desde un principio, pero el corazón no entiende de acuerdos ni tratos, y allí estaba ella enamorada hasta la médula y con un bebé en camino. El amor que sentía por Leonardo no era suficiente, cuando había un bebé en su vientre, no podía permanecer a su lado, no iba a obligarlo a cumplir, cuando era más que evidente que no deseaba esa clase de vida, tenía que alejarse de él, no era factible quedarse a su lado, aunque lo amara profundamente, ahora tenía que pensar en su bebé. Esa misma noche, después de discutir con Leonardo, tomó todas sus cosas y se marchó de la casa con el corazón roto, los Aristizábal eran su familia y el único lugar seguro a donde ella se refugiaba, desde el viejo sátrapa de su abuelo la echó a la calle. Gabrielle tuvo una infancia privilegiada a lado de unos padres amorosos que
Gaby estaba furiosa, caminaba de un lado a otro en su habitación pensando en como salir de aquel lugar, Juan del Pino, era un hombre sin corazón capaz de hacer cualquier cosa por dinero, si se le había metido en la cabeza casarla, nada lo haría desistir, sin perder tiempo, fue hasta la ventana y la abrió, se asomó y observó estaban en un segundo piso, era un poco alto, pero decidió arriesgarse, era morir en el intento y escapar o quedarse allí y cumplir los caprichos de ese miserable, ella nunca cedería a su chantaje. Salió de la ventana y trató de ir bajando lentamente, pero su pie se enganchó en una de las piedras de la fachada, haciendo que cayera estrepitosamente al piso y se fracturara el tobillo. El dolor era tan insoportable que soltó un alarido de dolor, que alertó a los hombres de su abuelo, quienes al verla corrieron hacia ella y la levantaron del piso y la llevaron de nuevo a la casa, Gaby gritaba del dolor y de la desesperación, pero eso a Juan no le importó. —Enciérren
El médico que la ayudó a escapar fue como un ángel para ella, ya que no solo la sacó del hospital, sino que le dio dinero y le entregó una tarjeta de unos amigos suyos que vivía en el interior. Esa familia de extraños fueron su salvación, la acogieron sin conocerla, la ayudaron a sanar sus heridas, física como emocionales. Ellos vivían en una granja, así que Gaby los ayudó en todo lo que podía cuando ya estuvo recuperada, en la granja ayudaba desde recoger estiércol de las vacas y los cerdos, hasta lavar los caballos y darle de comer. Se levantaba muy temprano y se acostaba muy tarde. Su barriguita fue creciendo y ganando peso, su bebé era su mejor incentivo, el motor para seguir adelante. A pesar de todo, y que muchas veces deseaba odiarlo, el amor que sentía por Leonardo seguía tan fuerte como al principio, ni la distancia, ni la traición que le había hecho, nada de eso era suficiente para borrarlo de su corazón. En las tardes, cuando bajaba el sol, Gaby solía dar un paseo y le ib