Capítulo 2

Todas las ilusiones de Gaby cayeron estrepitosas en el piso y fueron pisoteadas por Leonardo.

—Y no deseo más sorpresas como estás —Soltó el malhumorado.

Gabrielle agarró la copa de champaña, bebió de un solo trago, el líquido burbujeó en su boca y en su garganta. Enojada le contestó:

—Puedes quedarte tranquilo, jamás incurriré en esa falta nuevamente, nunca osaré cambiar tu tan estructurada burbuja. —El sarcasmo impregnaba su voz.

—Me alegro de que hayas entendido —dijo él cabreado.

—Eres un idiota— Le respondió Gabrielle antes de darle la espalda y marcharse de su lado.

Leonardo entró al salón donde la gente se divertía y disfrutaba de su cumpleaños, mientras que él deseaba mandar todo al demonio. Enojado, cogió una botella de licor y se encerró en su habitación y se emborrachó.

Él odiaba la fecha de su nacimiento, lo detestaba más que cualquier cosa, pues le recordaba la ausencia de su madre.  Natalia, así se llamaba, era una mujer frágil a la que los médicos le habían prohibido tener hijos a una edad tan joven porque su cuerpo no se encontraba preparado para concebir, pero el irresponsable de su padre, no tomó en cuenta las indicaciones de los médicos y no la cuidó y al poco tiempo salió embarazada. Fue un embarazo muy difícil y en el parto la situación no cambió en lo absoluto, así que ese día en el que él nació, su madre también exhaló su último suspiro.

Para él fue muy duro crecer sin el amor de una madre, por más que su padre se empeñó en llenar ese vacío que había en él, no hubo nada que lo pudiera llenar. Cada vez que llegaba el día de su cumpleaños se apoderaba un sentimiento de tristeza que solo podía mitigarlo bebiendo hasta acallar aquel dolor tan intenso en su pecho.

A la mañana siguiente Leonardo se levantó desorientado, le costó unos instantes adaptarse a la luz y mitigar un poco el dolor de cabeza, se dio cuenta de que estaba en su habitación, aún permanecía vestido, las botellas de whisky estaban tiradas en el piso vacío, se quedó acostado en su cama, y recordó la discusión que había tenido con Gabrielle.

Se reprochó por haber sido tan imbécil con ella, estaba tan herido, tan dolido que fue ella la que pagó su frustración, Gaby era la mujer de la cual estaba profundamente enamorado, ella con su dulzura e inocencia, fue cambiándolo poco a poco, recordó el tema de la discusión y sonrió, claro que quería casarse y formar una familia, por muchos años se había negado a esa idea, pero Gabrielle se había encargado de hacerlo desear nuevas cosas, porque con esa mujer lo quería todo.

Un poco más tarde, ya sin resaca, bañado y perfectamente vestido, fue a buscarla, para pedirle perdón por su estúpido comportamiento y que estaba dispuesto a todo por ella.

Fue hasta su habitación, tocó la puerta, pero nadie respondió. Él estaba resuelto a verla, así que abrió la puerta sin permiso y se encontró que ella no estaba, la cama estaba intacta, no vio ninguna de sus cosas, fue hasta el armario y su ropa ya no estaba.

Gabrielle se había marchado.

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