La discusión con Leonardo le había abierto los ojos a Gaby, para él ella era solo una diversión, un cuerpo en el cual desahogarse, pero nada más, era cierto que él le había hablado claro desde un principio, pero el corazón no entiende de acuerdos ni tratos, y allí estaba ella enamorada hasta la médula y con un bebé en camino.
El amor que sentía por Leonardo no era suficiente, cuando había un bebé en su vientre, no podía permanecer a su lado, no iba a obligarlo a cumplir, cuando era más que evidente que no deseaba esa clase de vida, tenía que alejarse de él, no era factible quedarse a su lado, aunque lo amara profundamente, ahora tenía que pensar en su bebé.
Esa misma noche, después de discutir con Leonardo, tomó todas sus cosas y se marchó de la casa con el corazón roto, los Aristizábal eran su familia y el único lugar seguro a donde ella se refugiaba, desde el viejo sátrapa de su abuelo la echó a la calle.
Gabrielle tuvo una infancia privilegiada a lado de unos padres amorosos que se desvivían por ella. Su padre era un acaudalado empresario dueño de varias empresas textiles, por sus numerosos negocios casi siempre se encontraba viajando a diferentes partes del país y del mundo, pero cuando estaba en casa, recuperaba el tiempo perdido con ella y con su madre, fueron años maravillosos que Gaby nunca olvidaría, pero todo cambió de un momento a otro.
Una noche sus padres tenían una cena muy importante con unos empresarios japoneses, justamente ese mismo día Gaby había asistido a sus clases de natación y se encontraba muy agotada, por lo que no quiso ir con sus padres, una aburrida cena de negocios no tenía demasiado atractivo para una jovencita, sus padres no insistieron, decidieron ir solos, pero con la promesa de que cuando regresaran tenían un maratón de películas de terror y durarían hasta el amanecer. Era una noche muy lluviosa, mal momento para salir, pero sus padres no podían faltar a esa cita.
Un conductor ebrio que venía de una fiesta perdió el control de su vehículo debido a la inestabilidad del suelo e impactó de frente contra el carro de sus padres, matándolos en ese mismo instante.
Desde ese mismo momento su vida cambió. Los cadáveres de sus padres aún no habían terminado de enfriarse cuando su abuelo, Juan del Pino, llegó a su casa y se apoderó de todo y echándola de su casa, sin consideración, ni misericordia.
A Gabrielle no le dio tiempo si de llorar las muertes de sus seres queridos, porque la maldad de su desalmado abuelo le quitó hasta ese derecho, fue gracias a Leonardo y su familia que eran grandes amigos de sus amados padres que le dieron cobijo y el amor que necesitaba para seguir adelante. Ahora todo terminaba, era hora de marcharse, de volar del nido.
Había solamente una persona que podía ayudarla, era su mejor amiga y confidente, Esperanza, ella sabía todo lo que estaba pasando, fue la que le aconsejó que le diera un tiempo a Leonardo, que quizás un tiempo separado le hacía bien a los dos. Esperanza le había ofrecido una casa a las afueras de la ciudad, de la que nadie de los Aristizábal conocía, lugar que le pareció perfecto a Gaby.
Pero Gabrielle no sabía que su abuelo desde hace varios meses había estado tras su pista y tampoco sabía que en el cumpleaños de Leonardo había gente infiltrada de Juan del Pino que no dudaron en informarle de su paradero.
Por lo que en el momento en que Gaby salió de la propiedad de los Aristizábal, fue abordada por un subordinado del viejo malvado, que, al verla, la agarraron por la fuerza y se la llevaron secuestrada.
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Juan del Pino era un hombre despiadado y cruel que solo velaba por sus intereses y solo lo movía el dinero, si había ido tras su nieta no era por nobles sentimientos, sino que detrás de aquella decisión había un motivo, del que solo lo beneficiaría a él.
Los hombres llevaron a Gabrielle a la mansión de los del Pino, a la que antes era su casa.
Cuando la bajaron del vehículo, ella observó la enorme propiedad donde había sido tan feliz, las lágrimas se agolparon en sus ojos cuando recordó a su madre correteándola para obligarla a comerse su comida o su padre que pasaba las tardes con ella en el jardín jugando a cualquiera de las locuras que ella se inventaba, o simplemente, leyéndole cuentos mientras la pequeña se dormía en sus piernas, todos esos sentimientos se agolpaban en su mente.
Arrastra fue llevada ante la presencia de Juan, al verlo se dio cuenta de que su abuelo, había envejecido, porque en todos esos años que habían pasado ella a Dios gracia no se había cruzado con él, hasta ese instante.
—Así que aquí estás mujercita. —Dijo con su voz altiva y arrogante.
—¿Para qué me has traído aquí, a mi casa? ¿Acaso te ha remordido la conciencia? —Preguntó con ironía —Ah se me olvidaba es que tú no tienes conciencia.
Juan soltó una sonora carcajada.
—Esta nunca ha sido tu casa, esta propiedad siempre le ha pertenecido a los del Pino y yo dudo que tú lleves nuestra sangre, con lo zorra que era tu madre.
—Cállate, no vuelva a hablar así de ella, mi madre era una mujer intachable —gritó Gabrielle presa de la rabia. —Aunque te duela por mis venas, corre esa sangre y todo lo que está aquí me pertenece.
Juan la miró con desdén.
—Eso ya no tiene importancia —Respondió con indiferencia —Ya que dices que eres una del Pino, entonces debes trabajar en función de esta familia y ensanchar nuestra fortuna.
—Tú debes estar demente, si piensas que yo voy a hacer algo por ti, o por los parásitos que tienes por familia.
—Lo harás porque yo lo digo, te he traído a mi casa, únicamente para te comprometas con Horacio Belmonte y en pocos días te casarás con él, es una orden, no te atrevas a desafiarme.
Gabrielle lo miró sin poder creerlo.
—Esto tiene que ser una broma —dijo Gabrielle riéndose —porque ¿No pensarás que voy a obedecerte?
Juan ya no estaba tan sereno como al principio.
—Lo harás porque yo te lo ordeno.
—Nunca haré nada semejante, jamás haré nada por ti, el día que me echaste de esta casa, hasta ese día fuiste mi familia.
—En algo estamos de acuerdo, ya que te niegas a seguir mis instrucciones, entonces tendré que hacerte entender de otra manera—Juan miró hacia la puerta y le dijo a su hombre —llévensela y enciérrenla, que mañana conocerá a su futuro marido.
—Como se ve que no me conoces Juan del Pino —Gritó Gaby, intentó escapar, pero los hombres la agarraron sin esfuerzo y la llevaron a una de las habitaciones de la casa y allí la encerraron.
Gaby estaba furiosa, caminaba de un lado a otro en su habitación pensando en como salir de aquel lugar, Juan del Pino, era un hombre sin corazón capaz de hacer cualquier cosa por dinero, si se le había metido en la cabeza casarla, nada lo haría desistir, sin perder tiempo, fue hasta la ventana y la abrió, se asomó y observó estaban en un segundo piso, era un poco alto, pero decidió arriesgarse, era morir en el intento y escapar o quedarse allí y cumplir los caprichos de ese miserable, ella nunca cedería a su chantaje. Salió de la ventana y trató de ir bajando lentamente, pero su pie se enganchó en una de las piedras de la fachada, haciendo que cayera estrepitosamente al piso y se fracturara el tobillo. El dolor era tan insoportable que soltó un alarido de dolor, que alertó a los hombres de su abuelo, quienes al verla corrieron hacia ella y la levantaron del piso y la llevaron de nuevo a la casa, Gaby gritaba del dolor y de la desesperación, pero eso a Juan no le importó. —Enciérren
El médico que la ayudó a escapar fue como un ángel para ella, ya que no solo la sacó del hospital, sino que le dio dinero y le entregó una tarjeta de unos amigos suyos que vivía en el interior. Esa familia de extraños fueron su salvación, la acogieron sin conocerla, la ayudaron a sanar sus heridas, física como emocionales. Ellos vivían en una granja, así que Gaby los ayudó en todo lo que podía cuando ya estuvo recuperada, en la granja ayudaba desde recoger estiércol de las vacas y los cerdos, hasta lavar los caballos y darle de comer. Se levantaba muy temprano y se acostaba muy tarde. Su barriguita fue creciendo y ganando peso, su bebé era su mejor incentivo, el motor para seguir adelante. A pesar de todo, y que muchas veces deseaba odiarlo, el amor que sentía por Leonardo seguía tan fuerte como al principio, ni la distancia, ni la traición que le había hecho, nada de eso era suficiente para borrarlo de su corazón. En las tardes, cuando bajaba el sol, Gaby solía dar un paseo y le ib
5 años después. En la ciudad capitalina, se estaba dando un gran evento, esa noche se premiaría a los mejores empresarios del país, era una celebración donde asistirían las personas más selectas de la crema y nata de la sociedad. Los periodistas y fotógrafos se encontraban a las afueras de recinto, apostados para sacar las mejores fotos a los empresarios del país. Esa noche el magnate Leonardo Aristizábal sería galardonado como uno de los empresarios más influyente y poderosos del momento. Ese fue el momento que Gabrielle eligió para hacer su aparición luego de cinco años de ausencia. El amplio vestíbulo estaba decorado para la ocasión con guirnaldas doradas y mesas negras. Todo era glamur y opulencia, camareros recorrían la sala con bandejas de champán. Lo más selecto de la sociedad se encontraban allí sé luciendo sus vestidos y trajes caros. La celebración comenzó y Gabrielle esperó su momento entre las sombras, esperando que él hiciera acto de presencia. Leonardo Aristizábal
Todos los presentes se quedaron anonadados, con la llegada del niño y más que hubiera llamado papá a Leonardo Aristizábal, que era el soltero más codiciado entre las mujeres de la alta sociedad, en más de una ocasión se le había visto rodeado de chicas, pero ninguna había ocupado el puesto oficial que todas anhelaban con locura, por eso la existencia de un hijo caía como una bomba entre todos los presentes.Debido a la conmoción provocada por el pequeño, Gabrielle se alejó de Leonardo, él se le quedó mirándola e intentó agarrarla, pero ella se escabulló, aunque no abandonó el lugar, sino que permaneció en el recinto, aquello no estaba dentro de los planes y esa escena familiar la había desestabilizado. Tuvo que echar fuerza de todo su autodominio, para poder seguir adelante.Minutos después, el nombre de Leonardo era
Gaby caminaba por el pasillo de su penthouse con una mezcla de frustración y enojo. A pesar de que había tanto tiempo, no podía entender que Leonardo la descolocara de esa manera, le parecía increíble que aún se sintiera vulnerable a su presencia. Ella había hecho todo lo posible para superarlo, pero en ese momento, su fuerza de voluntad parecía haber desaparecido. Se sentía débil y derrotada, incapaz de controlar sus emociones y pensamientos por ese hombre que la despreció y la engañó con su mejor amiga. Ahora él tenía una maravillosa familia, una que ella nunca podría tener, y eso solo aumentaba su sensación de pérdida y desesperanza. Gaby se sentó en su sofá, tratando de respirar profundamente y controlar sus emociones, sabiendo que aún tenía un largo camino por recorrer para poder dejar completamente atrás su pasado con Leonardo.✨ ✨ ✨ ✨ ✨ ✨Al día siguiente, Gabrielle llegó a su oficina con una expresión adusta en su rostro. Había tenido una noche terriblemente inquieta y apenas
La imagen de Leonardo con su hijo y Esperanza, juntos como una familia feliz, se grabó a fuego en su corazón. Y aunque intentaba alejar esos pensamientos de su mente, no se iban y no podía evitar sentir una punzada de dolor en lo más profundo de su ser.Gabrielle se preguntaba una y otra vez cómo había podido confundir los sentimientos de Leonardo hacia ella, como pudo enamorarse de un hombre tan vil y despreciable y lo peor de todo, es que ella no había podido borrarlo de su vida. Pero de algo estaba muy segura, no iba a permitir que esos sentimientos la dominaran. Había regresado con un objetivo claro en mente: vengarse de todos aquellos que le habían hecho daño en el pasado y no iba a desistir hasta cumplir esa promesa.Horacio la observó con detenimiento, no le pasaba desapercibido las diferentes emociones que pasaban por su rostro. Finalmente, no pudo resistir más su curiosidad y preguntó:—¿Todo bien? Parece que la información que había en esa carpeta, te ha perturbado ¿Qué in
Después de que regresaron de la fiesta donde Leonardo fue galardonado, Esperanza se retiró a su habitación. Ella se recostó en su cama, sintiendo el frescor de las sábanas sobre su piel. Cerró los ojos y dejó que su mente divagara, recordando la fiesta en la que Leonardo fue galardonado como el mejor empresario del año. La música, el glamour y las sonrisas falsas de la gente. Todo había sido una farsa, una ilusión que se desvanecería pronto. Tomó su celular y buscó la foto que había tomado con Leonardo y Emiliano. Observó la imagen con una sonrisa maliciosa en los labios, sintiendo el poder que tenía sobre la familia Aristizábal. Sabía que todos pensaban que el pequeño Emiliano era hijo suyo, y eso le daba una satisfacción perversa.De repente, el sonido de un mensaje en su celular interrumpió sus pensamientos. Era Leonardo, que le pedía que lo esperara en el jardín trasero de la mansión. Esperanza se levantó de la cama con rapidez, sintiendo la adrenalina correr por sus venas. Se arr
—¿Papá, es malo que yo te llame papá? — preguntó Emiliano con la voz temblorosa. Leonardo lo miró con ternura y le acarició el cabello con suavidad. —No, chiquitín, no es malo. Tú eres mi hijo y yo soy tu papá— respondió con seguridad en su voz.Emiliano frunció el ceño y lo miró con curiosidad.—Pero Esperanza me dijo que, si la obedecía en todo, ella sería mi mamá. ¿Eso es verdad, papá? — preguntó con cierta angustia. Leonardo sintió un nudo en la garganta al escuchar las palabras de su hijo. ¿Cómo había permitido que Esperanza manipulara de esa manera a su hijo? Se prometió a sí mismo que no volvería a permitir que eso sucediera.—No, hijo, Esperanza, no es tu mamá, no, tampoco lo será— explicó Leonardo. —Ella es una amiga muy cercana, pero no tiene ningún derecho a decirte esas cosas.Emiliano asintió con tristeza y se aferró a su padre con fuerza.—No me gusta Esperanza, papá. No quiero que sea mi mamá—confesó con lágrimas en los ojos.Leonardo lo abrazó con fuerza y le susurró p