PREFACIO
CLIENTE PROHIBIDO
El frío abrazaba su cuerpo debajo de la fina tela que cubría su adolorido y voluptuoso cuerpo, o lo que quedaba de ello, era una mujer realmente hermosa y con buenos dotes, que poco a poco fue desapareciendo. Había cambiado tanto físicamente como mentalmente, y en tan poco tiempo.
Rascó su cabeza nerviosa, el guardia de aquel edificio le había dicho que no podía esperar a la persona que quería en su puerta, y en vez de quedarse dentro en uno de los sofás de recepción, decidió sentarse en la acera del lugar, frente a la húmeda carretera que sólo le proporcionaba más frío. Se abrazó a sí misma e inclinó la cabeza hacia delante mirando el asfalto que estaba entre húmedo y caliente, el olor a tierra le fascinaba, aunque en ocasiones ciertos lugares le daban asco, no todas las tierras olían igual, al menos eso sabía ella diferenciar.
Levantó su cabeza de golpe al recordar que su objetivo podía pasar en cualquier momento, y que no podía perder la oportunidad, no habría otra, por que su cuerpo no aguantaría una presión más. La luz blanca de un jeep acercándose la alertó, se paró de la acera y se pegó de espaldas a la pared del edificio, observó cada detalle del hombre que se bajaba del jeep, su vestuario, sus zapatos y muñeca, levantó un poco la cabeza y observó su cabello rubio. Lo reconoció, sin siquiera verle la cara lo reconoció, reconoció a su última esperanza en medio de tanta desgracia.
Se apresuró a adentrarse nuevamente al edificio inmediatamente que él desapareció de su vista, ésta era su oportunidad, lo iba a convencer porque todas las pruebas estaban en su cuerpo.
Esperó a que él entrara en su departamento para acercarse y tocar la puerta.
El sujeto gruñó molesto pensando que era alguien del servicio del edificio que venía a fastidiarle, odiaba muchísimas cosas, y aunque para él aquel edificio era el mejor para quedarse, también lo odiaba, la gente le parecía muy amable y confiada, y él detestaba eso.
Suspirando abrió la puerta dispuesto a lanzar un “¿Qué quiere?” sus ojos cayeron directamente en los de la mujer, que estaba parada en su puerta como una niña abandonada, vestía un fino vestido blanco liso, su piel se veía muy blanca y sus labios temblaban del frío, la reconoció, razón por la cual estaba dispuesto a cerrarle la puerta en la cara, pero aquella mujer no estaba dispuesta a rendirse, sino convencía a ese hombre, lo mejor para ella era tirarse de algún edificio u tomar una cuerda y ahorcarse.
—Sólo escúcheme —suplicó, su voz salió en un jadeo cortado, como si estuviese llorando por largo rato y casi no pudiese hablar.
—Ya le dije —respondió el sujeto con rudeza. —. ¿Qué no me entendió la última vez?
La mujer se dio el atrevimiento de pasar y entró al departamento, el sujeto no la rechazó, más bien la ignoró.
—Necesito de su ayuda.
El hombre continuó su caminata hacia el fondo de su departamento mientras se quitaba su saco.
—Sólo usted puede ayudarme —insistió ella.
—¡Lárguese! —exclamó el hombre sin piedad, él no sabía expresar eso, tal vez lo sentía, pero no era algo que consideraba parte de sí, al menos en el momento.
La mujer llevó ambas manos al final de su fino vestido y lo retiró de su cuerpo dándole más poder al frío de su demacrado cuerpo.
—¿Esto no es suficiente? —cuestionó.
El hombre de espaldas a ella rodó los ojos, se giró con una mano en su pecho intentando desabotonar su camisa, levantó la mirada y sus dedos se congelaron al instante que sus ojos dieron con la mujer, en todos los años de su carrera, nunca se había topado con algo similar. Escaneó a la mujer de pies a cabeza, todo su escultural cuerpo estaba marcado, moretones rojos, heridas que parecían ser muy recientes.
Aquel sujeto nunca había estado tan impactado en toda su vida, y aunque su rostro no demostraba nada en aquel momento, se estaba quemando por dentro, esa pobre mujer sí necesitaba su ayuda, y todos los casos que tenía a disposición podían esperar, pero ella no.
No quiso ni siquiera imaginar como había terminado en ese estado, su rostro estaba intacto, “lo típico de esos casos de abuso” —pensó. La imaginó sin esas marcas, y pensó, “la tendría atada a mi cama, pero no para manchar ese cuerpazo”
Sacudió levemente la cabeza y con pasos seguros avanzó hasta ella, se inclinó y recogió su vestido, no quiso observar más su cuerpo en tan sólo interior, mucho menos con esas marcas, así que la vistió. Ella no dijo nada, sólo se quitó la peluca, mostrando su cabello negro, no era rubia como quería aparentar, pero sino hacía eso, no estaría allí.
CAPÍTULO #1 CLIENTE PROHIBIDOCuando Marcelo se enteró de que sería tío, se volvió loco, a tal punto de que estaba dispuesto a pegarle una paliza a su hermana, estaba tan furioso que tuvo que mantenerse alejado de casa por dos días hasta que calmara su ira, pero, desgraciadamente el pobre novio de su hermana no se salvó como ella, él sí terminó en el hospital con una golpiza que casi le cuesta la vida.Todo dio un cambio radical, muy radical cuando la pequeña Emely nació, no había quien podía separar a éstos dos, Marcelo era el doble de sobre-protector con la niña que lo que era con su hermana, esa chiquilla se volvió sus ojos, podía estar furioso pero cuando la veía se volvía un niño, sin duda alguna, esa pequeña era su punto más débil.El sujeto se giró sobre su asiento para atender al teléfono, llevó el aparato a su oído mientras golpeaba el lápiz contra la mesa.—Bueno —saludó.—Hola, me preguntaba si podías pasar por Emely a la escuela y llevarla a sus clases de ballet, es su pri
CAPÍTULO #2 Había pasado tan sólo un día desde aquella vez que la vio, su sobrina recibía clases dos veces a la semana, por lo que pronto la volvería a ver, y aunque después de haberse bajado de su jeep luego de dejar a la niña no había podido pensar más en ella, hoy era distinto, puesto que le quedaba tiempo de sobra para hacerlo.Levantó el folder y decidió al fin revisarlo, tenía rato de que su secretaria se lo había traído, pero más distraído no podía estar, esa mujer había llamado demasiado su atención, pero ella ni siquiera la miró, suponiendo que todo el mundo lo conocía, eso era un golpe bajo.—Mierda —masculló colocando sus ojos en los papeles, miró con atención la lista sin dejar pasar ni un sólo detalle. Cerró los ojos con fuerza al ver una cifra demás y sin fecha, molesto se retiró de su escritorio y salió de la oficina.A todos los empleados se les puso la piel de gallina al verlo avanzando entre los escritorios con esa faceta de matar con la mirada, sus pisadas eran más
CAPÍTULO #3 ¿Qué hacía él allí?Su sobrina era una excusa barata para poder ver a aquella mujer que lo había cautivado, pero ése sentimiento sólo crecía cada vez que la veía. Apareció justo cuando ella bailaba la canción “Lento” de Daniel Santa Cruz, y eso sólo empeoró su estado, ella se movía de una manera extraordinaria y profesional, tenía controlado cada paso y no estaba siendo muy controladora, lo estaba viviendo, y él, él llevaba pendiente de cada golpe de cintura, sin importar el mínimo detalle, él llevaba a la par cada paso, sin omitir nada.Por accidente los ojos de la mujer terminaron en los suyos, y no pudo esconder su sorpresa, sorprendido y embobado no se preocupó en apartar la mirada.—Gauuu —exclamó la pequeña. —. Ella sí que sabe bailar —comentó emocionada.“Sí que sabe hacerlo” pensó él algo indignado.Suspiró cuando la música se detuvo, se apresuró en avanzar junto a su sobrina y entrar al salón, la niña se soltó de su mano y fue a reunirse con unas compañeras mient
Melany no estaba en el mejor momento de su vida, aparte de la caída de la empresa de su padre, su madre se encontraba enferma, aunque nunca le faltó nada siempre se mantuvo trabajando en lo que le gustaba, pero aquello no le daba el suficiente dinero para ayudar con la enfermedad reciente de su madre, y aunque con lo que aportaba ayudaba a su padre, mientras más empeoraba su madre, más se iban a la banca rota. Empezó a dar clases extras desde el inicio de la enfermedad de su madre, por más que quería ayudar a su padre con la empresa, no podía, no sabía absolutamente nada acerca de ello, lo que fue una total decepción para ellos, desde un principio ella mantuvo sus puntos claros, y aunque ellos no estaban nada de acuerdos con lo que ella había elegido estudiar, no tuvieron de otra que aceptar, pero era una gran vergüenza para ellos siendo ella la única heredera.Salió de la cocina tomándose un vaso de leche caliente, cuando intentó ir hacia la izquierda para dirigirse hacia
—Tiene una hija muy talentosa —comentó Marcelo. —. Y hermosa —agregó.—Eso sí —Rafael rodeó los hombros de su hija. —. Sino me equivoco es su fiesta ¿no? —señaló hacia Marcelo.—Sí, hemos obtenido uno de los tratos más importantes de éste año para la empresa, nuevos proyectos y entre muchas cosas —habló Marcelo con orgullo.—Eso es grandioso, de hecho tu apellido me es familiar.Mientras Melany se desesperaba, ellos más a fondo entraban en la conversación.—La familia Almeida, producción de azúcar y recientemente de petroleo —dijo Marcelo entrando ambas manos en los bolsillos de su pantalón.El padre de Melany meneó la cabeza asintiendo al reconocer al hombre, y no podía estar más satisfecho de que su hija conociera a tal celebridad, y en su mejor momento.—Papá —Melany llamó a su padre entre dientes. —. ¿Ya terminaste? —preguntó con seriedad.—No me digas que ya te quieres ir —exclamó su padre volteando a verla indignado. —. ¿Te aburriste?Melany no tenía planeado que excusa usaría,
Ella juntó sus manos sosteniendo su celular con fuerza, suspiró, tenía que ponerse fuerte y no decaer. Asintió levemente con la cabeza a la pregunta del doctor.—¿Cuánto tiempo tengo? —preguntó mirando al doctor a los ojos.—Tómate el tiempo que desees —Frank le sonrió comprensible. —. ¿Quieres que te acompañe? —preguntó moviéndose de la puerta.Ella negó con la cabeza.—No te preocupes, muchas gracias.Frank asintió con una sonrisa y se alejó completamente de la puerta dejándola pasar, la observó entrar y con pena se dio la vuelta.Melany hizo lo posible para no hacer ruido al entrar a la habitación, no quería despertarla, en ocasiones no era capaz de verla a los ojos y no poder darle buenas noticias, no poder hacer nada por sacarla de ahí, pero no era su culpa, y no se lo creía, simplemente sentía la necesidad de hacer algo, más bien la obligación de quitarla de esa situación.Observó el frágil cuerpo de su madre tendida en la cama y no pudo evitar recordar lo fuerte y hermosa que e
—Melany —exclamó tratando de que no se notara el disgusto en su voz.Melany se sintió terriblemente incómoda, no le gustaba mucho la presencia de Marcelo, él parecía alguien que quería tomarla y llevársela como si nada si podía.—Estuviste excelente, felicidades —agregó.Melany giró sobre sus talones y le sonrió.—Muchas gracias señor Almeida, no sabía que venía —comentó disimulando su duda.—Quería darte la sorpresa.—Sí que me la dio —fingió su mayor sonrisa y se giró hacia frank tomándolo del brazo. —. Te presento a Frank, el doctor de la familia.—Marcelo Almeida —Frank le estrechó la mano. —. Un placer.—¿Lo conoces? —preguntó Melany sorprendida.—Sí —respondió sonriendo. —. Sólo tú no conocerías una celebridad como él.—El placer es mío —Marcelo retiró su mano del suyo con molestia, pero no lo demostró.—Ya veo —comentó Melany pensativa. —. ¿Has visto a mi padre? ¿No vino?La mirada de Frank no fue una agradable, juntó sus labios en una línea apartando sus ojos de Marcelo para p
CAPÍTULO #8 Se miró en el espejo tratando de encontrar una razón por la que hacía aquello, una vez más había visitado a su madre y no había tenido la oportunidad de escuchar su voz, esperaba la próxima poder hablarle, porque necesitaba no sólo escuchar su voz, sino su opinión. Lo único que quería de ella, era que se aferrara a la vida mientras ella y su padre buscaban los medios para ayudarla, y también a la empresa.Ella se sentía con un arma de doble filo en las manos, y ése, era Marcelo, podía ayudarla, pero también podía ser que la dañara, peor aún, podía elegir sus medios o meterse en la boca del lobo, así de simple.Echó su cabello hacia atrás con elegancia y salió de la habitación, sosteniendo su bolso con ambas manos salió de la casa encontrándose en la entrada con una camioneta estacionada en frente. Vestía un vestido rojo vino con tiras de espaguetis ajustado a todo su cuerpo y llegaba sobre su rodilla, llevaba un collar blanco y un par de aretes del mismo color, una parte