CAPÍTULO #2
Había pasado tan sólo un día desde aquella vez que la vio, su sobrina recibía clases dos veces a la semana, por lo que pronto la volvería a ver, y aunque después de haberse bajado de su jeep luego de dejar a la niña no había podido pensar más en ella, hoy era distinto, puesto que le quedaba tiempo de sobra para hacerlo.
Levantó el folder y decidió al fin revisarlo, tenía rato de que su secretaria se lo había traído, pero más distraído no podía estar, esa mujer había llamado demasiado su atención, pero ella ni siquiera la miró, suponiendo que todo el mundo lo conocía, eso era un golpe bajo.
—Mierda —masculló colocando sus ojos en los papeles, miró con atención la lista sin dejar pasar ni un sólo detalle. Cerró los ojos con fuerza al ver una cifra demás y sin fecha, molesto se retiró de su escritorio y salió de la oficina.
A todos los empleados se les puso la piel de gallina al verlo avanzando entre los escritorios con esa faceta de matar con la mirada, sus pisadas eran más pesadas de la cuenta, o eso imaginaban los trabajadores por el temor.
Lanzó el folder sobre el escritorio de su secretaria y apoyó una mano a su asiento, la chica se encogió sin querer, mordió su labio inferior rezando a todos los santos por dentro. Armándose de valor se giró para ver a su jefe.
—¿Qué carajos es esto? —espetó inmediatamente que tuvo los ojos de su empleada en él. —. Si siempre cometes errores siempre tendré que estar revisando, y aunque debo hacerlo, deberías evitar que desconfíe de tu trabajo...
—Señor yo...
—¿Qué? ¿Necesitas ayuda? O haces bien tu trabajo o le cedes el puesto a otro —dijo con impaciencia y se alejó sin permitirle a la chica refutar.
La joven dejó caer su cabeza sobre el escritorio, estaba frustrada, llena de rabia, no lograba trabajar bien por tanto alboroto, le hacía falta con urgencia algún rincón solitario si tan difícil era que le cedieran una oficina, pues tenía que ganárselo, era nueva en el puesto y para que le cedieran una oficina debía demostrar que podía trabajar bajo bastante presión. Lo que le parecía injusto porque ya tenía tres meses y lo estaba logrando, como para que siguiera en esas.
Marcelo tiró de su puerta y caminó directamente hacia su escritorio, tomó el teléfono y llamó a su secretaria.
—Apúrate que ya debiste tenerlo listo —exclamó molesto, y colgó.
Nadie podía lidiar con ése carácter de m****a que tenía, era demasiado exigente, aunque claramente sus empleados eran bien pagados, no dejaba pasar ningún detalle por alto, ni se molestaba en regañar a ninguno en privado.
Miró la hora en el reloj de su muñeca confirmando que ya era la hora de salida de su sobrina, decidió irse directamente hacia la escuela de baile ya que suponía que su hermana ya había ido por ella.
—Señor, señor —gritaba la chica mientras corría tras él.
Giro sobres sus talones algo molesto por la impertinencia de su secretaria, su giro repentino e inesperado hizo que la pobre Lidia chocara contra él, que era un gigante frente a ella.
—¿A dónde va? —Marcelo arqueó una ceja indignado. —. Hoy iba a ver el terreno para darle una respuesta a los accionista, pronto estarán aquí, no se puede ir —farfulló la joven asustada.
—Está todo hecho Lidia, sólo debes dar la presentación, ¿aún no tienes los planos? —inquirió con incredulidad.
—Entonces pospondré su cita con ellos para lo del contrato y listo —él asintió y le dio la espalda, ella simplemente se retiró cabizbaja.
Cuando Marcelo llegó a la escuela caminó en dirección hacia el salón donde había dejado a su sobrina un día antes, habían varias personas dentro, de hecho su hermana estaba conversando con aquella mujer que le había robado el suspiro. Ésta vez vestía un sencillo vestido crema sobre las rodillas, su cabello tapaba sus hombros descubiertos y su rostro se veía más hermoso de cerca.
Su hermana culminó la conversación, y al fin pudo ver los ojos de ella, eran cafés, su nariz perfilada, sus labios algo gruesos y rojos formaron un sonrisa educada al mirar a su acosador a los ojos. Éste no tuvo ninguna reacción, sólo siguió mirándola hipnotizado hasta que sintió la presencia de su hermana.
—Hola hermano —saludó la mujer.
Marcelo apartó la mirada de su presa y puso sus ojos sobre su hermana, una rubia alta de ojos grises, su hermana era una combinación entre el bien y el mal, era buena y mala dependiendo de las circunstancias, siempre fue rebelde, nunca fue de seguir órdenes, razón por la que terminó en los brazos del peor enemigo de su hermano. Quien sólo debía dar un movimiento en falso, y razón suficiente para que Marcelo le volara los sesos, aunque era evidente que seguía resentido, él quería a su hermana, y estaba esperando lo mínimo para mandar a volar a ése “desgraciado”—para él.
—Hola —respondió con la voz gruesa. —. ¿Es necesario que ella aprenda eso? —preguntó con una expresión de desagrado.
Su hermana ladeó la cabeza.
—Pues si resulta que no le gusta, ella podrá dejarlo —se encogió de hombros.
—Claro —murmuró con desinterés. —. Tú asististe a eso y nunca vi de que te sirvió —arrojó sin medir sus palabras. Echó un vistazo y vio a su sobrina hablando con aquella mujer, el intenso rojo de sus labios resaltaba su sonrisa, radiante. —. Te llevo, vamos —le hizo señas con la cabeza y empezó a alejarse.
—¿Hoy no tenías cita con los accionistas? —preguntó su hermana mientras lo seguía algo incómoda por el comentario antes hecho.
—Sí —contestó cortante.
—Marcelo —el tono tan serio de su hermana sólo indicaba algo. Y él no estaba para ello.
—Esa inversión era nuestra, y sabes perfectamente que él jugó sucio, y me vale madre que ahora seamos socios —declaró con rudeza, sin temer herir los sentimientos de su hermana. Subió a su jeep y esperó que ella lo hiciera en silencio, sacó su celular para escribirle a su secretaria mientras tanto.
—Ha pasado mucho tiempo ¿no crees? —comentó su hermana, con miedo a su reacción.
—No es que el tiempo fuera a detenerse —dijo sarcástico y se echó hacia atrás sobre el asiento para textear en su celular.
—¿Por qué nunca consideras nada? —insistió ella.
—¿Sabes qué espero? —alzó la mirada y le sonrió con malicia. —. El mínimo error para sacar a ese patán de la familia.
—¿Y Emely?
—No le faltaría nada —aclaró sin mirarla.
—Pero si un padre —refutó su hermana.
—Que no le sirve de nada siendo un cobarde.
Su hermana no le volvió a dirigir la palabra hasta llegar a su casa, sabía que con él no se podía tener una conversación en esas fachas.
—¿Vas a pasar?
Marcelo soltó una rista sarcástica, y miró a su hermana por encima de su hombro.
—No gracias hermanita, chao —le hizo un leve ademán con la mano y le indicó a su chófer que arrancara.
Otra vez la imagen de la maestra llegó a su cabeza, y no pudo evitar soltar un hondo suspiro desde lo más profundo de su ser.
[...]
El sujeto regresó a la empresa en busca de una respuesta de parte de su secretaria quién había ignorado sus mensajes a propósito, tenía justificación, ¿Cómo esperaba que lo hiciera cuando estaba tratando de convencer a unos clientes en la ausencia de su jefe de que debían invertir en ellos?
Justo cuando iba de camino hacia su oficina la vio saliendo del fondo de de donde se encontraba su escritorio.
—¿Puedo saber por qué mi secretaria no me contesta? —arrojó sin siquiera esperar que ella estuviese completamente frente a él.
—¿No me dijo que todo estaba hecho y que sólo debía convencerlos? Pues eso estaba haciendo mientras usted llamaba, no me puedo dividir en dos por más que lo intente —espetó la chica sin miedo, estaba harta del trato que le daba. Extendió un folio hacia él. —. Aquí está el contrato, sólo hace falta su firma.
No esperó una respuesta de parte de él y se dio la vuelta de regreso hacia su escritorio para seguir contestando llamadas.
Marcelo estaba sorprendido, pero a la vez conmocionado, al fin había encontrado una secretaria que sí salía de sus casillas, tal vez Lidia al principio parecía una nerd muy tímida, pero no lo era, ella no le temía, sólo lo respetaba por ser quien le permitía poner un plato en su mesa.
Todos quedaron en shock por su atrevimiento, hasta aseguraron que al día siguiente estaría despedida, pero todo lo contrario, al día siguiente, Lidia recibió su oficina para estar más cómoda y poder desempeñarse mejor como la secretaria del dueño de tal empresa.
CAPÍTULO #3 ¿Qué hacía él allí?Su sobrina era una excusa barata para poder ver a aquella mujer que lo había cautivado, pero ése sentimiento sólo crecía cada vez que la veía. Apareció justo cuando ella bailaba la canción “Lento” de Daniel Santa Cruz, y eso sólo empeoró su estado, ella se movía de una manera extraordinaria y profesional, tenía controlado cada paso y no estaba siendo muy controladora, lo estaba viviendo, y él, él llevaba pendiente de cada golpe de cintura, sin importar el mínimo detalle, él llevaba a la par cada paso, sin omitir nada.Por accidente los ojos de la mujer terminaron en los suyos, y no pudo esconder su sorpresa, sorprendido y embobado no se preocupó en apartar la mirada.—Gauuu —exclamó la pequeña. —. Ella sí que sabe bailar —comentó emocionada.“Sí que sabe hacerlo” pensó él algo indignado.Suspiró cuando la música se detuvo, se apresuró en avanzar junto a su sobrina y entrar al salón, la niña se soltó de su mano y fue a reunirse con unas compañeras mient
Melany no estaba en el mejor momento de su vida, aparte de la caída de la empresa de su padre, su madre se encontraba enferma, aunque nunca le faltó nada siempre se mantuvo trabajando en lo que le gustaba, pero aquello no le daba el suficiente dinero para ayudar con la enfermedad reciente de su madre, y aunque con lo que aportaba ayudaba a su padre, mientras más empeoraba su madre, más se iban a la banca rota. Empezó a dar clases extras desde el inicio de la enfermedad de su madre, por más que quería ayudar a su padre con la empresa, no podía, no sabía absolutamente nada acerca de ello, lo que fue una total decepción para ellos, desde un principio ella mantuvo sus puntos claros, y aunque ellos no estaban nada de acuerdos con lo que ella había elegido estudiar, no tuvieron de otra que aceptar, pero era una gran vergüenza para ellos siendo ella la única heredera.Salió de la cocina tomándose un vaso de leche caliente, cuando intentó ir hacia la izquierda para dirigirse hacia
—Tiene una hija muy talentosa —comentó Marcelo. —. Y hermosa —agregó.—Eso sí —Rafael rodeó los hombros de su hija. —. Sino me equivoco es su fiesta ¿no? —señaló hacia Marcelo.—Sí, hemos obtenido uno de los tratos más importantes de éste año para la empresa, nuevos proyectos y entre muchas cosas —habló Marcelo con orgullo.—Eso es grandioso, de hecho tu apellido me es familiar.Mientras Melany se desesperaba, ellos más a fondo entraban en la conversación.—La familia Almeida, producción de azúcar y recientemente de petroleo —dijo Marcelo entrando ambas manos en los bolsillos de su pantalón.El padre de Melany meneó la cabeza asintiendo al reconocer al hombre, y no podía estar más satisfecho de que su hija conociera a tal celebridad, y en su mejor momento.—Papá —Melany llamó a su padre entre dientes. —. ¿Ya terminaste? —preguntó con seriedad.—No me digas que ya te quieres ir —exclamó su padre volteando a verla indignado. —. ¿Te aburriste?Melany no tenía planeado que excusa usaría,
Ella juntó sus manos sosteniendo su celular con fuerza, suspiró, tenía que ponerse fuerte y no decaer. Asintió levemente con la cabeza a la pregunta del doctor.—¿Cuánto tiempo tengo? —preguntó mirando al doctor a los ojos.—Tómate el tiempo que desees —Frank le sonrió comprensible. —. ¿Quieres que te acompañe? —preguntó moviéndose de la puerta.Ella negó con la cabeza.—No te preocupes, muchas gracias.Frank asintió con una sonrisa y se alejó completamente de la puerta dejándola pasar, la observó entrar y con pena se dio la vuelta.Melany hizo lo posible para no hacer ruido al entrar a la habitación, no quería despertarla, en ocasiones no era capaz de verla a los ojos y no poder darle buenas noticias, no poder hacer nada por sacarla de ahí, pero no era su culpa, y no se lo creía, simplemente sentía la necesidad de hacer algo, más bien la obligación de quitarla de esa situación.Observó el frágil cuerpo de su madre tendida en la cama y no pudo evitar recordar lo fuerte y hermosa que e
—Melany —exclamó tratando de que no se notara el disgusto en su voz.Melany se sintió terriblemente incómoda, no le gustaba mucho la presencia de Marcelo, él parecía alguien que quería tomarla y llevársela como si nada si podía.—Estuviste excelente, felicidades —agregó.Melany giró sobre sus talones y le sonrió.—Muchas gracias señor Almeida, no sabía que venía —comentó disimulando su duda.—Quería darte la sorpresa.—Sí que me la dio —fingió su mayor sonrisa y se giró hacia frank tomándolo del brazo. —. Te presento a Frank, el doctor de la familia.—Marcelo Almeida —Frank le estrechó la mano. —. Un placer.—¿Lo conoces? —preguntó Melany sorprendida.—Sí —respondió sonriendo. —. Sólo tú no conocerías una celebridad como él.—El placer es mío —Marcelo retiró su mano del suyo con molestia, pero no lo demostró.—Ya veo —comentó Melany pensativa. —. ¿Has visto a mi padre? ¿No vino?La mirada de Frank no fue una agradable, juntó sus labios en una línea apartando sus ojos de Marcelo para p
CAPÍTULO #8 Se miró en el espejo tratando de encontrar una razón por la que hacía aquello, una vez más había visitado a su madre y no había tenido la oportunidad de escuchar su voz, esperaba la próxima poder hablarle, porque necesitaba no sólo escuchar su voz, sino su opinión. Lo único que quería de ella, era que se aferrara a la vida mientras ella y su padre buscaban los medios para ayudarla, y también a la empresa.Ella se sentía con un arma de doble filo en las manos, y ése, era Marcelo, podía ayudarla, pero también podía ser que la dañara, peor aún, podía elegir sus medios o meterse en la boca del lobo, así de simple.Echó su cabello hacia atrás con elegancia y salió de la habitación, sosteniendo su bolso con ambas manos salió de la casa encontrándose en la entrada con una camioneta estacionada en frente. Vestía un vestido rojo vino con tiras de espaguetis ajustado a todo su cuerpo y llegaba sobre su rodilla, llevaba un collar blanco y un par de aretes del mismo color, una parte
Si bien eran muy obvias sus intenciones, Rafael no esperaba que fuera a tomar la iniciativa de esa manera, aunque a él muy poco le interesaba, sabía que su hija podía ser muy amable y coqueta, pero eso no significaba nada, la conocía y ella no era de ilusionarse, ni encapricharse con nadie.—¿Me estás pidiendo mi consentimiento u quieres un intercambio? —inquirió parándose también.—No, no señor Mendes, quiero que lleguemos a un acuerdo, no pienso estar conquistando a su hija mientras observo como su familia queda en banca rota, y sé perfectamente que ella no me aceptaría nada —explicó. —. No quiero que ella se entere de esto, quiero que lo sepa de mí, sé que puedo convencerla.—¿Estás seguro de que puedes conquistarla? En todo caso de que no funcione, no tendrá que ver con nuestro trato —era irónico lo que estaba defendiendo aquel señor, pero que se podía esperar de personas así, y no hay que culparlo, el dinero es la otra droga mortal del universo.—Le aseguro que no —Marcelo le ext
Melany no lo podía creer, aquel hombre la había citado para tal cosa, ni siquiera sabía lo que sentía en ése momento, sólo que quedó pensativa por unos segundos del shock.Con un hondo suspiro se paró del sofá sin soltar su chaqueta y miró hacia el sujeto.—¿Me citaste para eso? —preguntó con algo de reproche en la voz.—Sí —contestó con firmeza el hombre.—No quiero tu dinero —arrojó la mujer con furia.El hombre meneó la cabeza sin molestarse.—De una mujer como tú me esperaba una repuesta como tal —la miró a los ojos. —. Y no te preocupes, tienes todo el tiempo que quieras para pensarlo.—No necesito tiempo para pensarlo, no quiero su dinero —declaró entre dientes. —. Y sino me equivoco debe haber algo a cambio, no soy la persona correcta para jugar ese jueguito señor Almeida —se dio la vuelta y empezó a alejarse de él para marcharse, mientras daba zancadas su cabello se movía de un lado a otro sobre su espalda, estaba molesta por dentro, y aquel sujeto se salvó de que ella no se