Si bien eran muy obvias sus intenciones, Rafael no esperaba que fuera a tomar la iniciativa de esa manera, aunque a él muy poco le interesaba, sabía que su hija podía ser muy amable y coqueta, pero eso no significaba nada, la conocía y ella no era de ilusionarse, ni encapricharse con nadie.—¿Me estás pidiendo mi consentimiento u quieres un intercambio? —inquirió parándose también.—No, no señor Mendes, quiero que lleguemos a un acuerdo, no pienso estar conquistando a su hija mientras observo como su familia queda en banca rota, y sé perfectamente que ella no me aceptaría nada —explicó. —. No quiero que ella se entere de esto, quiero que lo sepa de mí, sé que puedo convencerla.—¿Estás seguro de que puedes conquistarla? En todo caso de que no funcione, no tendrá que ver con nuestro trato —era irónico lo que estaba defendiendo aquel señor, pero que se podía esperar de personas así, y no hay que culparlo, el dinero es la otra droga mortal del universo.—Le aseguro que no —Marcelo le ext
Melany no lo podía creer, aquel hombre la había citado para tal cosa, ni siquiera sabía lo que sentía en ése momento, sólo que quedó pensativa por unos segundos del shock.Con un hondo suspiro se paró del sofá sin soltar su chaqueta y miró hacia el sujeto.—¿Me citaste para eso? —preguntó con algo de reproche en la voz.—Sí —contestó con firmeza el hombre.—No quiero tu dinero —arrojó la mujer con furia.El hombre meneó la cabeza sin molestarse.—De una mujer como tú me esperaba una repuesta como tal —la miró a los ojos. —. Y no te preocupes, tienes todo el tiempo que quieras para pensarlo.—No necesito tiempo para pensarlo, no quiero su dinero —declaró entre dientes. —. Y sino me equivoco debe haber algo a cambio, no soy la persona correcta para jugar ese jueguito señor Almeida —se dio la vuelta y empezó a alejarse de él para marcharse, mientras daba zancadas su cabello se movía de un lado a otro sobre su espalda, estaba molesta por dentro, y aquel sujeto se salvó de que ella no se
El clima estaba siendo fresco, y el ambiente era cómodo, pero ella no lo estaba, se sentía extraña, pero el lugar era acogedor y bonito. La sala tenía varios sillones negros, las cortinas también eran negras, al fondo había dos habitaciones y un salón de estudio, siendo un Frank un médico, lo normal es que estuviera lleno de libros.—¿Por qué de la nada irían a hacer eso? —la voz de Frank la sacó de sus pensamientos.Levantó la mirada y miró hacia él retirando su brazo del borde del sofá, se movió un poco dejando que él se sentara a su lado sobre el sofá.—Alguien debió de haberles exigido aquello a propósito —comentó entregándole una tasa de café.—No lo sé, y la verdad no tengo cabeza para eso —Melany tomó la tasa con la mirada perdida, sopló levemente antes de llevarlo a sus labios.—Sabes que cuentas conmigo para lo que sea —Frank estiró su mano y le tocó el cabello suavemente.Ella dejó la tasa de café sobre la mesita y se acomodó nuevamente pero ésta vez de frente hacia él.—Has
—Créeme, lo que espero de ti, no tiene comparación a lo que te imaginas.“Y insistente que es el hombre”—pensó con desagrado.—Pero no estoy aquí para hablar del trato, te dije que tenías todo el tiempo que quisieras, no he visto a nadie contigo, sólo quiero estar aquí, sin ningún compromiso.—Gracias, pero estoy bien —respondió Melany secamente. Pero se sintió mal, porque estaba rechazándolo cuando muchas veces ha intentado acercarse, aunque no de la mejor manera tal vez, pero ahí estaba, intentando estar con ella cuando no tenía a nadie con ella en esos momentos tan difíciles.—Bien, pero me gustaría ver a tu madre antes de marcharme, ¿puedo? —la voz de Marcelo se tornó muy seria, giró hacia ella completamente y la miró con neutralidad. Podía ser lo que quería cuando quería, un loco enamorado en ocasiones, en otras un viril y rudo hombre de negocios.—Está bien.—Bien —el hombre meneó la cabeza dándose la vuelta para dirigirse hacia el hospital de regreso.—¿Mi madre te conoce? —pre
Mientras desabotonaba su camisa miraba desde el ventanal de su casa, en su mente estaba ella, a simple vista era un enfermo mental, pero eso se borra con dinero, imposible de refutar, es cuando vas a la guerra en contra de un millón de hombre siendo tú un solo, que desperdicio de tiempo. Es que con el dinero nadie puede defender una buena causa, que pena que la realidad supere la ficción, eso sólo indica que la vida es más cruel que una película.En la vida real los villanos ganan, se ríen en la cara del que intenta defender la buena causa y lo aplasta como cucaracha.Mientras él disfrutaba de pensar en ella, ella sólo sentía escalofríos de sólo pensar que no tenía otra opción en realidad, que desgraciadamente podía terminar en los brazos de su cazador, inmediatamente que dudó fue evidente que iba a caer, y ella estaba dudando, tal vez él era un buen hombre, sino llegaba a sentir nada por él, podía solicitar el divorcio, pero que ingenua no, así como hemos sido muchas una vez, y tal v
Melany mantuvo el equilibrio como pudo y con ayuda de su compañero no cayó, pero su estabilidad fue fugaz, al instante que miró los ojos del hombre que se acercaba supo sus intenciones. Abruptamente intervino usando sus dos manos para mantener un espacio entre su cuerpo y el de el hombre.—No es lo que estás pensando, es un baile, es rápido y ha sido un accidente, me distraje contigo, cálmate —Melany estaba asustada, Marcelo parecía un león dispuesto a devorar y por más que trataba de procesarlo en su cabeza no lo entendía.Marcelo estaba muy dispuesto a golpearlo, y no sólo lo haría por casi tumbarla, sino también por ponerle las manos encima, estaba cabreado y la desesperación por plantar su puño en la cara de ese tipo lo consumía.—Estoy bien —murmuró Melany, confundida y extrañada por lo loco que se veía la situación. ¿Tanto le gustaba?—Espero y tengas más cuidado para la próxima —masculló llenando al pobre hombre de balazos con la mirada.Melany casi soltó una carcajada, quería
Por más que quisiera negarlo, temía que Marcelo lograra conquistarla, pues le estaba interesando el juego, regresó al salón y recogió sus cosas para irse, tenía una cita con su amiga que había vuelto por unos días, unos días que aprovecharía para estar con su pareja, una relación que estaba al borde del colapso, pero que ambos no podían vivir sin el otro.Recogió su cabello en una coleta baja, salió de la escuela y dejó su bulto en el asiento trasero del auto de su padre, seguido se subió y manejó hacia la casa del novio de su amiga. Iba a decírselo, y hacer aquello era aceptar que lo había decidido y que así sería.Se estacionó frente a la casa y luego bajó, vestía un pantalón negro y una blusa blanca de tiras, le daba igual, si mostraba la miraban, sino lo hacía también. Presionó el timbre y le abrió la chica de servicio, la cual la saludó con una sonrisa educada.Sin tardar si dirigió hacia la entrada, en el camino venían dos hombres, pero hubo uno que no conocía, era un rubio de o
Tomó su bolso y dejó su celular a propósito, movió un flequillo de su frente y salió de la habitación. Bajó con tranquilidad, sin apuro alguno, él podía esperar, y aunque no era un buen momento para jugar con la paciencia de un hombre embobado, le daba igual, quería saber cuanto podía soportar. Desgraciadamente Melany estaba demasiada segura con lo que era, tanto así que pensó que ella era la depredadora, cuando la estaban cazando directamente sin ella darse cuenta.Abrió la puerta con su mejor sonrisa, y no era una sonrisa de la que deberías estar orgulloso de provocar, no, era su sonrisa de “llegó la diabla” y eso no era nada bueno.—Hola —saludó Marcelo formalmente.La diferencia entre ambos, era sencilla y clara, Melany era una diabla sin máscara, pero Marcelo, era un demonio vestido de ángel. —Hola —le devolvió el saludo sin apartar la sonrisa de su rostro. —. Eres rápido —comentó saliendo de la casa.—Me urgía verte —declaró Marcelo.Melnay soltó una risita sarcástica.—Extrañ