DE LA CEBOLLA EN POLVO (4)

Sabía que me faltaba la cebolla en polvo y me moví unos pasos para tomarla de una alacena ubicada en la parte superior. “Eso del club de los rebeldes es una pérdida de tiempo. ¿Para qué les puede servir leer, escuchar música y actuar?” continuaba tía Amanda. “No se llama club de los rebeldes, sino el clan de los siete” agregó Adal, hastiado, viéndome parada sobre la punta de los pies intentando tomar el frasco de cebolla en polvo con dificultad. Entonces se acercó hasta mí y me preguntó: “¿Necesitas ayuda, guapa?” y sin darme tiempo a contestar se colocó detrás de mí, pasando sus brazos por encima de los míos y alcanzando el frasco con naturalidad.

Por un instante, su cuerpo tibio y perfumado me cubrió toda, apretándome contra el mesón y lo sentí todo, ¡todo! Su pecho fuerte y

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