«Entonces, vuelve pronto, querida enemiga»Belinda no pudo dejar de pensar en las palabras de Alexander en el aeropuerto, ni con todas las horas y la distancia que ya existía entre ellos pudo apartar el momento de su cabeza. ¿Qué le sucedía con Alexander? ¿De verdad había sido tan loca como para ofrecerle una enemistad con derechos? ¿En qué estaba pensando?Belinda estaba segura de que ni siquiera lo había analizado, simplemente se dejó llevar; tenía que admitir que estaba atravesando un mal momento y se sentía tan vulnerable, como nunca.Descubrir que su padre tuvo una amante no fue tan doloroso como saber que tenía un hermano pequeño, según el reporte, Dereck solo tenía ocho años. ¿En qué estaba pensando Arlene Dawson para embarazarse de un hombre de cincuenta años? ¿En qué demonios estaba pensando su padre para meterse con una chica que podía ser su hija? ¡Arlene solo tenía veinte en ese momento!Un escalofrío le recorrió la columna vertebral, ni siquiera podía imaginárselo. Aunque
—¿Se acabo el drama? —preguntó Mina, mientras caminaban al estacionamiento y dejaban la clínica.—¿Cuál drama? ¿Quién ha hecho drama? —preguntó Holly tomando la mano de su padre.Bastian resopló.—Pues tú, Holly, no puedo creer todo lo que lloraste y para nada —le dijo.Holly le sacó la lengua.—Bueno, ni tan para nada, estaba practicando. Quizá debería ser actriz y no pintora —dijo, quitada de pena.—Yo creo que deberíamos volver a casa y olvidarnos de este pequeño incidente —convino Henry, saliendo en ayuda de su hija.—Estoy de acuerdo, papi, nadie tiene por qué saberlo —aceptó Holly feliz.Mina y Bastian se miraron.—Se enteró todo el hospital —dijo Bastian.Holly se encogió de hombros.—Nadie me conoce y no volveré —aseguró la niña, provocando que su familia se echara a reír por la rapidez de sus respuestas.—¿Qué les parece si vamos a tomar un helado? —preguntó Henry.—¡Super! —gritaron los gemelos.Henry ayudó a Mina a subirse al auto, mientras los niños se acomodaron en la par
El corazón de Belinda se agitó con violencia, no podía creer que el dueño de sus pensamientos estuviera delante de ella, así, tan tranquilo y quitado de pena.—¿Alex? —preguntó, sin poder creer que era él.—¿Me extrañaste, querida enemiga? —cuestionó él con una ligera sonrisa en los labios.Belinda negó, pero no lo expresó, en su lugar, se lanzó a sus brazos y unió sus labios a los labios del hombre.Alexander la atrapó entre sus brazos, la atrajo hacia él sin importar que estaban en la villa pública, en la entrada de uno de los hoteles más prestigiosos de la ciudad y, que posiblemente había cámaras y no de seguridad, sino de algún medio de comunicación.No obstante, todo eso perdió sentido, Alex saqueó la boca de Belinda como si no se hubiesen visto en años, como si no la hubiese besado en siglos.Belinda enredó sus dedos en los cortos cabellos de Alexander, según su poca experiencia con él, Alex se prendía como una llama cuando sus dedos rozaban y presionaban su cuero cabelludo.—¿M
«¿Tienes miedo de averiguarlo?»Belinda no podía creer que hubiese hecho esa pregunta y Alexander no podía creer que ella lo estuviese retando.—¿Quién dijo miedo? —cuestionó él, acariciando el hombro desnudo de la muchacha, haciendo que su piel volviera a erizarse.—¿Qué haces? —un suspiro abandonó los labios de Belinda mientras preguntaba, aunque no necesitaba una respuesta, las habilidosas manos de Alex le respondían de manera silenciosa.—¿Lo hacemos de nuevo?Belinda abrió los ojos como platos, sin embargo, no puso objeción alguna, su corazón se agitó y se entregó al placer que los brazos de Alex le ofrecían.La mañana siguiente llegó y con ella la realidad de lo que habían hecho la noche anterior, por un momento Belinda llegó a pensar que todo había sido un sueño, demasiado vívido, pues sentía su coño dolorido, pero… Alexander no estaba en la cama, su lugar estaba vacío y casi frío. Un nudo se formó en la garganta de Belinda y un escalofrío le recorrió el cuerpo, su corazón doli
«Buenos días»Taylor se levantó de la silla al escuchar a Alec y se paró a su lado.—Buenos días, Alec —respondió con una ligera sonrisa de complicidad.—Buenos días —habló Vanessa viendo a Alec con sumo interés—. ¿Eres el novio de papá? —preguntó, extendiendo su mano.Alec estaba nervioso, nunca imaginó que apenas le diera el “sí quiero” a Taylor, este lo traería a conocer a su única hija.—Sí, ¿tú eres Vanessa?La chica asintió.—Encantada de conocerte —dijo la rubia con ojos de gato.—El placer es mío —convino Alec nervioso.La chica lo notó y se echó a reír.—Tranquilo, no como gente y menos si es el novio de mi padre —dijo entre risas.Alec se sonrojó, todo esto era… extraño. El comportamiento de Vanessa era muy maduro, además no había ni un solo atisbo de rechazo hacia él, tenía muchas razones para estar sorprendido.—Siéntate, bebé —le susurró Taylor al oído, lo tomó desprevenido y Alec no pudo evitar dar un pequeño brinco.—Relájate, Alec, no tienes razones para estar tan tens
Natalia se lamentó haber preguntado, el rostro de Belinda lo decía todo.—Lo siento, no debí…—No te preocupes, no se puede tapar el sol con un dedo y esto es lo que hay —le interrumpió Belinda.—Entiendo —respondió Natalia, sin embargo, la sensación de culpa le quedó como un amargo sabor de boca.Belinda asintió, pero no dijo nada, provocando que un corto silencio se instalara en la habitación.—Puedes contar con todos los recursos de la fundación, Belinda, en casos especiales para los niños del orfanato, también podemos ayudarte. Hablaré con mis padres y los médicos, quizá podemos enviar un equipo a Los Ángeles, de una u otra manera, encontraremos una manera para ayudar a quienes lo necesitan —expuso.—De verdad, muchas gracias.—Ayudar es la razón de esta Fundación, Belinda. Nuestra misión es proteger a quien lo necesita.Belinda estaba convencida de que era así, sabía que la fundación salvaba la vida de cientos de niños al año, desde su creación hasta la fecha, eran muchos los tes
Mientras Mina fue sorprendida por Henry, los mellizos y el resto de la familia; Alexander miró a Belinda, estaba nerviosa, pálida y ojerosa, habían llegado al amanecer a la ciudad de Los Ángeles, Alex creyó que iban a separarse, pero se sorprendió cuando Belinda le pidió quedarse a dormir con él.—Puedes esperar un poco más, Belinda —le aconsejó, ofreciéndole una taza de café, lo necesitaba, la pobre no había podido dormir.—No puedo esperar más, Alex, tengo que hablar con Abraham, tenemos que encontrar una solución a todo esto, quizá darle dinero a Arlene para que se mude a Nueva York y pagar la operación de Dereck, alejarla para que mi madre no se entere…Alexander suspiró.—No conoces a Arlene.—Y no quisiera conocerla, Alex, ¡fue la amante de mi padre!—Cálmate, esto no te hace nada bien, Belinda —le dijo.Ella no respondió, bebió de su taza de café, el calor inundó su garganta y calentó sus entrañas, no había probado bocado desde el desayuno del día anterior.—¿Puedes llevarme al
«Se estaba enamorando». El conocimiento de sus propios sentimientos le asustó, Alexander dio un paso atrás, pues el amor no era algo que estuviera en sus planes, de hecho, esa era la razón por la que se sentía atraído por Belinda. No se amaban, ¿verdad? Alexander miró a la joven, quien estaba en brazos de su amiga, llorando con tanto sentimiento que un vacío se abrió en la boca de su estómago y el sabor amargo le subió a la boca. No sabía si era por verla sufrir de esa manera o por darse cuenta de los sentimientos y emociones que estaba experimentando. Él dio otro paso atrás, temeroso del amor. —Te ves pálido, ¿estás bien? —la voz de Alec y la mano sobre su brazo le impidió huir como había sido su intención. —Sí, por eso tengo que irme —susurró. —No creo que sea buena idea que manejes en ese estado. Alex negó. —Estaré bien, Alec —respondió, liberándose del agarre sin ser brusco, después de todo, era como tener a Adam delante de él, aunque era una mala cosa que no lo fuera. —Ve