Alana se vistió y se sentó en el borde de la cama, buscando el collar que Izan le había regalado. Al colocárselo, sus ojos se posaron con tristeza en su anillo de compromiso. Lo retiró de su dedo y lo guardó. Se dio cuenta de que la vida que había planeado no era la que realmente deseaba. Había seguido el camino correcto a los ojos de Jasiek, pero ahora que las vendas de sus ojos caían, veía que él la había manipulado a su antojo. Era culpable de sembrar en ella un sentimiento de desprecio hacia el hombre que la había amado como a una hija, el hombre que había arriesgado su vida por ella y su madre.Decidió buscar a Izan. Sus pasos eran lentos mientras sonreía al ver a Marta colocando los espejos de nuevo en cada rincón del castillo. La puerta de estudio de Izan estaba abierta, toca y entra sin esperar su respuesta, para encontrarlo sentado sobre su escritorio, sostiene su celular en su oído y su rostro cambia al verla y cuelga la llamada.—Ven — le pidió, extendiendo la mano para que
»Esperé cada una de ellas durante meses, y nunca me atreví a responder. Sus palabras eran diferentes. Ese ser no siente amor, lo sé. Lo viví en carne propia. Pero una parte fantasiosa de mí decía lo contrario, lo quería aunque él nunca me quiso —suelta una risa irónica—, pensarás que soy una estúpida, pero nunca recibí un gesto de cariño de parte de mi padre. Él era el señor y se le debía respeto.Limpia sus lágrimas.»Me esforzaba por odiarlo y no podía. Nunca lo odié. Le temía, y mucho, pero no soy capaz de odiar, ni siquiera a ti que me dejaste, podrías lograr tal sentimiento.Izan sentía un nudo en su garganta y apoyó su mentón en su coronilla, guardando silencio.»Hasta que deseé verlo, y mirar a los ojos al hombre que dañó la vida de mi madre y la mía. Al hombre que nos dejaba pasar necesidades. Dios, Izan, si supieras lo que es dormirse con el estómago vacío. Pero nada es peor que ver a tu madre llorar…—No continúes... Sé que te duele. No es necesario.—Sí lo es. Falta lo peor
La tensión se esfumó del castillo, y vivieron unos días que parecían un espejismo, algo irreal. Cada día avanzaban un poco más en su amistad, y sobre todo, ese sentimiento que habían ocultado bajo llave durante muchos años cobraba más fuerza. Pero Izan tenía claro que no era un cuento de hadas. Debían enfrentarse a su padre, resolver el negocio que tenía en Rusia con el desquiciado ruso, proteger a Alana y alejar a esos árabes de ella.No volvieron a besarse, no porque no quisieran, sino porque un beso no sería suficiente para saciarlos. Alana avanzaba un poco más cada día, pero algo la perturbaba, y ya no era Jasiek. Sino ver a Izan conversar por horas por teléfono. Quería saber por qué no era sincero con ella. No quería lastimarse más, así que ese día se levantó decidida y bajó las escaleras. Pavel se puso de pie al verla y asintió hacia ella.—Puedes sentarte, Pavel. No es necesario que te levantes —le dijo, e Izan extendió su mano hacia ella, llevándola a su lado y dejándo un beso
ALANA GERBER Regresar a casa era lo que más deseaba, pero ahora, no sé qué pasará con esto que crece entre Izan y yo. Si Jasiek era un NO, Izan lo será mucho más. Tal vez me estoy apresurando, sí, tal vez sí. Él mismo ha dicho que no quiere ninguna relación, y lo mejor será poner un stop a esto que poco a poco agarra más fuerza dentro de mí, algo que quise mantener bajo tierra, bajo llave, bajo escombros, pero cuando las conexiones van más allá de lo físico, es imposible hacerlas a un lado.Mientras vamos en el avión, Izan sostiene mi mano y su mirada me escudriña por completo. No ha dicho nada de mi ropa.—Deja de mirarme así —le digo, mirando por la ventanilla, mientras sus dedos hacen círculos en la parte superior de mi mano. Sus caricias son tan tiernas y delicadas, pero sé que dentro de él debe estar contenido.—Te queda hermoso el vestido —susurra en mi oído, y mi piel se eriza—, quisiera verlo mejor si te quitas ese sobretodo.Lo miro a los ojos mientras ajusta su corbata, not
IZAN RIBEIROCada palabra era cierta, no sé en qué momento sucedería, pero la próxima solo dirá mi nombre, solo el mío, hasta que quede sin voz. Alana es la perfección hecha mujer, es tan dulce y frágil al mismo tiempo. Estoy más que seguro que aquel turquíto nunca llegó más allá de un beso, Alana no comprendía lo que sucedía en su cuerpo. Mis tíos la reciben con abrazos. Ahora, sin Pavel, me veo obligado a llevar otro hombre para mantener la farsa. La primera persona a quien confiaré este secreto será a mis padres. Sé que siempre anhelaron verme caminar de nuevo, pero aún no sé qué palabras usar para asegurar su silencio. Mi tío me observa con una mezcla de determinación y amenaza apenas disimulada, y yo, prefiero ignorarlo mientras Alana se acerca al coche.—Nos vemos luego sí— sonríe y muere por darme un abrazo, lo sé, pero algo la detiene o solo no desea demostrar nada delante de todos.—Cuídate mucho, no dudes en llamarme. Estaré con mis padres — le digo con una sonrisa sol para
IZAN RIBEIRO Solo alcanzo a ver el lujoso carro de mi padre acelerando y alejándose de casa. Maldigo entre dientes mientras caminó rápidamente hacia mi coche.—Señor, a sus órdenes.—Anda y quédate con mi madre, no te apartes de su lado. No importa lo que haga, no la dejes sola.—Entendido.Asiente hacia mí y me quedo mirándolo unos segundos, Pavel me fuera nombrado la madre solo por conducir en Boston, aquí noto la diferencia de los que le interesa mi bienestar y los que no. Los motores se calientan y rugen, lo más exquisito y refinado en el mundo automotriz. Este coche lleva mi marca, mi sello, y mi padre tuvo que presenciarlo. No es un vehículo que pase desapercibido. Pagué una fortuna por traerlo aquí, quería que viera lo que soy capaz de crear. Intuyo hacia dónde pudo haber ido y aceleró, buscando atajos por las calles congestionadas de tráfico. Apretando con fuerza el volante, siento una sensación extraña en mi pecho. Ariel llega a mi mente y más que nunca comprendo el miedo y
El frío mordaz de Rusia lo recibe a Pavel con una bofetada al salir del aeropuerto, y un coche espera en la salida, con Tobías al volante. Pero la tensión en el aire es palpable, como una tormenta a punto de desatarse. La mano de Pavel se cierra alrededor de su cuello, la presión cortando el oxígeno.—¿Qué demonios haces aquí? ¿Dónde diablos está Ariel? —la voz de Pavel es un trueno, cargada de furia contenida.—Amigo... —la voz de Tobías apenas es un susurro, sofocada por la garra de Pavel—, está... está con Irina.Pavel lo suelta abruptamente, obligando a Tobías a apartarse del volante con un gesto brusco.—¡Muévete! —grita, su voz, es un eco ominoso—, y reza para que esa loca no le haya hecho ni un rasguño, porque si algo le pasa, el jefe no tendrá piedad de ti.—Triplicamos la seguridad, y luego Irina apareció buscando ayuda. ¡Le habían robado y no podía dejarla afuera con el maldito frío que hace! Sí, le prohibieron la entrada, pero no tenía el valor de dejarla en la calle, y Ari
Los roles se habían invertido: los conocidos se habían convertido en enemigos. Muchas cosas sucedían a sus espaldas, y una persona que se había alejado años atrás luchó con uñas, dientes y puños para infiltrarse en ese mundo. Sabía que en algún momento Izan necesitaría de él, especialmente tras descubrir su pequeña debilidad, su hija. Pavel, al mando de su equipo, se adentra en un territorio prohibido. Mientras avanzan, la nieve cubre sus vehículos blindados. Los hombres que emergen de los arbustos no los atacan; en cambio, les permiten el paso, como si supieran de antemano que vendrían.El Ruso, reunido con sus hombres, cruza los brazos sobre su pecho. Su cabello suelto brilla bajo la luz, y piensa en la ironía: «Después de su padre, ahora el hijo hace tratos conmigo, y creía podría burlarse en mi cara» Espera ansioso conocer al hijo de Felipe Ribeiro. Su antigua Zuka (Mujerzuela, amante) solía decir que el chico era el vivo retrato de su padre, uno de los mejores fabricantes de c