Capitulo 27

El frío mordaz de Rusia lo recibe a Pavel con una bofetada al salir del aeropuerto, y un coche espera en la salida, con Tobías al volante. Pero la tensión en el aire es palpable, como una tormenta a punto de desatarse. La mano de Pavel se cierra alrededor de su cuello, la presión cortando el oxígeno.

—¿Qué demonios haces aquí? ¿Dónde diablos está Ariel? —la voz de Pavel es un trueno, cargada de furia contenida.

—Amigo... —la voz de Tobías apenas es un susurro, sofocada por la garra de Pavel—, está... está con Irina.

Pavel lo suelta abruptamente, obligando a Tobías a apartarse del volante con un gesto brusco.

—¡Muévete! —grita, su voz, es un eco ominoso—, y reza para que esa loca no le haya hecho ni un rasguño, porque si algo le pasa, el jefe no tendrá piedad de ti.

—Triplicamos la seguridad, y luego Irina apareció buscando ayuda. ¡Le habían robado y no podía dejarla afuera con el maldito frío que hace! Sí, le prohibieron la entrada, pero no tenía el valor de dejarla en la calle, y Ari
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