Luego de dejar a las chicas a salvo junto a Tobías, Marc se sube a su moto y se adentra en el oscuro bosque. El rugido del motor y los destellos de los faros iluminan el camino hacia el equipo del Ruso. Sabe que entre ellos hay traidores, pero no le teme a nadie. De ser un hombre débil, se ha convertido en una roca implacable. Ha subido peldaño por peldaño con la promesa de vengarse del hombre que le cambió la vida: Anthony Mancer, el padre de Alana, quien se había fugado de la cárcel hace unos meses.Marc siente un nudo en el estómago al no informar a Felipe para que ponga en alerta Sergio, él confía en encontrar a Mancer primero. Al final, piensa que un inválido no podría hacer mucho.Izan llega junto a Pavel y dos hombres más que esperan afuera. Sus figuras son imponentes: cada uno tiene el cabello largo, algunos rubios y otros cobrizos. Sus barbas espesas y sus ojos grises les dan un aire de ferocidad y misterio. Izan los observa brevemente, sus ojos recorriendo cada detalle, y co
ALANA GERBER ♛♥No sé cuántas horas han pasado, Tobías sigue fuera dando vueltas. El lugar al que nos trajo Marc es increíble, una casona preciosa, cálida y acogedora. Observo a la pequeña que está coloreando sentada en el suelo; no me ha dirigido la palabra desde que llegamos, ni siquiera me mira. Tiene la misma contextura que Izan cuando era niño, con sus cachetes regordetes y unos labios rosados, y su cabello castaño con destellos rubios. Es una niña hermosa.Me acerco a ella y me siento a su lado. Ha dibujado un coche rosa y muchos edificios, que podrían parecer garabatos, pero no lo son, son perfectos. Tiene un gran talento y no puedo negarlo.—Hola... Qué bonito dibujo —le digo, pero cierra el cuaderno con molestia—, ¿quieres algo de comer? Galletas con chocolate.Lo digo con cierta incomodidad. Levanta el rostro y me mira frunciendo el ceño y arrugando la nariz.—Es el carro de mi mami —dice, cruzándose de brazos—, y no quiero nada. Ya comí las calorías que podía.Parpadeo vari
—¿Puedes fingir ser su madre y quererla?Su agarre era firme y delicado, y mi corazón latía con fuerza ante la sinceridad de sus palabras, que parecían súplicas desesperadas.—No debes pedirme nada, Izan. Seré su amiga y su madre si ella me lo permite —lo miré durante unos segundos, y mis ojos se llenaron de lágrimas—, se parece mucho a ti...Izan pasó sus dedos por el cabello de la pequeña, con una ternura infinita, y luego regresó su mirada ardiente hacia mí.—Ven aquí.—No, no. Descansen, mañana hablaremos.—No, Alana. Creo que mereces saber algunas cosas —dijo con voz firme mientras se levantaba, colocaba a la niña en el medio de la cama y buscaba su camisa. Se la puso sin abotonarla, y mi mirada me traicionó, quedándose en su torso desnudo.Él sonrió con una mezcla de diversión y tristeza, y me tomó de la mano, llevándome fuera de la habitación. Caminamos por el pasillo de la hermosa posada, y cada vez me sorprendía más el derroche de plata que ostentaba Izan. Ni mi padre ni el s
—Jasiek, ¿cuándo uno quiere debe demostrarlo, no crees? —pregunta Alana con un tono suave, pero firme.Jasiek deja de escribir en su teléfono y levanta la vista, su expresión se endurece. Alana baja la mirada, sintiendo un nudo en el estómago, anticipando lo que vendrá. Lleva un vestido blanco que cae con sutileza por su figura, acompañado de un sobretodo rosa. Sus dedos se aferran con fuerza al libro, pero Jasiek se lo arrebata con un movimiento brusco.—¡Hey! ¡Devuélvemelo! —le pide, extendiendo la mano para recuperarlo. Observa cómo él abre el libro y lee las páginas marcadas. Sus mejillas se tiñen de rojo mientras continúa—. No soy cualquier mujer, amor. Soy tu novia. Hemos estado juntos durante años y no sé qué está pasando. Antes me dabas besos y ahora solo besas mi frente.Jasiek frunce el ceño y aprieta los dientes, deseando tomarla y hacer más de lo que está en esas páginas, pero no es posible. Su padre lo desheredaría y algunos de sus hermanos menores tendrían el poder.Con
Alana GerberA veces es tarde para muchas cosas, y no soy una persona que dañaría el corazón de una pequeña. Ella no quiere a su padre con alguien más que su madre y la entiendo; no me imagino a mi propio padre con otra persona que no sea mi madre, creo que me rompería en mil pedazos. Ariel estaba oculta bajo su cama; no la saqué de su escondite, sino que me uní a ella entrando también debajo. Sus lágrimas caían y sus ojos estaban perdidos, su mente en otro lugar.Acaricié su cabello y, sin poder evitarlo, mis lágrimas cayeron también. Ella me miró y vio las pisadas de Izan cuando pasó fuera de la habitación y gimió en ese momento de llanto. La dejé llorar y esperé a que ella misma hablara.Estaba celosa, por cómo su padre me miraba y porque veía que su padre me quería más a mí que a su madre. Siguió llorando, diciendo entre hipos que su padre la oculta porque es fea, un patito feo. Su madre siempre le decía lo fea y gorda que era, y que por eso la ocultaba de todos.Quería salir y go
Los latidos de Alana azotaban su pecho con fuerza, como si fueran tambores de guerra. Izan llevaba a Ariel en sus piernas, quien se había dormido profundamente. Tobías iba conduciendo mientras Pavel estaba de copiloto, miraba pensativo por la ventana.—El que debe estar nervioso soy yo, Alana. Cálmate, ¿sí? —le dijo Izan con una sonrisa tranquilizadora, colocando una mano cálida sobre la suya.Alana giró su rostro para mirarlo a los ojos, buscando un refugio en ellos.—Primero debías llegar con tus padres y no pedir a mi madre que hiciera una cena para todos —replicó, su voz temblaba ligeramente de la irritación. Izan curvó sus labios con una sonrisa y tomando su mentón con delicadeza, la acercó para darle un suave beso en los labios.—Hoy sabrán que tengo una hija y que eres mi novia —murmuró contra sus labios, mirándola fijamente.—Tu novia... No me has pedid...—No es necesario, creo que está más que claro, princesa —la interrumpió, mordisqueando suavemente sus labios y dejando esc
—Shh, Alana. Solo quiero hablar contigo en privado...Alana mira a todos lados, queriendo gritar, y el miedo se apodera de ella. Su corazón late con fuerza, y sus pensamientos se atropellan unos a otros. Su respiración se vuelve errática mientras sus ojos buscan una escapatoria.—No grites, no quiero hacerte daño —susurra Jasiek, sus ojos penetrantes fijos en ella.Dentro de la casa, la discusión entre Marc y Sergio se intensifica. Sergio, con el rostro enrojecido y los puños cerrados, trata de mantener la calma mientras Marc mueve sus manos en cada grito, lleno de frustración. —¡Esto no era lo que quería para mi hija! Primero Jasiek y ahora Izan. ¿Qué le pasa a mi hija? ¡Juro que tendré una conversación con Izan! —grita Sergio, su voz temblando de ira y desesperación—. ¿ Alma, escuchaste lo que dijo en mi cara? que era su mujer. Solo de repetirlo quiero morirme. Izan es un mujeriego y para prueba, la pequeña que está arriba.—Amor, calma. Entiende, Alana es una mujer, no es la peque
No podía soportar la imagen de mi hermana conectada a todos esos aparatos. Mis padres la cuidaban mientras Fabián les explicaba con detalles la recaída que había tenido; sus glóbulos rojos habían bajado drásticamente. Yo fui su donador, ya que mi padre no podía por su historial médico y mi madre no se opuso.Maia parecía un ángel, dormida, con esa gran máquina transfiriéndole mi sangre. Pavel se mantenía al margen, pero su preocupación era evidente. Le di un beso, a mi hermanita y, peiné su cabello y, antes de salir, mi padre me detuvo.—Al amanecer, nos iremos a Hong Kong. No dejaré que ese bicho le gane la batalla. Si pudieron curarme a mí cuando ya no había esperanza, pueden sanar a mi pequeña. Quedas a cargo, cuida de las empresas, Izan, y de tu hija. Actúa bien, hijo —me dio un abrazo y palmeó mi mejilla—. ten la llave de mi coche y envía a recogerlo a casa de tu tío.Izan miró a su madre, que solo sollozaba, aferrada a la mano de su hermana.—Los llevaré al aeropuerto, si Izan