<< —¿Qué es lo que te impulsó a querer formar parte del anonimato? —Me preguntó, tras hojear durante un largo rato las hojas con las anotaciones que le había tendido para que las echara un vistazo—. A juzgar por tu manera de escribir, se te da muy bien, tienes talento; entonces, ¿por qué no darte a conocer públicamente? —Le observé detenidamente, intentando averiguar si estaba hablando en serio, o tan sólo intentaba ser “amable”.
—Tan sólo son breves anotaciones sobre cómo voy a desarrollar la biografía. —Observé, arrugando ligeramente la frente, mientras alargaba una mano para coger las hojas,cuando volvió bruscamente la cabeza hacia mí, y me miró con una frialdad que hizo que me quedara clavada dónde estaba, sin atreverme a mover ni un sólo músculo.
—¿De verdad crees que soy tan ignorante, que no sé diferenciar lo que son una anotaciones de un borrador? —Inquirió, sin parpadear siquiera. Yo simplemente me limité a sostenerle la mirada—. Tan sólo he admitido que tienes buena mano con esto, y a juzgar por tu organización, he considerado oportuno destacar el hecho de que podrías darte a conocer profesionalmente. —Apreté ligeramente los labios, empezando a arrepentirme de haber abierto la boca sin haber pensado antes de hablar, pues era obvio que aquél hombre que se encontraba enfrente de mí, no solamente parecía ser una persona estricta, si no que no parecía tolerar que le “corrigieran” lo más mínimo, o que aquél sumamente estúpido se dignara a cruzar una sola palabra con él, y por un momento, yo me sentí una tremenda estúpida por haber dejado muy claro -erróneamente- que sí le consideraba algo “ignorante” por su opinión—. En fin, creo que ya te he robado demasiado de tu tiempo. —Agregó entonces, entregándome los papeles de mala manera—. Creo que será mejor que sigas haciendo tu trabajo, o me saldrás más cara de lo que en realidad vales. —Aunque una parte de mí sabía que era su enfado el que estaba hablando en aquél momento, no pude evitar que aquellas últimas palabras me hicieran daño, pues no solamente había faltado el respeto hacia mi trabajo, si no que había querido humillarme cómo persona, y ésa era una de las pocas cosas por las que no estaba dispuesta a dejar pasar, así que, decidí que si quería jugar a aquél juego, ambos podríamos hacerlo.
—Tal vez yo no sea una de ésas mujeres que se ponen zapatos de tacón alto y posan frente a tu cámara semidesnudas, creyéndose ser “supermodelos” que aspiran a meterse también bajo las sábanas de tu cama. —Le espeté, haciendo que alzara las cejas, sorprendido por mi repentino arranque de ira—. Pero almenos yo tengo la dignidad que ellas perdieron hacen mucho tiempo, y no necesito desnudarme delante de un estúpido arrogante que cree ser el Dios de todas ellas: yo no vine pidiéndote trabajo —proseguí, mientras movía las hojas a la altura de su rostro para que entendiera exactamente a qué me estaba refiriendo—, fuiste tú el que solicitaste mis servicios cómo escritora, cómo el gran narcicista que eres, así que, no te confundas, guapito de cara, yo no soy una “cualquiera” que revolotea a tu alrededor para ser portada de una mugrienta revista, eres tú el que necesita que el mundo entero sepa de tu patética existencia. —Giré sobre mis talones, dispuesta a irme, cuando volví la cabeza para mirarle por encima de mi hombro, y agregué—: Ahora me iré a hacer mi trabajo, porque, efectivamente, ya me has hecho perder demasiado tiempo, más del que te mereces. —Y sin darle tiempo a contestar, me volví de nuevo hacia adelante, sintiendo su mirada clavada en mi nuca, y me dirigí hacia la confortable habitación que él mismo se había preocupado de prepararme para instalarme durante mi estancia.>>
—¡Vaya! —Exclamó Clara, la hermana melliza del hombre al que seguía amando, a pesar de haber resultado ser un cobarde traidor, y quién se había convertido en mi mejor amiga, mientras observaba mi habitación, fascinada—. ¡Este lugar es idóneo para ti! —Sonreí con timidez, siguiendo su mirada: había pintado las paredes de un cálido tono gris que combinaban perfectamente con el tono caoba claro de las puertas del armario empotrado y puerta de acceso a la estancia, y el tono caoba más oscuro del suelo del parqué; era una habitación algo pequeña, pero me encantaba el detalle de tener parte del techo inclinado al estilo de ático, pues había una pequeña ventana en medio que permitía comprobar qué tiempo hacía nada más despertar, o ver las estrellas mientras intentabas conciliar el sueño. En el centro se encontraba la cama de matrimonio, la cuál tenía un cabecero -también de color gris-, que iba a juego con las mesitas de noche.
<<—Eres de las pocas mujeres que poseen una belleza natural. —Comentó Andrés, mientras miraba las fotografías que me había hecho, con fascinación—. Estoy seguro de que si te dedicaras a ello, serías de las modelos mejor pagadas. —Fruncí ligeramente el ceño, tomándome unos segundos para analizar la afirmación de mijefe, aunque no tardé en desechar rápidamente aquella posibilidad: que él viera una belleza inigualable en mí, no significaba que los demás que formaban parte del mundo de la moda fueran a opinar igual.Además, a mí me gustaba la tranquilidad, salir a la calle sin tener que preocuparme de que unpaparazziestuviera acechándome, y viajar por placer, no por necesidad: quería mantener mi vida estable, no que se convirtiera en una especie de espectáculo del que todo el mundo opinaría.—Gracias, pero creo que prefiero seguir pasando inadvertida por el momento.
A pesar de que Talavera era una de esas enormes ciudades en las que podías perderte fácilmente en sus calles, siempre había un camino que te conducía de nuevo hacia casa.Sin embargo, el camino que yo estaba recorriendo, me llevaba a otro lugar, un sitio al que no hubiera regresado nunca, de no haber sido por la estúpida promesa que le había hecho a Clara, tres días atrás.<<Antes de que te quieras dar cuenta, las fotografías estarán hechas, y estarás de nuevo en casa>>, intenté convencerme, mientras me colocaba uno de los auriculares en el oído.<<Además, Clara te aseguró que sería ella la que se encargaría de hacerte las fotos, por lo que ni siquiera verás a Andrés>>.Aquella observación logró animarme un poco, aunque la opresión en el pe
La peor sensación de todas, es perderalgoque realmente nunca has llegado a tener: puedes disfrutar de ello durante el tiempo que crees que existe, pero cuando descubres que tan solo ha sido una mala jugada del destino o de tu propia mente, todo ese gozo desaparece como si una fuerte ráfaga de aire se lo llevara, dejando en su lugar una agria realidad a la que te niegas aceptar.Habían pasado ya largos meses desde que yo había sufrido aquella experiencia, y sin embargo, todavía me dolía recordarlo.Me había pasado cerca de tres días sin salir de la cama, llorando sin parar por haber sufrido unapérdidaque en realidad no había existido, y solo había dormido cuando el cansancio mental había podido conmigo.
Algunos globos se habían desprendido del cordel que los mantenían sujetos a las serpentinas que habían colgado en el techo, e iban y venían de un lado para otro, empujados por los movimientos de pies de la gente que estaba bailando en la pista en aquel momento, o por pura diversión de algunas parejas que habían decidido pasárselos los unos a los otros, como si todavía fueran niños pequeños, a pesar de que aquella fiesta significaba el fin de la secundaria: algunos seguirían estudiando el bachillerato para poder entrar en la universidad,, y otros, simplemente, empezarían a buscar trabajo, porque el estudiar no era lo suyo; tras cuatro intensos años en los que todos y cada uno de nosotros habíamos tenido nuestros más y nuestros menos, habíamos descubierto que en la vida ni todo es bueno, ni tampoco malo, y sobretodo, habíamos abierto los ojos en cuanto quiénes eran realmente buenos amigos, y quiénes solo les interesaba a
—Voy a hablarte sin rodeos. —Dijo con decisión Yago López, propietario de la conocida empresa de joyas italiana Fascino, quién tenía una sede afincada en la ciudad, tras limpiarse los labios con la servilleta, visiblemente nervioso—. Quiero que trabajes exclusivamente para mí. —Abrí los ojos como platos, sorprendida por aquella petición: ¿de veras me estaba pidiendo que formara parte de su empresa?—. No sé porqué, pero desde que hiciste la última campaña de publicidad para Fascino, he logrado vender muchísimo género, más de lo esperado. —No sabía si tomarme aquello como un cumplido, o en parte como ofensa, y no dudé en hacérselo saber, pues no estaba dispuesta a aceptar que me hubiera invitado a uno de los restaurantes más elegantes de la ciudad, para insultarme sutilmente, y que luego esperase que trabajara para él.—¿Acaso insinúa que no soy lo suficientemente atractiva? —Aquella pregunta pareció desconcertarle, pues frunció ligeramente el ceño—. ¿O tal vez que no estoy a la al
Siempre había escuchado que cuando una persona está enamorada, suele idealizar ese amor, convirtiéndolo en algo único, especial, como si esa persona no tuviera ningún defecto, como si fuera incapaz de tener maldad.Claro que también había escuchado que una persona que está enamorada, suele tener una venda en los ojos, y es por eso que nunca puede ver lo que los demás ven.Hasta que algo sucede, la venda se cae, y tienes la sensación de darte bruscamente de bruces contra una enorme pared de hormigón llamadarealidad.Tras mi breve y tenso encuentro con mi exnovio en elRuiz de Luna, me había dado cuenta de que yo lavendaque todavía pendía en mi cuello había caído por completo: d
—¿Estás segura de que no quieres que pase a recogerte?—Me preguntó Andrés, con un deje de preocupación en su tono de voz, haciendo que una tierna sonrisa se dibujara en mis labios—. Acabo de salir de la reunión, podría estar ahí en cinco minutos...—No te preocupes, amor.—Lo tranquilicé, mientras miraba de un lado para otro antes de cruzar la calle—. Estoy bien. Además—agregué,antes de que pudiera replicar—, ya estoy yendo para casa.—Pude intuir ciertaconfusiónal otro lado de la línea.—¿Cómo?—Balbuceó finalmente, con