Algunos globos se habían desprendido del cordel que los mantenían sujetos a las serpentinas que habían colgado en el techo, e iban y venían de un lado para otro, empujados por los movimientos de pies de la gente que estaba bailando en la pista en aquel momento, o por pura diversión de algunas parejas que habían decidido pasárselos los unos a los otros, como si todavía fueran niños pequeños, a pesar de que aquella fiesta significaba el fin de la secundaria: algunos seguirían estudiando el bachillerato para poder entrar en la universidad,, y otros, simplemente, empezarían a buscar trabajo, porque el estudiar no era lo suyo; tras cuatro intensos años en los que todos y cada uno de nosotros habíamos tenido nuestros más y nuestros menos, habíamos descubierto que en la vida ni todo es bueno, ni tampoco malo, y sobretodo, habíamos abierto los ojos en cuanto quiénes eran realmente buenos amigos, y quiénes solo les interesaba acercarse a ti por interés.
Tras largos meses de duro trabajo, excursiones inolvidables y malos -y no tan malos- ratos, los caminos de unos se separarían de los de los otros, y tal vez, el destino haría que nos reencontráramos de nuevo, con la cabeza amueblada, un hogar propio y con una hermosa familia de la que poder presumir siempre que nos viniera en gana.
Aunque una parte de mí deseaba perder de vista de una maldita vez a alguna que otra víbora que había intentado envenenarme con su falsedad y envidia, lo cierto, es que la otra gran parte de mi ser, sentía una tremenda pena de que en verdad todo ya terminara. <<Tal vez mamá tenga razón, y estoy en una edad difícil>>, me dije, mientras cogía mi refresco para dar un par de sorbos, sin dejar de mirar a la gente que seguía pasándose el globo, entre risas. <<No me entiendo ni yo>>.
Solté un profundo suspiro, y me volví hacia la que había sido mi compañera e íntima amiga en aquel loco mundo salvaje que aguardaba en el interior de los muros del instituto, y a jugar por su fruncimiento de ceño, supe que todavía estaba muy cabreada por las votaciones para la elección de la Reina del BAile de aquella noche.
—Si sigues arrugando la frente de esa manera, lograrás que te salgan arrugas antes de los veinte. —Le comenté, antes de acercarme de nuevo el vaso a los labios para dar un nuevo sorbo de mi limonada. Sandra volvió su rostro hacia mí, sin cambiar la expresión de su cara, y me dedicó una severa mirada.
—Es que no logro entender porqué la gente ha votado a esa estúpida. —Dijo finalmente, sacudiendo la cabeza con pesar—. Es mala estudiante, egoísta y egocéntrica; en cuatro años, solo se ha limitado a copiar en los exámenes y limarse las uñas en clase en vez de coger apuntes. No ha logrado nada académico, no se ha preocupado en intentar mejorar la calidad de vida que hemos llevado aquí dentro. ¡Por el Amor de Dios! —Exclamó entonces, haciendo que por poco me echara lo que quedaba de bebida en mi vaso encima al sobresaltarme—. ¡Si ni siquiera es guapa! ¡Yo almenos tengo cualidades, logros! Entonces, ¿por qué demonios la han elegido a ella para que se la Reina, y no a mí? —Podía comprender su frustración, y din duda alguna, compartía su opinión.
Sin embargo, tal y como descubriríamos en el mundo real, la justicia no siempre tenía lógica.
—Tú tienes cuerpo y cerebro. —Intervino entonces Kyle Aguirre , tras darme un tierno beso en la mejilla para luego tomar asiento a mi lado—. Ella simplemente un cuerpo. —Echó una rápida mirada por la superfície de la mesa redonda, y no tardó en coger el bol donde todavía quedaban algunos frutos secos.
Mi amiga profundizó su fruncimiento de ceño.
—¿Insinúas que ella ha ganado porque tiene un cuerpo llamativo? —Inquirió, tras intercambiar una rápida mirada conmigo. Kyle ni siquiera se inmutó ante aquella insinuación.
—Todo lo contrario. —Contestó, negando con la cabeza, mientras seguía llevándose los cacahuetes a la boca—. Insinúo que ha ganado porque más de uno se la ha llevado a la cama. —Entonces, volvió su rostro hacia mí, y clavando sus ojos grisáceos en los míos, agregó—: Yo soy de ese uno por ciento que no lo ha hecho. —No pude evitar que una tímida sonrisa se dibujara en mis labios.
—O quizás se las haya ingeniado para amañar los votos. —Aventuró mi amiga, cada vez más molesta—. No me extrañaría lo más mínimo viniendo de alguien como ella...
—Es posible. —Admitió nuestro amigo, volviéndose de nuevo hacia ella mientras asentía con la cabeza—. Pero si tuviera que apostar, me arriesgaría por la primera opción; hacedme caso, la fama que tiene, se la ha ganado a pulso. —Entonces, como si de repente hubiese recordado que debía de tener buenos modales, alargó el bol prácticamente ya vacío hacia mí, invitándome a que tomara cuenta de su contenido.
Negué con la cabeza, sonriéndole de nuevo.
—Ya no te comas más la cabeza por eso. —Dije entonces, decidiendo intervenir de nuevo en la conversación—. Fíjate en mí, ni siquiera se me pasó por la cabeza presentarme como candidata: tan solo es una estúpida representación teatral, no sirve para nada...
—Aún y así, eres guapa. —Inquirió mi amiga, mirándome con atención—. ¿Por qué conformarte con ser una simple estudiante más? ¿Por qué no intentar destacara entre los demás? —Kyle y yo cruzamos una rápida mirada—. Aunque pueda parecer una tontería, a mí me hubiese gustado ser coronada esta noche. —Apartó la mirada de nosotros, avergonzada.
—Está bien, si eso es realmente lo que quieres, te ayudaré con eso. —La informé entonces, mientras me inclinaba ligeramente hacia adelante para coger mi mochila del suelo.
—¿Ayudarme? —Repitió, tras parpadear con rapidez, confusa—. ¿Acaso vas a encararte públicamente con esa estúpida para acusarla de haber hecho trampa con las votaciones -o en el peor de los casos, de haber conseguido votos a cambio de abrir sus piernas-? —La alarma se reflejó en sus bonitas facciones, para luego dar paso a la preocupación—. No quiero desanimarte, amiga, pero me temo que aunque tuviéramos razón, tendrías las de perder...
—Tengo una idea mucho mejor que esa. —Le aseguré, esbozando una tímida sonrisa. Y sin decir nada más, saqué con cuidado la corona que había confeccionado para aquella noche, logrando que la preocupación se desvaneciera de su rostro para dar paso a la sorpresa—. No importa si una corona es de oro o de insignificantes materiales. —Agregué, mientras se la tendía, sin borrar la sonrisa de mis labios—. La gente puede distinguir a una reina de verdad aunque se ponga una bolsa por sombrero. —Con un ligero temblor de manos, mi amiga la cogió finalmente con cuidado, y la observó detenidamente, incapaz de pronunciar palabra alguna.
Entonces, me di cuenta de que las lágrimas rodaban por sus mejillas.
—Voy a hablarte sin rodeos. —Dijo con decisión Yago López, propietario de la conocida empresa de joyas italiana Fascino, quién tenía una sede afincada en la ciudad, tras limpiarse los labios con la servilleta, visiblemente nervioso—. Quiero que trabajes exclusivamente para mí. —Abrí los ojos como platos, sorprendida por aquella petición: ¿de veras me estaba pidiendo que formara parte de su empresa?—. No sé porqué, pero desde que hiciste la última campaña de publicidad para Fascino, he logrado vender muchísimo género, más de lo esperado. —No sabía si tomarme aquello como un cumplido, o en parte como ofensa, y no dudé en hacérselo saber, pues no estaba dispuesta a aceptar que me hubiera invitado a uno de los restaurantes más elegantes de la ciudad, para insultarme sutilmente, y que luego esperase que trabajara para él.—¿Acaso insinúa que no soy lo suficientemente atractiva? —Aquella pregunta pareció desconcertarle, pues frunció ligeramente el ceño—. ¿O tal vez que no estoy a la al
Siempre había escuchado que cuando una persona está enamorada, suele idealizar ese amor, convirtiéndolo en algo único, especial, como si esa persona no tuviera ningún defecto, como si fuera incapaz de tener maldad.Claro que también había escuchado que una persona que está enamorada, suele tener una venda en los ojos, y es por eso que nunca puede ver lo que los demás ven.Hasta que algo sucede, la venda se cae, y tienes la sensación de darte bruscamente de bruces contra una enorme pared de hormigón llamadarealidad.Tras mi breve y tenso encuentro con mi exnovio en elRuiz de Luna, me había dado cuenta de que yo lavendaque todavía pendía en mi cuello había caído por completo: d
—¿Estás segura de que no quieres que pase a recogerte?—Me preguntó Andrés, con un deje de preocupación en su tono de voz, haciendo que una tierna sonrisa se dibujara en mis labios—. Acabo de salir de la reunión, podría estar ahí en cinco minutos...—No te preocupes, amor.—Lo tranquilicé, mientras miraba de un lado para otro antes de cruzar la calle—. Estoy bien. Además—agregué,antes de que pudiera replicar—, ya estoy yendo para casa.—Pude intuir ciertaconfusiónal otro lado de la línea.—¿Cómo?—Balbuceó finalmente, con
Eché un vistazo a mi alrededor, sintiendo como mi corazón parecía encogerse cada vez más dentro de mi pecho: todos los recuerdos que formaban parte de mi vida, aquellos objetos que habían decorado la estantería que había colgada encima de la televisión y en la vitrina que se encontraba al lado de esta, los cuales habían sido una muestra de las experiencias que me habían enseñado a ser quién era, habían sido cruelmente destrozados, cuyos trozos se encontraban esparcidos por toda la pequeña sala de estar.Quién quiera que hubiese entrado en mi nuevo hogar, lo había hecho con un solo propósito: advertirme de alguna forma de que acabaría también conmigo.—Parece ser que no se han llevado nada. —Comentó entonces la detective de policía, Wanda García, siguiendo mi mirada—. A juzgar por el destrozo que han hecho, es evidente de que se trata de algopersonal. —Volví la cabeza bruscamente hacia ella, haciendo que me crujiera el cuello al hacerlo—. ¿Ha tenido recient
Regresar a casa, era volver al lugar que un individuo había invadido, destruyendo lo poco que había llegado a lograr en la vida: mi corazón se había reducido a cenizas después de que la ira que había sentido tras ver como las fotografías y regalos que me habían hecho yacían en mil pedazos esparcios por el suelo, abrasara mi pecho.Era por eso que había decididohuirde mi hogar, encontrar consuelo en alguien que quisiera escucharme.Y Melina era la que había tenido que hacerlo.Relatarle de mis propios labios una historia que no era para nada ficticia, había despertado en mí el temor de que el peligro que ya me había acechado en el pasado, hubiera decidido regresar de nuevo: un peligro a cuyo agresor no le
—¿Estás segura de que no nos olvidamos nada? —Preguntó Andrés, echando un último vistazo a nuestro alrededor, comprobando que realmente así fuera.—Las ganas de volver. —Comenté en un murmullo, haciendo que volviera entonces la cabeza hacia mí, sorprendido—. ¿De verdad tenemos que regresar? ¿Tan pronto? —Una ligera sonrisa burlona se dibujó en su rostro al escuchar el tono infantil con el que yo había formulado aquellas preguntas, y por un momento, no pude evitar sentir cierta vergüenza por mi comportamiento.—¿De veras no te apetece volver a tu querida ciudad natal? —Inquirió, acercándose a mí para rodear mi cintura con sus fuerte brazos, atrayendo mi cuerpo hacia el suyo—. Creía que no podías estar tanto tiempo fuera de ella... —Ensanchó su sonrisa, al tiempo que yo fruncía el ceño.—Eso era antes de conocerte. —Repliqué, encogiéndome de hombros. Andrés alzó las cejas, sorprendido—. Yo antes tenía una vida tranquila, podía ir a cual
Apreté sobre el icono cuyo dibujo era una pequeña televisión, y automáticamente, el comedor de mi casa apareció en la pantalla del teléfono, haciendo que abreira los ojos como platos, fascinada.A continuación, pulsé la flecha que se encontraba en la esquina inferior izquierda, y seleccioné sobre el icono en forma de tenedor: la cocina no tardó en aparecer esta vez enfrente de mis ojos.—Entonces, puedo vigilar mi casa desde cualquier lugar en el que me encuentre, y cuando quiera, ¿verdad? —Pregunté, sin dejar de toquetear los iconos.—Exacto. —Me dijo el técnico, echando un breve vistazo a mi teléfono móvil, con expresión divertida, para luego concentrarse de nuevo en las hojas grapadas que tenía en sus manos, supuse que para comprobar que todos los datos estuviesen correctos—. El sistema de vigilancia va conectado a su teléfono móvil en todo momento, y si alguien se atreviera a entrar de nuevo, la avisaría de inmediato, al mismo tiempo que enviaría una llamada de
—Parece un chico muy majo. —Fruncí ligeramente el ceño, mientras zarandeaba con suavidad el sobrecito de azúcar, antes de rasgarlo. Melina me dedicó una tímida sonrisa, tras hacer un breve gesto a su compañero, informándole así de que se iba a tomar un breve descanso—. No solo te ofrece un contrato de trabajo, si no que además un hombro dónde apoyarte: ¿sabes lo que eso significa? —No hacía falta ser muy lista para saber, incluso hasta un ciego podría verlo; sin embargo, yo no quería profundizar en el tema, y mucho menos en aquella cafetería.—Tan sólo intenta ser amable. —Repliqué, encogiéndome de hombros para quitarle importancia, evitando su mirada—. Algonormalen alguien que quiere lograr su propósito. —Vacié el cont