Luego de un largo recorrido a través de la ciudad, llegamos a una enorme mansión que parece sacada de una película. Connor se abaja primero y mantiene la puerta abierta para mí. Salgo del auto mirando su casa con asombro e incredulidad.
—Ven, entremos —me invita poniendo su mano en mi espalda baja como si fuera algo natural entre nosotros. Esta es la segunda vez que me toca, y no voy a engañarme diciendo que no me gusta, porque es todo lo contrario.
Nerviosa, camino hacia la puerta de la mansión seguida por él. Alguien abre antes de que lleguemos; una mujer de mediana edad, piel morena y un cabello cenizo con presencia de canas, me da la bienvenida con una sonrisa amplia y me invita a pasar. Miro a Connor y él asiente dos veces con gesto estoico. Cruzo la puerta y avanzo solo algunos pasos, los suficientes para que él pueda entrar, y miro todo con estupor. Nunca estuve en una casa tan inmensa como esta, mucho menos en una donde cada mueble y adorno debe costar todo mi salario de un año en el club. Es que hasta me da miedo tocar algo, si llego a romper una cosa, me convertiré en la esclava de Connor de por vida.
—La habitación de la señorita García está lista, como pidió —anuncia la mujer mirando a Connor.
—Gracias, Carmen, le avisaré para que le lleve de comer.
Carmen asiente y se va, dejándome sola con Connor. Él me indica a dónde debo ir y, una vez más, lleva su mano a mi espalda como si necesitara tocarme. Debería reclamárselo, pero, siendo honesta, no me molesta que lo haga. Nos dirigimos a las escaleras y aparta la mano de mi espalda cuando comienzo a subir. Al llegar arriba, me guia hasta la habitación que destinó para mí y me abre la puerta, sosteniéndola hasta que paso. Entro y lo primero que noto es la hermosa vista del lago Washington, que se muestra a través del amplio ventanal de suelo a techo como si de una pintura se tratara.
—¿Te gusta? Puedo mandar a cambiarla si algo no es de tu agrado —menciona a mi lado.
—Así está perfecta, es una habitación preciosa, Connor. Gracias —contesto con una sonrisa de oreja a oreja. Nunca imaginé que alguna vez dormiría en una habitación como esta, es sorprendente, tiene una enorme cama ubicada en el centro de la habitación que está cubierta con una sábana color crema muy bonita. Al frente, hay un televisor unas cincuenta pulgadas colgado en la pared. A la derecha, en la esquina, se encuentra un sofá orejero rosa claro sobre una alfombra blanca felpuda y, al lado, una lámpara de pie metalizada.
—Todo es nuevo, me mudé hace poco hace poco aquí, nadie ha usado antes esta habitación, tú serás la primera —me cuenta mirándome por encima del hombro.
—¿Vives solo? —Le pregunto indiscreta, aunque Connor ha husmeado en mi vida sin pedir mi permiso, es justo que me cuente sobre su él.
—Sí, aunque ahora que estás tú...
—No viviré aquí, solo soy una huésped. Me iré en un par de días —aseguro interrumpiéndolo. En cuanto pueda hablar con Kate, le pediré que me dé alojo hasta que pueda volver a trabajar.
—¿Por qué tienes tanta prisa por irte? La casa es grande, la habitación está libre, puedes quedarte el tiempo que haga falta.
—Lo agradezco, pero no creo que sea buena idea.
—El médico ordenó reposo, no puedes irte. Y no lo harás —impone como si tuviera que hacer lo que él mande—. Hay ropa en el clóset y productos de aseo personal en el baño —añade antes de caminar hacia la puerta.
—¡No puedes obligarme a quedarme! —le grito segundos antes de que salga. No sé si me ha escuchado o no, pero no pienso hacer lo que diga.
Si se comporta como mi dueño sin que haya aceptado su propuesta, no imagino cómo sería si me caso con él.
Lo mejor es que me vaya, le diré a Kate que me dé hospedaje hasta que pueda pagar una habitación, ella es la única que puede ayudarme. Pasaré esta noche aquí y mañana me iré.
Con esa decisión en mente, busco algo de ropa en el closet antes de tomar una ducha. Y no es que esté haciendo lo que el todopoderoso de Connor Brooks diga, la verdad, me urge bañarme y cambiarme este feo uniforme por algo más cómodo y bonito.
—¡Híjole, hay un chingo de ropa aquí! —pronuncio estupefacta. Solo el closet mide más que mi habitación en México. Hay blusas, vestidos, faldas, pantalones, jeans, shorts, zapatos, lencería, pijamas, ¡y todo de mi talla! Es una locura, no puedo creer que sea cierto. El señor controlador ha pensado en todo, se ha tomado demasiadas molestias por mí, y no puedo dejar de preguntarme por qué. Pero no quiero pensar en eso en este momento, quiero disfrutarlo mientras dure. Elijo un vestido rosado y me lo pruebo enseguida, elijo unos zapatos que combinen y camino en el armario como si estuviera en una pasarela. Me miro en el espejo ubicado al final del pasillo y sonrío, me encanta como me queda el vestido, se amolda a mi silueta a la perfección, como si lo hubieran hecho a mi medida.
Tocan la puerta de la habitación y me sobresalto porque estaba distraída. ¿Será él? Me apresuro a abrir y veo a una muchacha de cabello cenizo y ojos cafés sosteniendo en sus manos una bandeja. La dejo pasar y lleva la bandeja a la mesita. Le doy las gracias y hace un gesto con la cabeza de reverencia antes de irse.
Curiosa, quito la tapa de la bandeja y descubro con sorpresa que se trata de una hamburguesa de doble carne, patatas fritas y una malteada de chocolate. ¡Esto ya es demasiado! Connor sabe hasta lo que me gusta comer.
Mi estómago gruñe y comienzo a devorar todo enseguida, estaba famélica.
Más tarde, la misma empleada doméstica, vuelve para retirar la bandeja y me entrega un teléfono móvil que me ha enviado Connor junto con los medicamentos que me recetaron.
—Si me necesita, puede enviarme un mensaje, soy Mary, el señor Brooks agendó mi número en su teléfono.
—Muchas gracias, Mary.
—Para servirle, señorita —responde con un asentimiento.
—Dime Olivia, por favor —le pido con amabilidad.
—El señor Brooks no lo permite —replica con una disculpa en su mirada.
—¿En serio? —enarco una ceja. Ella asiente juntando los labios—. Bueno, pero él no tiene porqué saberlo, tú dime Olivia, quedará entre nosotras —propongo con un guiño.
—No puedo, lo siento —se disculpa nerviosa y sale de la habitación como si la persiguiera un una legión de zombis.
Connor debe ser un jefe terrible si esa pobre chica se ha ido así de asustada. Ahora estoy más convencida de que debo marcharme.
Estoy tentada a usar el teléfono que me envió, pero no quiere deberle otra cosa. Sin embargo, necesito llamar a Kate para preguntarle si puede recibirme en mi casa y para contarle lo que ha pasado, debe estar preocupada. Le envío un mensaje a mi amiga diciéndole que me llame en cuanto pueda, porque a esta hora está trabajando y no nos permiten usar el móvil, y le escribo a mamá diciéndole que perdí mi teléfono y por eso no me había comunicado. Mamá me responde casi al momento preguntándome porque no le había escrito, que pensaba que algo malo me había pasado. Y sí pasó, pero nunca le cuento nada que pueda preocuparla. Nos escribimos un rato y después nos despedimos. Mientras espero que Kate me llame, me acuesto en la cama pensando en todo lo que ha sucedido desde ayer. Sigo dándole vueltas a la propuesta de Connor porque el dinero es tentador, aunque no es una decisión fácil, estaría atada a él durante un año. Por otro lado, mis padres cuentan conmigo y, con lo que gano en el club,
Cuando llego con Kate, me recibe con un abrazo y me arrastra al sofá para hacerme el respectivo interrogatorio. Quiere saberlo todo en detalle, su curiosidad no tiene límites. Y como sé que no va a dejar de atosigarme hasta que lo haga, le hablo de lo que considero más importante. —Le gustas, Oli, eso es más que obvio —asegura mi amiga luego de darle una versión editada de lo que fueron estos días con Connor. —No, Kate. Nada es obvio cuando se trata de Connor Brooks. Su actitud es cambiante y también es misterioso de una manera que me incómoda. —Pero dime una cosa, Oli. ¿No te atrae ni un poquito? —Me mira dudosa. —Sí, claro que me atrae. Connor es muy guapo, ¿por qué crees que me fui? Me asusta, Kate, me asusta mucho que termine enamorándome de él —me sincero sabiendo que ella lo entenderá, conoce mi pasado y todo lo que sufrí. —Sí, para mí también sería difícil no involucrar mis sentimientos. Pero, Oli, no puedes cerrarte por completo al amor por el miedo de un corazón roto.
Apenas Kate se da cuenta de que la llamada ha terminado, me interroga sobre la conversación que tuve con Connor y se sorprende mucho cuando le cuento que me mudaré con él esta misma noche. Y esto es solo el comienzo, le dije que aceptaría todo y no sé qué planes tiene él para mí. Puede pedirme lo que quiera y a todo debo decirle sí, así no me guste. Pero no me importa si tengo que convertirme en la esclava de Connor si ese dinero le salva la vida a mi padre. Le envío un mensaje a mi madre pidiéndole su número de cuenta bancaria y el monto de la operación y se lo reenvío a Connor en cuanto me responde. Diez minutos después, Connor me avisa que ya lo ha transferido y enseguida le informo a mamá. Un par de horas más tarde, mamá me dice que la cirugía fue programada para primera hora de la mañana, que papá se encuentra estable, aunque está muy nervioso porque nunca lo han operado. Le pido que me mantenga al pendiente de todo y me despido de ella cuando siento que no puedo aguantar más la
Capítulo 10Nerviosa, entro a la habitación donde me espera Connor con expresión seria. ¿Por qué está tan de malas? No me atrevo a preguntarle porque no quiero que se enoje más. Ojalá se le pase pronto el malhumor porque está insoportable.—Encontrarás todo lo que necesites en el vestidor, cámbiate por algo más… adecuado —dice mirándome de arriba abajo con desaprobación—. Es la puerta de la izquierda, tienes diez minutos.—Sí, señor —pronuncio con ironía, Connor Brooks saca lo peor de mí.—Lo dejaré pasar esta vez porque aún no conoces mis reglas, pero no toleraré ese tipo de comportamiento —advierte autoritario, haciéndome enfurecer.¿Qué hará si no cumplo sus reglas? ¿me castigará?¡Lo odio, lo odio, lo odio! Sin decir nada, entro al vestidor y cierro la puerta con seguro para cambiarme por algo que complazca al señor arrogante. No sé que carajos le pasa, actúa como un hombre completamente distinto, uno que cada vez aborrezco más.Comienzo a revisar el closet y veo prendas nuevas q
Fue muy difícil quedarme dormida junto a Connor sabiendo que estaba casi desnudo y siendo muy consciente de lo atractivo que es. Entiéndanme, ha pasado mucho tiempo desde la última vez que estuve con un hombre y él tiene la sorprendente habilidad de alterarme las hormonas con la misma facilidad que consigue enojarme. Apenas abro los ojos, noto que él no está en la cama. Me rendí tanto que no me di cuenta en qué momento se levantó. El reloj sobre la mesita de noche marca las nueve de la mañana. ¡Es tardísimo! Él dijo que saldríamos temprano, a menos que haya cancelado el viaje. Me levanto de la cama y corro al baño urgida por hacer pis, no me paré en toda la noche y estoy que estallo. —Lo siento, lo siento —grito cubriéndome los ojos cuando veo a Connor saliendo de la ducha desnudo en toda su gloria. ¡Y vaya tamaño! Esa será una imagen que no olvidaré.Abandono el baño, muerta de la vergüenza y Connor sale un minuto después con una toalla colgando en sus caderas y el cuerpo rociado
¡Ah! Tengo tantas ganas de gritar que apenas me puedo contener. Connor Brooks es el hombre más exasperante que he conocido. Tal vez por eso tuvo que pagar para que me casara con él, porque ninguna mujer lo soporta. Alcanzo unas tostadas, huevo y dos trozos de beicon y comienzo a comer para complacer al señor actitud. Él suspira hondo y se sirve jugo en un el vaso. Me ofrece un poco y asiento sin mirarlo, sigo disgustada con él, no merece ni que le hable. Sin decir nada, llena el vaso y se sirve el desayuno. No le presto atención a lo que elige porque me importa muy poco si come o no. Cuando terminamos el desayuno, se pone en pie y anuncia que es hora de irnos. Y como he decidido aplicarle la ley del hielo, me levanto de la silla y lo sigo hacia el exterior de la casa, donde nos espera un auto negro que es conducido por el mismo chofer que nos trajo ayer. Connor me abre la puerta, me deslizo en el asiento hasta quedar en la otra puerta. Connor se sube después manteniéndose en el otro
—Tranquila, todo estará bien —susurra Connor acariciándome el cabello con suavidad, demostrando que no es el hombre de hierro que ha estado aparentando todos estos días. —No entiendo por qué no me responde, estoy muy preocupada —pronuncio entre lágrimas. —Haré unas llamadas para intentar obtener información —promete separándose de mí. Y en el momento que se aleja, me doy cuenta de lo mucho que me gustaba que me tuviera cerca. —Gracias, Connor. Él asiente dos veces y sale de la habitación enseguida. Espero que pueda hacer algo, estoy muy angustiada. Mientras espero que vuelva, no dejo de pensar en ese abrazo y en lo que sentí estando junto a él, en el olor de su perfume, en la candidez de su cuerpo, en sus manos sobre mí… Cada vez que tenemos algún tipo de acercamiento, olvido el trato y todas sus reglas y solo pienso en besarlo. Pensé que la parte más difícil de cumplir el trato sería fingir que lo amo, pero creo que lo difícil será evitar enamorarme de él. Pasa casi una hora
Connor ha evitado mirarme desde que subimos al auto, parece tenso, o tal vez siga enojado conmigo por el comentario que hice antes. Pero no pienso disculparme por eso, es más, estoy considerando exigirle un mejor trato. Si él tiene sus reglas, yo debería tener las mías también. —Todas las miradas estarán sobre ti esta noche, solo sígueme la corriente y todo saldrá bien —enuncia Connor rompiendo el silencio cuando el auto se detiene en el sótano del edificio. —Vale —pronuncio consiguiendo que no me falle la voz a pesar de los nervios. ¡Ha llegado la hora de actuar como la prometida enamorada de Connor Brooks! Diosito, ayúdame a no meter la pata. Como siempre, Connor se baja antes y me espera delante de la puerta. Y apenas estoy afuera, entrelaza nuestros dedos y me lleva de su mano hacia el ascensor, que nos espera con las puertas abiertas. Entramos y él presiona el botón de la azotea, son veinte pisos desde aquí. Su suave y cálida mano sigue sujetando la mía durante el ascenso