Mi cuerpo voló por los aires, pasando por encima de las cabezas de quienes peleaban de mi lado, impactó con fuerza contra la fachada del castillo y cayó con un golpe sordo sobre el césped maltratado unos metros debajo. Tosí, expulsando tierra y sangre, y me quedé inerte unos segundos, disfrutando del descanso momentáneo que mi cuerpo estaba obteniendo.
Diez segundos después me levanté mientras un gruñido de dolor salía de mis labios, estiré mis extremidades y tomé dos espadas cortas con cada mano, una de oro y otra de plata, para luego regresar a la batalla, la cual, lamentablemente, estábamos perdiendo.
— ¡Hope!—Me llamó Calíope, quien se encontraba sobre una de las cabezas de su mascota, comencé a correr hacia ella y salté, Calíope me tomó por la muñeca y me ayudó a subir a la cabeza a su derecha.
Lloré durante horas, tratando de asimilar mis pérdidas. Me mantuve sobre el césped ensangrentado en posición fetal, recordando los momentos buenos con cada uno de los que había perdido. Y, sobre todo, recordando a mi mayor pérdida: mi hijo menor.—Hope. —Levanté la mirada y al centré en Calíope y Esme, la primera me miraba con compasión y la segunda simplemente se limitaba a observarme. —Es hora de irnos, pero queremos darte algo antes.Limpié el rastro de lágrimas en mis mejillas y permití que me ayudaran a levantarme. Una vez que estuve en pie, Esme asintió en dirección a Calíope y esta se limitó a abrir una enorme grieta en el césped. Llamaradas de diferentes colores salieron despedidas de ella mientras se abría y, una vez que disminuyeron su tamaño y calor, un hombre de largo cabello negro y rasgos afilados no
Tres brujas desdichadas y rencorosas robaron a una preciosa bebé de ojos grises el 9 de diciembre de 1998. Ellas la hechizaron, dándole a la bebé el doble de su fuerza, más velocidad, mayor resistencia y lo más importante, la capacidad de curarse de heridas mortales por sí sola y escapar de las garras de la muerte las veces que sean necesarias. Los años pasaron, la bebé pronto se convirtió en niña y fue ahí donde comenzó su condena. Volvieron a pasar los años, convirtiendo a la niña en una hermosa chica, dejando atrás su infancia llena de entrenamientos, cicatrices y palizas, llevándola a convertirse en la Cazadora, una mujer despiadada, letal, y temida por muchos.
Un año atrás…Mi corazón latía desbocado en mi pecho, mi respiración estaba agitada pero silenciosa y mis piernas se movían a toda velocidad, intentando dejar a la bestia atrás.Mis sentidos me gritaron una alerta por lo que me arranqué la ballesta del pecho, miré sobre mi hombro y disparé, pronto se escuchó un aullido de dolor indicándome que había dado en el blanco.Me detuve en seco y volví sobre mis pasos, encontrándome a un gran lobo de pelaje castaño con mi flecha atravesada en el lomo, el lobo me gruñó y alcé una ceja, colocando otra flecha en la ballesta, apunté y disparé, acabando con su despreciable vida en cuestión de segundos. Aparté un mechón de cabello negro que se había zafado de la coleta que llevaba en lo alto de mi cabeza, me puse la ballesta al hombro y ca
— ¿Señorita Green, está escuchándome?—Preguntó el profesor con molestia, parpadeé varias veces y sacudí la cabeza. —Preste atención de una buena vez.—Lo lamento, señor. —Dije volviendo las manos en puños debajo de la mesa. La clase siguió y yo solo bufé, estúpida universidad.Comencé a juguetear con mi cabello antes de tensarme al sentir un tirón en la vena del cuello a la derecha, eso significaba que un maldito chupa sangre estaba cerca.—Profesor, ¿puedo ir al baño? Es urgente.—Cinco minutos. —Dijo sin mirarme, tomé mi mochila y salí corriendo fuera del aula, con la adrenalina comenzando a inundar mis venas.Salí de la universidad sin detener mi paso y llegué al comienzo del bosque, donde sentí un tirón en la vena de la izquierda, justo al
Abrí los ojos y todo lo vi blanco, volví a cerrarlos y al abrirlos todo estaba completamente negro, confundida, repetí la acción de abrirlos y cerrarlos, y me encontré siendo observada por la Luna del Alpha.—Hola. —Dijo haciendo un amago de sonrisa.—Hola. —Dije en un susurro ronco.— ¿Te duele algo? —La miré con obviedad. —Lo siento, soy mala haciendo conversaciones con los prisioneros.—Ya me di cuenta.Intenté sentarme en lo que sea que estaba recostada y una oleada de un dolor atroz me recorrió desde la cadera, por toda la columna vertebral, hasta mi cabeza, por lo que volví a recostarme con cuidado.—Cedric quiere saber tu nombre, y a menos que quieras que esto se repita, debes decírselo.—El conocimiento es poder y yo no pienso otorgárselo.—Eres brillante, pero tambi&eacut
Luego de perderme y vagar por el bosque lo que se me hizo una eternidad, al fin logré llegar a la manada, ya que la mansión de los Alphas y la cabaña de los Betas se encontraban un poco apartadas de la manada en sí. Salí de entre los árboles y caminé cabizbaja entre las criaturas, intentando que nadie me reconociera, al final llegué a un puesto donde preparaban comida de todo tipo y miré entre babeante y anhelante un plato de carne y pasta.— ¿En qué puedo ayudarte?—Preguntó una amable mujer apareciendo frente a mí con una sonrisa, la cual hacía ver más atroz la cicatriz que recorría todo su rostro.Oh, mierda, yo la cacé.—En nada, ya me iba. —Dije con voz ronca y le di la espalda, queriendo evitarme problemas.—Espera, ¿eres nueva?—Preguntó posando una mano en mi hombro, me tensé
Me levanté con dificultad del sofá en el que dormía desde hacía una semana y caminé arrastrando los pies hasta la cocina, donde el olor de tocino siendo cocinado había despertado mi hambre.—Hola. —Dije a Spencer, quien cocinaba, e hice una mueca de dolor al sentarme en el taburete frente a la isla de la cocina.Como era habitual no tuve respuesta alguna de su parte, únicamente se limitó a dejar un plato de tostadas con mantequilla untada encima y tocino frente a mí, mi estómago gruñó con fuerza y me apresuré a ingerir mi desayuno en silencio, disfrutando del sabor del tocino en mi boca.Repentinamente Colm entró corriendo en la estancia seguido por Luther, quienes me empujaron por los hombros al pasar por mi lado y de una forma u otra terminé en el suelo con un golpe sordo, para luego sentir cómo la sangre comenzaba a correr por mi espalda
Desperté cuando sentí a alguien poner una manta en mi espalda desnuda, ocasionando que me estremezca de dolor.—Lo siento, no quería despertarte. —Dijo Colm seco, lo miré y me quité la manta de encima, ya que estaba haciendo que escocieran mis heridas. —Hace frío, podrías enfermarte.—Duele. —Dije simplemente y volví a recostar mi cabeza en el reposabrazos.—Spencer podría ayudarte con eso. —Dijo Luther apareciendo con un tazón de palomitas recién hechas.—Estoy bien.—Bien, entonces muévete que quiero ver una película.—Es prácticamente mi cama.—Es mi casa, yo mando, tú obedeces. Largo.Me levanté furiosa del sofá y me tambaleé ligeramente al hacerlo, sacudí la cabeza para apartar la bruma de cansancio y dolor que rondaba en mi ca