Gruñí de frustración mientras luchaba contra las ataduras que rodeaban mis brazos y tobillos, sin éxito. Los demás parecían tener los mismos problemas mientras los esqueletos nos miraban fijamente, o eso parecía que hacían sus cuencas vacías.
— ¿Qué es lo que quieren?—Mascullé, escuchando a Korbin llorar a unos metros.
—No es lo que nosotros queramos, sino lo que ella quiere. —Explicó Abraham mientras observaba a Mathyas, quien de abrazaba a la pierna de Colm, a mi lado. — ¿Él es mi hijo?
—Técnicamente. —Contesté, cortando de manera imperceptible las ataduras con una de mis dagas.
—Ya no. —Contestó Colm al mismo tiempo que yo, Abraham lo miró con ambas cejas alzadas. —Su padre murió, tú eres una copia de lo que él fue.
— ¿Y q
¿Por qué tardas tanto en despertar?¿Hope?Hope.¡Hope!Abrí los ojos y gemí ante el dolor de cabeza estridente que me atacó, masajeé mis sienes y miré a mi alrededor con la vista borrosa, esforzándome en enfocar. Una vez que logré hacerlo encontré el rostro ceñudo de Matty a unos centímetros de mí.—Se fueron. —Lo miré sin comprender, él se sentó en mi estómago mientras cargaba a Korbin. —Papi y tío Woody se fueron con los malos. —Hizo un puchero y Korbin lo imitó.— ¿Dónde están los demás?—Miré a mi alrededor mientras nos sentaba con cuidado.—No lo sé, tío Ezra hizo magia y nos trajo aquí. —Se pegó a mí, temblando, Korbin se quejó
Puse los ojos en blanco tras los párpados y gruñí, sintiendo las cadenas rodeándome entera, mientras mis parejas gritan órdenes con tendencias homicidas hacia mis ayudantes en mi cabeza, grité e intenté librarme de mis ataduras, en vano.¡Debes matarlo a todos!¡Córtales la cabeza!¡Despedaza a sus hijos!¡Destruye… su… hogar!Resiste, Hope, ignóralos.¡Colm!¿Qué? No voy a apoyar sus tendencias homicidas.— ¿Hope?—Miré a Aria con los ojos entornados, ella tenía en brazos a Korbin, quien se removió, desesperado, en sus brazos al verme. Jadeé e intenté tomar a mi pequeño.—Dah dah. —Balbuceó él, tirando sus bracitos hacia mí.Qu&
(N. A.: No suelo actualizar los Domingos, como ya se habrán dado cuenta, pero solo por ser Halloween les regalo esta bella actualización. ¡Que la disfruten!).Grité y me llevé una mano a la mejilla, donde la sangre corría a raudales, moví la mandíbula, asegurándome de que estuviera bien, y miré con odio a Luther.—Admiro tu manera de mentir, Luther, por un momento en serio creí que lo decías en serio.—Lo que dije es cierto, pero ella tomó el control, de nuevo. —Se miró las manos, ahora convertidas en zarpas. —No puedo resistirme, Hope, ella manda sobre mí y yo debo obedecer, o por lo menos mi cuerpo.Resoplé y comencé a rehacerme la coleta improvisada que en un inicio había hecho, sin despegar la mirada de la de Luther, quien se había sentado contra una enorme r
— ¿Qué has hecho?—Dije con un hilo de voz, repentinamente débil y, creo, pálida. — ¿Qué has hecho?—Repetí, furiosa y mareada.—Lo que tenía que hacer. —Y, sin mirarme, le devolvió a Korbin, Asedora sonrió abiertamente y chasqueó los dedos, una especie de portal azul comenzó a formarse frente a ella.— ¿Qué harás? ¿Lo matarás?—Eso tendrás que averiguarlo. Verás, Cazadora, la muerte de alguien querido luego de unos años se supera, pero, en un destierro a un paradero sin conocer genera angustia eterna, siempre estarás preguntándote dónde está tu querido hijo, desquiciándote ante el pensamiento sobre si estará vivo o muerto, y eso, querida, es lo que espero sufras. —Una sombra comenzó a emerger de entre la luz azul. —Arw
Di otro trago a la botella de cristal que contenía el líquido ambarino, disfrutando del escozor que producía en mi garganta al pasar por ella.Estaba confinada en la habitación que compartía con Arwood en el castillo en ruinas, Mathyas dormía plácidamente sobre mí, a veces hablando en sueños o moviéndose. Mientras tanto me emborrachaba en nombre de Korbin, pues no podía dejar de pensar en él y en su incierto destino.La vena del lado izquierdo de mi cuello dio un tirón, anunciándome la presencia de un hombre lobo en la habitación. Inhalé hondo y abrí los ojos al percibir el aroma de Abraham.— ¿Vienes a regodearte de mi sufrimiento?—Inquirí con una sonrisa amarga y volví a beber de la botella, acabándome su contenido.—Nunca me ha gustado verte sufrir, Hope, y lo sabes. —Se sentó
Tres sombras de carácter masculino aparecieron tras ella y la luz inundó la habitación, Calíope y yo miramos en dirección a la puerta y Colm entró seguido de Spencer y Cedric, quien mostró los colmillos.— ¿Quiénes son?—Bramó, miré con atención a los recién llegados al igual que Calíope.—Ay, mierda. —La escuché murmurar al reconocerlos.El más alto de los tres recién llegados era rubio cenizo, sus ojos eran dorados y tenía una especie de cicatriz en el pómulo izquierdo en forma de un rayo. Era extremadamente atractivo. Su cuerpo era fornido y debía medir dos metros, si no es que más.El siguiente chico tenía los rasgos del rostro más marcados, su piel era morena y rizos castaños obstruían la visión de sus ojos oscuros. Tenía una impresionante ca
Mi cuerpo voló por los aires, pasando por encima de las cabezas de quienes peleaban de mi lado, impactó con fuerza contra la fachada del castillo y cayó con un golpe sordo sobre el césped maltratado unos metros debajo. Tosí, expulsando tierra y sangre, y me quedé inerte unos segundos, disfrutando del descanso momentáneo que mi cuerpo estaba obteniendo.Diez segundos después me levanté mientras un gruñido de dolor salía de mis labios, estiré mis extremidades y tomé dos espadas cortas con cada mano, una de oro y otra de plata, para luego regresar a la batalla, la cual, lamentablemente, estábamos perdiendo.— ¡Hope!—Me llamó Calíope, quien se encontraba sobre una de las cabezas de su mascota, comencé a correr hacia ella y salté, Calíope me tomó por la muñeca y me ayudó a subir a la cabeza a su derecha.
Lloré durante horas, tratando de asimilar mis pérdidas. Me mantuve sobre el césped ensangrentado en posición fetal, recordando los momentos buenos con cada uno de los que había perdido. Y, sobre todo, recordando a mi mayor pérdida: mi hijo menor.—Hope. —Levanté la mirada y al centré en Calíope y Esme, la primera me miraba con compasión y la segunda simplemente se limitaba a observarme. —Es hora de irnos, pero queremos darte algo antes.Limpié el rastro de lágrimas en mis mejillas y permití que me ayudaran a levantarme. Una vez que estuve en pie, Esme asintió en dirección a Calíope y esta se limitó a abrir una enorme grieta en el césped. Llamaradas de diferentes colores salieron despedidas de ella mientras se abría y, una vez que disminuyeron su tamaño y calor, un hombre de largo cabello negro y rasgos afilados no