Capítulo treinta y siete.

Gruñí de frustración mientras luchaba contra las ataduras que rodeaban mis brazos y tobillos, sin éxito. Los demás parecían tener los mismos problemas mientras los esqueletos nos miraban fijamente, o eso parecía que hacían sus cuencas vacías.

— ¿Qué es lo que quieren?—Mascullé, escuchando a Korbin llorar a unos metros.

—No es lo que nosotros queramos, sino lo que ella quiere. —Explicó Abraham mientras observaba a Mathyas, quien de abrazaba a la pierna de Colm, a mi lado. — ¿Él es mi hijo?

—Técnicamente. —Contesté, cortando de manera imperceptible las ataduras con una de mis dagas.

—Ya no. —Contestó Colm al mismo tiempo que yo, Abraham lo miró con ambas cejas alzadas. —Su padre murió, tú eres una copia de lo que él fue.

— ¿Y q

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