El muelle estaba envuelto en una bruma ligera cuando Patrick llegó apresurado, con el corazón latiéndole con fuerza en el pecho. Sus pasos resonaban contra la madera húmeda, cada uno más pesado que el anterior, cargado de una urgencia que apenas lograba contener. Grace estaba junto a sus padres y hermanos quienes la estaban despidiendo. La joven frunció el ceño al divisar la gran figura del abogado que se dibujaba en la bruma que estaba en el lugar y no pudo evitar asombrarse al verlo.— Pero... —musitó perpleja— ¿Qué hace él aquí?John y Annie se dieron vuelta, para ver al recién llegado.— Abogado —dijo el hombre con seriedad apenas Patrick llegó hasta ellos— ¿Sucede algo? ¿Maddie está bien?El abogado, tragó saliva su agitación se aceleraba a medida que su ansiedad crecía. La imponente e intimidante figura de John tampoco ayudaba.Respiró hondo y avanzó un paso más.Ya estaba allí y debía hablar.— No... John, yo... yo necesito hablar con Grace antes de que ella se vaya—dijo, con
Madelaine entró con gran ímpetu y firmeza a la jefatura de policía seguida por el conde y Patrick. Su elegante y bella figura no estaba afectada por los visibles golpes que aún yacían en su cuerpo.— Exijo ver a mi esposo—dijo seria y con voz de mando—. Lo quiero ver ¡Ahora mismo!Todos los presentes detuvieron las tareas que estaban realizando para mirarla. Un oficial se acercó a ella mirándola con el ceño fruncido.— Disculpe señora. No tengo el placer de conocerla, pero usted no es nadie para exigir nada en este lugar.Madelaine sostuvo la mirada del oficial con una expresión de absoluto desdén. No estaba allí para que la detuvieran con protocolos o normas absurdas. Había sufrido demasiado, y su paciencia estaba agotada.—Soy Madelaine Aston Townsend —anunció, enfatizando su apellido con orgullo—. Y créame, oficial, si me dice una vez más que no tengo derecho a exigir, me aseguraré de que su capitán tenga una conversación muy incómoda con mi tío, el conde de Lancaster y mi padre, G
Cuando el detective Sullivan accedió a regañadientes a la firme exigencia de Patrick y el conde a que dejara que Maddie y Blake hablaran solos, la pareja se quedó en silencio por un instante, mirándose a los ojos como si trataran de dilucidar que estaban pensando el uno del otro.— No tendrías que haber venido aquí, Madelaine Aston—dijo, Blake mirándola con seriedad—. Sabes que corres un grave peligro, ¿no? Sigues siendo la misma obstinada y caprichosa de siempre.Los ojos de Maddie centellearon con furia. Odiaba que la llamara por su nombre completo; eso significaba que realmente estaba molesto.—No me hables así, Blake Townsend —espetó, cruzándose de brazos—. Si estoy aquí es porque sigues haciendo lo mismo de siempre. ¿Y sabes qué? Ya no más. No seguirás decidiendo por mí. No puedes simplemente declararte culpable de algo que no has hecho y esperar que Patrick me aleje de ti. ¡Y encima me envías un ridículo documento de divorcio!Blake la miró incrédulo, como si sus palabras lo hub
Madelaine irrumpió en el edificio del Daily News con pasos firmes y decididos. Su porte inflexible y la mirada encendida solo anunciaban una cosa: un inminente dolor de cabeza para David Hamilton. Los empleados que se cruzaban en su camino se apartaban instintivamente, sintiendo la tormenta que se avecinaba.La secretaria de David advirtió la intempestiva llegada de la joven y se paró de su escritorio de inmediato para detenerla.— ¡Señorita... señorita no puede pasar! —le gritó interponiéndose en su camino.Maddie se detuvo y la miró con altivez.— Señora —la corrigió —. Soy la señora Townsend y le guste o no, voy a ver a su jefe. Así que, apártese ahora mismo de mi camino o la derribaré a usted y a cualquiera que se interponga en mi camino.La secretaria se quedó impávida ante la declaración de la joven quien, ante la inacción de esta, Maddie le dio un leve empujón sacándola de su camino. Entró a la oficina de Hamilton, abriendo la puerta de manera intempestiva y cerrándola detrás d
— Don Vitale, en la puerta hay una dama que exige hablar con usted de inmediato —le susurró al oído el hombre, pues Carlo estaba en una reunión con jefes de distintas familias.El Don lo miró frunciendo el ceño.— ¿Una mujer? Pero ¿Qué quiere? —le dijo por lo bajo con voz firme, pero con enojo—. Sabes muy bien que no me gusta que me molesten.— Es que la dama insiste en verlo y dice que no se moverá de la puerta hasta que hable con usted, que lo que tiene que decirle, es muy importante.El poderoso hombre suspiró profundamente. Él no era de atender reclamos y mucho menos si venía de las mujeres. Pero asintió.— Va bene, dejala pasar y que me espere. ¿Te dijo cómo se llamaba?— Eh, sí. Su nombre es, Eleanor Parker.Don Carlo frunció el ceño y lo miró.— Mmm, no la conozco. ¿Qué tanto querrá hablar conmigo?— No lo sé Don Vitale. Lo único que sé es que es una dama muy distinguida.El Don asintió con la cabeza, pero la curiosidad lo invadió. Si bien no era de su costumbre, había algo en
La sala quedó en un pesado silencio, roto solo por los sollozos de Carlo. La figura de Gianna, ante él, era como una sombra del pasado, pero viviente. El Don, generalmente tan firme y calculador, ahora se veía completamente quebrado por la aparición de su hermana, una figura que creía perdida para siempre.Gianna se mantuvo de pie frente a él, con la misma compostura que la había caracterizado en sus días de vida, pero con una furia contenida que la hacía aún más intimidante. Eleanor, a su lado, la observaba en silencio, mientras Carlo intentaba recobrar algo de su compostura.— ¿Cómo? —musitó Carlo, su voz quebrada por la emoción—. ¿Cómo es posible? Creí que... creí que te había perdido para siempre...Gianna lo miró fijamente, su expresión era mezcla de dolor y rabia, pero también de una determinación feroz.— ¡¿Perdido?! —dijo, con desdén— Por favor, Carlo. No me vengas con ese teatro. Sé toda la verdad, él mismo Mark me lo dijo el día en el que se llevó a Blake.Carlo levantó su m
La noticia de la libertad de Blake no se hizo esperar mucho. Fue tan sorpresiva que ni siquiera Patrick tuvo el tiempo suficiente como para llegar a la jefatura e informarse como había sucedido eso.Para cuando llegó los reporteros ya estaban agolpados en la puerta del lugar, incluso el del Daily News.El abogado alcanzó a divisarlo y disimuladamente, se acercó a él.— Espero que esta vez, te dignes a escribir la verdad y no sigas las estúpidas instrucciones de tu jefe —le susurró amenazante—. Porque te prometo que iniciaré una demanda contra ti y ese periódico de mierd@ y los hundiré en papeles.— ¿Me está amenazando abogado? —dijo, el periodista, de manera desafiante—. Le recuerdo que existe la libertad de prensa, no es nadie para hacer eso.Patrick esbozó una media sonrisa, mostrando su desdén.— No, yo nunca amenazo. Es una promesa y yo siempre cumplo mi palabra. De eso, no tenga dudas —dijo, tocándose su elegante sombrero y con un leve movimiento de su cabeza, despidiéndose.Patr
Apenas entraron en la habitación matrimonial que poseían en su mansión, Blake atrapó a Maddie entre sus fuertes brazos, decido a no dejarla escapar nunca más.Después de muchos días sin ella, tenerla entre sus brazos le parecía un sueño hecho realidad.— Aun no puedo creer que estés aquí conmigo, en nuestra casa —le dijo, dándole un suave y profundo beso en la frente—. Juro por el amor que te tengo, que pensé que esto jamás volvería a suceder... mi pequeña... mi pequeña y dulce gatita.Maddie sonrió coqueta y complacida. Le acarició la mejilla y luego se puso en punta de pies para depositarle varios besos leves en los labios al hombre.— Gatita, si haces eso no podré contenerme por mucho tiempo y lo sabes. Pero sé que en tú condición no podemos hacer lo que tanto deseo —suspiró con resignación—. Eres tan bella... tan única y mía, toda mía.La besó apasionadamente, sus lenguas se entrelazaron en una danza vigorosa y sedienta, rogando por más que lo que en ese momento estaban dándose.L