A pesar de su férrea negativa tanto Henry como John acompañaron a Blake a la jefatura de policía. Ninguno de sus dos hombres de confianza sabia a ciencia cierta que pretendía hacer su jefe, pero si sabían una cosa: pasara lo que pasara, estarían a su lado. — Muchacho, yo no sé que pretende al venir aquí—le dijo John cuando llegaron a la puerta del lugar—. Pero le ruego que piense bien las cosas. Usted no ha hecho nada y no tiene porque estar aquí. Blake esbozó una media sonrisa. Había en ella un dejo de agradecimiento hacia el hombre, pero también de tristeza. — Creeme John que si no supiera quien está detrás de esto, me hubiese quedado en el club o posiblemente buscando al culpable. Pero sabiendo de donde viene esto, sólo me estoy anticipando a su jugada—dijo el joven, con una seguridad aplastante—. Él sigue subestimándome. Sé que su próximo movimiento será sembrar pistas para inculpar a Maddie, porque sabe que es mi puto débil y no se lo voy a permitir. Antes, prefiero pudrirme
Madelaine se encontró en una encrucijada mientras recorría su habitación con la mirada, como si entre esas paredes pudiera encontrar una respuesta. Abajo, su tío y Grace, junto con su familia, ya la esperaban para emprender el viaje a Londres. Suspiró profundamente, aferrando los papeles del divorcio con manos temblorosas. Nunca había tomado una decisión tan difícil ni dolorosa... ni siquiera cuando tuvo que aceptar casarse con Blake por obligación. Los recuerdos felices junto a él, el amor inmenso que aún sentía—aunque dijera lo contrario—, la frenaban. No podía firmar. No podía alejarse de él para siempre. Patrick le había dicho que la decisión de Blake era determinante, que no había vuelta atrás. Y mucho más —le remarcó el abogado—cuando David, había publicado todo aquello sobre él. —Hay tantas cosas que me unen a él… y tantas que nos separan —susurró, absorta en su dilema—. Lo sigo amando. ¡Dios, lo amo con toda mi alma! No lo puedo evitar… Quisiera ir corriendo hacia él, d
Al escuchar a Patrick tan vehemente y con tanta seriedad, Maddie calmó sus ánimos de confrontación. Asintió en silencio e invitó al abogado a sentarse, pero este se negó.— Lo que vengo a decirte, es demasiado importante y urgente. Te lo diré y me iré porque no pienso dejar a Blake sólo, no me importa lo me diga. Yo ya elegí mi camino, ahora quiero ver, que decides tú.Maddie tragó saliva, impacientándose.— ¡Habla ya de una bendita vez, entonces! ¡Deja de tenerme en llamas, Patrick! —dijo, prácticamente en un grito.Patrick asintió, su nerviosismo era latente.— Maddie, si no puedo decirte esto delante de tu familia es porque no estoy seguro si ellos saben de Don Vitale, el tío de Blake. Sé que él te contó todo, así que no necesitamos simular nada entre nosotros.La joven abrió sus ojos verdes, llenos de asombro y temor.— Sí... lo sé... —dijo, con voz trémula... — ¿Qué sucede con ese hombre? —Comenzó a respirar con agitación— ¿Acaso le ha hecho algo a Blake? ¡Patrick, dime... dímelo
Madelaine salió de la biblioteca con toda prisa seguida por Patrick. Estaba decidida a ir a la jefatura de policía para hablar con Blake. Porque, ¿quién más salvaría a su hombre si no ella?No, de ninguna manera dejaría que el amor de su vida se pudriera en la cárcel por algo que no había hecho. Había que enfrentar lo que fuera, pero juntos. Como ella lo veía, era la única manera de vencer al malvado tío de su esposo y a las habladurías de toda la alta sociedad.De repente, se le cruzó por la cabeza el rostro de quien había sido el mentor de esas calumnias.David.Ya arreglaría cuentas con él, pero por ahora se enfocaría en sacar a Blake de ese pozo en el que había decidido sumirse.—Maddie, espera —la voz de Patrick la alcanzó, pero ella no se detuvo—. No puedes ir sola, es peligroso.Ella se giró con el ceño fruncido y los ojos encendidos de determinación.—Peligroso es dejar a Blake en manos de esos buitres. Voy a sacarlo de ahí, cueste lo que cueste.Al llegar a la sala, se sorpre
Patrick sintió que una gran emoción lo embargaba mientras recordaba lo que acababa de vivir hacía unos minutos atrás, después que John y el conde de Lancaster salieron de la biblioteca después de hablar por unos minutos.Luego de la decisión de Maddie de que se quedaría en Nueva York, Grace se había empecinado en quedarse junto a su amiga, pero esta vez su obstinación y firmeza no había servido en absoluto.— Si tú te quedas, yo me quedaré contigo— había dicho Grace, tomándola del brazo—. No te dejaré sola en este momento, eso ni pensarlo.Pero John tenía otros planes, sabía que sobre ellos estaba la sombra de Don Vitale y que estaba a punto de desencadenarse una guerra y no quería que su hija estuviera allí cuando eso ocurriera.— No, Gracie. Te irás a Londres —miró al conde buscando la aprobación de su decisión—. No quiero que pierdas la oportunidad de estudiar, así que te irás en este momento.No sólo Grace se quedó helada ante la orden de su padre, también Patrick lo hizo. Por un
El muelle estaba envuelto en una bruma ligera cuando Patrick llegó apresurado, con el corazón latiéndole con fuerza en el pecho. Sus pasos resonaban contra la madera húmeda, cada uno más pesado que el anterior, cargado de una urgencia que apenas lograba contener. Grace estaba junto a sus padres y hermanos quienes la estaban despidiendo. La joven frunció el ceño al divisar la gran figura del abogado que se dibujaba en la bruma que estaba en el lugar y no pudo evitar asombrarse al verlo.— Pero... —musitó perpleja— ¿Qué hace él aquí?John y Annie se dieron vuelta, para ver al recién llegado.— Abogado —dijo el hombre con seriedad apenas Patrick llegó hasta ellos— ¿Sucede algo? ¿Maddie está bien?El abogado, tragó saliva su agitación se aceleraba a medida que su ansiedad crecía. La imponente e intimidante figura de John tampoco ayudaba.Respiró hondo y avanzó un paso más.Ya estaba allí y debía hablar.— No... John, yo... yo necesito hablar con Grace antes de que ella se vaya—dijo, con
Madelaine entró con gran ímpetu y firmeza a la jefatura de policía seguida por el conde y Patrick. Su elegante y bella figura no estaba afectada por los visibles golpes que aún yacían en su cuerpo.— Exijo ver a mi esposo—dijo seria y con voz de mando—. Lo quiero ver ¡Ahora mismo!Todos los presentes detuvieron las tareas que estaban realizando para mirarla. Un oficial se acercó a ella mirándola con el ceño fruncido.— Disculpe señora. No tengo el placer de conocerla, pero usted no es nadie para exigir nada en este lugar.Madelaine sostuvo la mirada del oficial con una expresión de absoluto desdén. No estaba allí para que la detuvieran con protocolos o normas absurdas. Había sufrido demasiado, y su paciencia estaba agotada.—Soy Madelaine Aston Townsend —anunció, enfatizando su apellido con orgullo—. Y créame, oficial, si me dice una vez más que no tengo derecho a exigir, me aseguraré de que su capitán tenga una conversación muy incómoda con mi tío, el conde de Lancaster y mi padre, G
Cuando el detective Sullivan accedió a regañadientes a la firme exigencia de Patrick y el conde a que dejara que Maddie y Blake hablaran solos, la pareja se quedó en silencio por un instante, mirándose a los ojos como si trataran de dilucidar que estaban pensando el uno del otro.— No tendrías que haber venido aquí, Madelaine Aston—dijo, Blake mirándola con seriedad—. Sabes que corres un grave peligro, ¿no? Sigues siendo la misma obstinada y caprichosa de siempre.Los ojos de Maddie centellearon con furia. Odiaba que la llamara por su nombre completo; eso significaba que realmente estaba molesto.—No me hables así, Blake Townsend —espetó, cruzándose de brazos—. Si estoy aquí es porque sigues haciendo lo mismo de siempre. ¿Y sabes qué? Ya no más. No seguirás decidiendo por mí. No puedes simplemente declararte culpable de algo que no has hecho y esperar que Patrick me aleje de ti. ¡Y encima me envías un ridículo documento de divorcio!Blake la miró incrédulo, como si sus palabras lo hub