Al escuchar a Patrick tan vehemente y con tanta seriedad, Maddie calmó sus ánimos de confrontación. Asintió en silencio e invitó al abogado a sentarse, pero este se negó.— Lo que vengo a decirte, es demasiado importante y urgente. Te lo diré y me iré porque no pienso dejar a Blake sólo, no me importa lo me diga. Yo ya elegí mi camino, ahora quiero ver, que decides tú.Maddie tragó saliva, impacientándose.— ¡Habla ya de una bendita vez, entonces! ¡Deja de tenerme en llamas, Patrick! —dijo, prácticamente en un grito.Patrick asintió, su nerviosismo era latente.— Maddie, si no puedo decirte esto delante de tu familia es porque no estoy seguro si ellos saben de Don Vitale, el tío de Blake. Sé que él te contó todo, así que no necesitamos simular nada entre nosotros.La joven abrió sus ojos verdes, llenos de asombro y temor.— Sí... lo sé... —dijo, con voz trémula... — ¿Qué sucede con ese hombre? —Comenzó a respirar con agitación— ¿Acaso le ha hecho algo a Blake? ¡Patrick, dime... dímelo
Madelaine salió de la biblioteca con toda prisa seguida por Patrick. Estaba decidida a ir a la jefatura de policía para hablar con Blake. Porque, ¿quién más salvaría a su hombre si no ella?No, de ninguna manera dejaría que el amor de su vida se pudriera en la cárcel por algo que no había hecho. Había que enfrentar lo que fuera, pero juntos. Como ella lo veía, era la única manera de vencer al malvado tío de su esposo y a las habladurías de toda la alta sociedad.De repente, se le cruzó por la cabeza el rostro de quien había sido el mentor de esas calumnias.David.Ya arreglaría cuentas con él, pero por ahora se enfocaría en sacar a Blake de ese pozo en el que había decidido sumirse.—Maddie, espera —la voz de Patrick la alcanzó, pero ella no se detuvo—. No puedes ir sola, es peligroso.Ella se giró con el ceño fruncido y los ojos encendidos de determinación.—Peligroso es dejar a Blake en manos de esos buitres. Voy a sacarlo de ahí, cueste lo que cueste.Al llegar a la sala, se sorpre
Patrick sintió que una gran emoción lo embargaba mientras recordaba lo que acababa de vivir hacía unos minutos atrás, después que John y el conde de Lancaster salieron de la biblioteca después de hablar por unos minutos.Luego de la decisión de Maddie de que se quedaría en Nueva York, Grace se había empecinado en quedarse junto a su amiga, pero esta vez su obstinación y firmeza no había servido en absoluto.— Si tú te quedas, yo me quedaré contigo— había dicho Grace, tomándola del brazo—. No te dejaré sola en este momento, eso ni pensarlo.Pero John tenía otros planes, sabía que sobre ellos estaba la sombra de Don Vitale y que estaba a punto de desencadenarse una guerra y no quería que su hija estuviera allí cuando eso ocurriera.— No, Gracie. Te irás a Londres —miró al conde buscando la aprobación de su decisión—. No quiero que pierdas la oportunidad de estudiar, así que te irás en este momento.No sólo Grace se quedó helada ante la orden de su padre, también Patrick lo hizo. Por un
El muelle estaba envuelto en una bruma ligera cuando Patrick llegó apresurado, con el corazón latiéndole con fuerza en el pecho. Sus pasos resonaban contra la madera húmeda, cada uno más pesado que el anterior, cargado de una urgencia que apenas lograba contener. Grace estaba junto a sus padres y hermanos quienes la estaban despidiendo. La joven frunció el ceño al divisar la gran figura del abogado que se dibujaba en la bruma que estaba en el lugar y no pudo evitar asombrarse al verlo.— Pero... —musitó perpleja— ¿Qué hace él aquí?John y Annie se dieron vuelta, para ver al recién llegado.— Abogado —dijo el hombre con seriedad apenas Patrick llegó hasta ellos— ¿Sucede algo? ¿Maddie está bien?El abogado, tragó saliva su agitación se aceleraba a medida que su ansiedad crecía. La imponente e intimidante figura de John tampoco ayudaba.Respiró hondo y avanzó un paso más.Ya estaba allí y debía hablar.— No... John, yo... yo necesito hablar con Grace antes de que ella se vaya—dijo, con
Madelaine entró con gran ímpetu y firmeza a la jefatura de policía seguida por el conde y Patrick. Su elegante y bella figura no estaba afectada por los visibles golpes que aún yacían en su cuerpo.— Exijo ver a mi esposo—dijo seria y con voz de mando—. Lo quiero ver ¡Ahora mismo!Todos los presentes detuvieron las tareas que estaban realizando para mirarla. Un oficial se acercó a ella mirándola con el ceño fruncido.— Disculpe señora. No tengo el placer de conocerla, pero usted no es nadie para exigir nada en este lugar.Madelaine sostuvo la mirada del oficial con una expresión de absoluto desdén. No estaba allí para que la detuvieran con protocolos o normas absurdas. Había sufrido demasiado, y su paciencia estaba agotada.—Soy Madelaine Aston Townsend —anunció, enfatizando su apellido con orgullo—. Y créame, oficial, si me dice una vez más que no tengo derecho a exigir, me aseguraré de que su capitán tenga una conversación muy incómoda con mi tío, el conde de Lancaster y mi padre, G
Cuando el detective Sullivan accedió a regañadientes a la firme exigencia de Patrick y el conde a que dejara que Maddie y Blake hablaran solos, la pareja se quedó en silencio por un instante, mirándose a los ojos como si trataran de dilucidar que estaban pensando el uno del otro.— No tendrías que haber venido aquí, Madelaine Aston—dijo, Blake mirándola con seriedad—. Sabes que corres un grave peligro, ¿no? Sigues siendo la misma obstinada y caprichosa de siempre.Los ojos de Maddie centellearon con furia. Odiaba que la llamara por su nombre completo; eso significaba que realmente estaba molesto.—No me hables así, Blake Townsend —espetó, cruzándose de brazos—. Si estoy aquí es porque sigues haciendo lo mismo de siempre. ¿Y sabes qué? Ya no más. No seguirás decidiendo por mí. No puedes simplemente declararte culpable de algo que no has hecho y esperar que Patrick me aleje de ti. ¡Y encima me envías un ridículo documento de divorcio!Blake la miró incrédulo, como si sus palabras lo hub
Madelaine irrumpió en el edificio del Daily News con pasos firmes y decididos. Su porte inflexible y la mirada encendida solo anunciaban una cosa: un inminente dolor de cabeza para David Hamilton. Los empleados que se cruzaban en su camino se apartaban instintivamente, sintiendo la tormenta que se avecinaba.La secretaria de David advirtió la intempestiva llegada de la joven y se paró de su escritorio de inmediato para detenerla.— ¡Señorita... señorita no puede pasar! —le gritó interponiéndose en su camino.Maddie se detuvo y la miró con altivez.— Señora —la corrigió —. Soy la señora Townsend y le guste o no, voy a ver a su jefe. Así que, apártese ahora mismo de mi camino o la derribaré a usted y a cualquiera que se interponga en mi camino.La secretaria se quedó impávida ante la declaración de la joven quien, ante la inacción de esta, Maddie le dio un leve empujón sacándola de su camino. Entró a la oficina de Hamilton, abriendo la puerta de manera intempestiva y cerrándola detrás d
— Don Vitale, en la puerta hay una dama que exige hablar con usted de inmediato —le susurró al oído el hombre, pues Carlo estaba en una reunión con jefes de distintas familias.El Don lo miró frunciendo el ceño.— ¿Una mujer? Pero ¿Qué quiere? —le dijo por lo bajo con voz firme, pero con enojo—. Sabes muy bien que no me gusta que me molesten.— Es que la dama insiste en verlo y dice que no se moverá de la puerta hasta que hable con usted, que lo que tiene que decirle, es muy importante.El poderoso hombre suspiró profundamente. Él no era de atender reclamos y mucho menos si venía de las mujeres. Pero asintió.— Va bene, dejala pasar y que me espere. ¿Te dijo cómo se llamaba?— Eh, sí. Su nombre es, Eleanor Parker.Don Carlo frunció el ceño y lo miró.— Mmm, no la conozco. ¿Qué tanto querrá hablar conmigo?— No lo sé Don Vitale. Lo único que sé es que es una dama muy distinguida.El Don asintió con la cabeza, pero la curiosidad lo invadió. Si bien no era de su costumbre, había algo en