Después de aquel beso en la ciudad antigua de Pompeya, nuestra relación dio un giro inevitable. Recorrimos aquel sitio tomados de la mano como si fuéramos novios, mi brazo había encontrado su sitio favorito en el mundo alrededor de su cintura y el regresar a Roma se convirtió en una opción que ambos rechazamos. Decidimos pasar lo que quedaba de la tarde y noche en Nápoles y emprender nuestro retorno a Roma al día siguiente.
La pizza más magnifica del mundo se convirtió en nuestra cena, no nos pudimos decidir por una sola y terminamos pidiendo una margherita y una buffarina, ambas nos encantaron y nos hicieron querer poder comer más, pero éramos conscientes que debía quedar un espacio para la famosa sfogiatella y capuchino napolitano. Se podría decir que fue un festín gastronómico que terminamos en un bar a altas horas de la noche y con unas copas de limoncello. Nunca había disfrutado tanto de cosas tan simples con alguien, Alegra no es solamente hermosa, es divertida, inteligente y tiene unas ocurrencias tan únicas como ella.
Nos negábamos a que aquella noche se terminara y así lo dejamos saber cuándo al llegar a aquel hotel boutique que habíamos elegido para pasar la noche, transformamos nuestra "casual" estadía en la noche más increíble de todas. Una guerra de besos dio inicio en el pasillo del quinto piso de ese hotel, abrir la puerta fue toda una aventura, pero al conseguirlo, entramos a la habitación causando el incendio más voraz de todos. No me era lógico desear tanto a alguien con apenas 48 horas de conocernos, pero algo ocurrió entre los dos que nos hizo dejar la piel en aquel encuentro donde nuestras prendas se convirtieron en victimas de nuestra urgencia.
—Esto es una locura. — me decía mientras sus manos iban desvistiéndome a medida que recorríamos aquella habitación.
—No lo pienses, solo ámame.— la alenté y volví a atacar su adictivo cuello que aquella noche se convirtió en una de mis partes favoritas de su cuerpo.
—Si lo pensara, ya hubiera salido corriendo de aquí, ahora solo hazme el amor. — pronuncio y esas fueron algunas de las últimas palabras que escuche antes de que mis labios recorrieran entera la geografía de su cuerpo sobre aquella enorme cama que fue testigo de nuestra primera noche juntos.
Cada detalle de ella es perfecto, entre beso y beso memorice cada milímetro de su piel, cada curva perfecta, cada lunar que ella tiene, los cuales creo que ganan a la cantidad que yo tengo, bebí de su piel saciándome y no sé cómo entre esa locura pronuncie un "estoy loco por ti" que sentencio todo entre nosotros dos.
Lo que sucedía en aquella cama no era simplemente sexo, tampoco era un deseo patrocinado por las varias copas de limoncello que habíamos bebido, mucho menos era un simple efecto secundario del romanticismo que ofrece un país como Italia. En esa cama ella me devoro como si yo fuera el hombre de su vida y yo me sacie de ella como si hubiera esperado toda mi vida por su llegada. Nuestros cuerpos se fundieron encontrando un mundo nuevo de sensaciones que nos hizo aferrar el uno al otro e intentar callar gemidos entre besos que volvían a quemarlo todo. La primera noche con ella fue algo indescriptible, no lo había sentido nunca antes con nadie y a pesar del miedo que eso me daba, decidí seguir adelante hasta que un sincronizado orgasmo nos hizo entender el nivel de conexión que existía entre los dos.
«¿Amor a primera vista es que lo llaman?»
No sé si ese es el nombre correcto para esto, solo sé que me quede quieto en ella por un instante y la mire a los ojos —¿Me crees si te digo que me casaría contigo mañana mismo? — le pregunte y sus ojos grises me miraron tal y como si yo estuviera loco. Tal vez era verdad, tal vez había perdido completamente la cabeza, pero todo se sentía perfecto con ella y no dude en decírselo.
Sonrió, llevo sus manos hacia mi cabello y me acerco a su boca — esperemos que se nos pase el efecto de los limoncellos, si seguimos pensando igual, tal vez y te digo un sí. — me dijo y me volvió a besar. — ¿Cuánto tiempo debo esperarte para un segundo round? — me pregunto pícaramente y reí.
—Bésame y veras. — la reté e hice que giráramos en la cama hasta que ahora ella fue quien quedo sobre mí.
—A ver...— dijo desafiante y me beso con más urgencia que antes para volver a encendernos y dar paso una vez más a esta pasión.
Sentía demasiadas cosas a la vez por Alegra, tantas que ya no sabía cómo es que iban sucediendo, solo las dejaba fluir a pesar de que me parecía una locura sentirme de esta manera por alguien a quien apenas conocía.
El amanecer de aquel 1 de diciembre nos hizo saber que no había sido el efecto de los limoncellos lo que nos hizo hacer y decir todo aquello la noche anterior. Fue despertar gracias al sol que se asomaba por aquel ventanal, fue vernos abrazados desnudos sobre aquella cama y sonreírnos como diciéndonos que todo aquello había sido la mayor certeza de nuestras vidas. Nos sonreímos de manera cómplice y tal y como si fuera una nueva urgencia, nos volvimos a besar hasta que mi cuerpo se acomodó sobre el suyo en aquella cama. Era la cuarta vez que le hacia el amor, y es que la noche se había hecho infinita entre un “round” y otro, pero las ganas seguían más vigentes que nunca. Me estaba convirtiendo en un adicto a Alegra Insua y no me daba cuenta, a ella por su parte, parece que le ocurría lo mismo,
Cuatro meses después: 21 de abrilAlegra y yo llevamos cuatro meses de casados ya y si, aquel compromiso fugaz termino en una íntima y romántica boda a solas en un pequeño pueblo de Florida llamado St. Agustine, lugar donde también pasamos nuestra luna de miel. Días después, cuando regresamos a Miami, para ser más exacto, el 25 de diciembre, que fue cuando nuestras familias se juntaron por primera vez en navidad, les dimos el anuncio de nuestro casamiento y si, por supuesto que nadie nos podía creer hasta que mostramos el acta de matrimonio.Afortunadamente nuestras familias se han llevado bien desde el día uno y en mi familia, adoraron a Alegra mientras que sus padres me adoraron a mi como yerno. Supongo que la manera que nos amamos fue lo que hizo que nadie durara de lo que sentíamos, pero este cuar
[ALEGRA]Al día siguiente: 22 de abrilDos rayitas… eso es lo que veo en las tres pruebas de embarazo que me hice e inevitablemente rompo en llanto. No quiero tener un hijo suyo… esto no puede estar pasándome.—¡Alegra! — Lo escucho gritar del otro lado de la puerta del baño mientras golpea una y otra vez —¡ábreme la puerta antes de que la tire abajo! — continua y simplemente me muevo un poco aun sentada en el suelo y estiro mi brazo para alcanzar la perilla y girarla. Él rápidamente abre la puerta, entra y me mira como intentando entender lo que ocurre, pero decide observar las pruebas de embarazo antes de preguntarme nada.Cada vez que lo veo, viene a mi cabeza la imagen de él en nuestra cama con ella. No entiendo cómo pudo hacerme esto, como de repente destruyo todo así —No lo quiero tener— Digo llena de rabia.«S&ea
[ASIEL]«Voy a ser papá» pienso y siento como mis ojos se van llenando de lágrimas a causa de la emoción. El silencio que hay en el despacho de esta enorme casa se rompe cuando el llanto me quiebra comprobando una vez más que los hombres si lloramos. A través de la ventana la lluvia de Florida típica en el mes de abril comienza a verse y los rayos van dibujando figuras en un cielo que está casi negro al igual que la relación entre Alegra y yo «¿Cómo es que llegamos a esto si fuimos tan felices?» Me encantaría ser optimista y pensar que ese bebé que crece dentro suyo será como el sol que sale después de la tormenta, pero ¿a quién quiero mentirle? Él o ella solo retrasara un poco lo que le prometí a Mireya para que
[ALEGRA]Al día siguiente: 23 de abrilNunca imagine que derramaría tantas lágrimas en mi vida, ni siquiera cuando lo vi en la cama con ella llore como lo hice ayer, me pesan los ojos, me duele la cabeza y la luz me molesta más que nunca. Camino por los pasillos de la empresa intentando no encontrarme con ninguno de mis compañeros de trabajo para no tener que dar explicaciones y al entrar a mi oficina, cierro con llave para que nadie pueda entrar. Enciendo mi computadora, saco mi celular de la cartera, lo dejo sobre el escritorio y al mirar a mi alrededor, veo la cafetera que está sobre el mueble de mi oficina y que tantas veces me ayudo con las consecuencias de mis pocas horas de sueño a causa de cómo aquel hombre que yo creía que era Asiel y yo nos amábamos, «¿Dónde quedo
[ASIEL]Al día siguiente: 24 de abrilNo pude casi ni dormir en toda la noche pensando en que es lo que pudo haber ocurrido con Alegra ayer, no quiero pensar que cumplió con su amenaza de terminar con la vida de nuestro hijo, no podría llegar a soportar una cosa así… toca hacer que me odie, pero en el fondo la amo como a nadie. Me aguante las ganas de llamar a su puerta anoche y entrar a preguntarle que ocurrió... la escuchaba llorar del otro lado de esta y tan solo quería abrazarla y decirle que todo estará bien, pero no puedo, si lo hago todo esto se caerá abajo. Miro la hora en mi celular mientras termino de beber el ultimo sorbo de mi café y no entiendo porque no se ha ido a trabajar, ya son las 9:30am, «¿se sentirá mal?»
[ALEGRA](Horas después)He llamado una y otra vez a Asiel y él simplemente no me contesta. Estoy demasiado preocupada de que haya cometido una locura y sé que no debería ni siquiera preocuparme por él después de todo lo que me hizo, pero no lo puedo evitar, en el fondo mi corazón idiota se niega a dejar de amarlo. Continúo caminando de un lado a otro del salón hasta que escucho el ruido de un auto entrando a la entrada de coches y de inmediato miro a través de la ventana para ver quién es y afortunadamente veo que es su auto. Espero a que entre a la casa y una vez que lo hace me quedo inmóvil —Pero ¡¿qué fue lo que hiciste?! — Le pregunto acercándome a él y observando el corte en su l
[ASIEL]Al día siguiente: 25 de abril Dormir sigue siendo algo imposible, sobre todo después de lo ocurrido con Alegra. Aun siento sus dedos rozando mi piel mientras que curaba mis heridas y el deseo por ella me ha vuelto a atormentar a pesar de que intento que no sea así, pero las cosas ahora son más difíciles. Antes de saber cómo realmente fueron las cosas entre ella y Alejandro, yo me aferraba a la imagen de ellos dos besándose para convencerme de que lo que estaba haciendo era lo mejor, pero ahora ya no hay nada a lo que aferrarse, la culpa recae cien por ciento sobre mí y esto sencillamente es una pesadilla. No quise cruzarme con ella en el desayuno para no flaquear y por eso en estos momentos sobre mi escritorio hay una taza de café, y un plato con m