—¡Cora! — mi madre estrelló el cubierto sobre la mesa, asustando a las pequeñas—. ¡Come en paz y en familia sin decir nada más! Nosotros también sufrimos aunque no lo quieras ver… ¿Crees que soy feliz con la idea de que una de mis niñas se vaya a manos de un hombre que no sé cómo vaya a tratarla? ¡Soy tu madre y me duele no poder hacer nada! ¡Me siento impotente con todo este asunto!
—Isabella — la interrumpió mi padre con voz suave y comprensible—, estás asustando a las chiquillas.
—Perdón — mi madre se levantó de la mesa y se marchó rápidamente entre lágrimas.
Mi padre me miró un segundo para suspirar y seguir los pasos de mi madre. Mi corazón se encontraba apretado en mi pecho. Si ellos no estaban de acuerdo en dejarme en manos de un desconocido, ¿entonces por qué lo permitían? ¿Acaso era menos que el dinero? ¿Había algo más que ellos estaban ocultando y no querían decirme? Dudé por un instante si el dinero era una de las razones por la cual debía casarme con ese hombre. Pero entre más pensaba en otras razones, menos coherencia encontraba. El dinero se puede recuperar tarde que temprano, ¿no? ¿O acaso mi padre le debía mucho dinero y esa era la única manera para saldar la cuenta? Desde pequeña siempre hemos estado rodeados de lujos, me es complicado entender que de la noche a la mañana nos hemos quedado sin nada, si ahora mismo vivimos con las mismas comodidades de siempre.
Ya no tenía dudas, había algo más que mis padres me estaban ocultando. Pero para ser honesta, no quería detenerme a averiguar de qué se trataba. Aunque dolía dejar a mi familia, sobre todo a mis hermanas, mi decisión ya estaba tomada y no había absolutamente nada que me hiciera cambiar de opinión.
Esa misma tarde compré el ticket que me llevaría a New York para empezar una vida nueva lejos de California. Compré incluso ropa diferente a la que solía usar y varias tinturas de cabello para pasar desapercibida en el aeropuerto. En dos días, justo ese día que estaba pactada mi supuesta boda con ese hombre, volaría a un destino mucho mejor del que me esperaba en manos de un hombre que ni siquiera sabía su nombre o cuántos años tenía.
Un vestido blanco demasiado elegante y hermoso esperaba ser adulado por mí, pero era imposible decir algo bueno por más bello que fuera. La fina tela y el precioso encaje le daba un toque sensual y atractivo. Era abierto de espalda, largo y abundante. Parecía el vestido de una princesa, solo que no me sentía como una estando metida en el. Era mi prototipo de vestido de novia perfecto, pero mis sueños nunca pronosticaron algo como esto, jamás idealicé una boda a la fuerza. ¿Qué felicidad podría esperar si decido salir y casarme con un desconocido? ¡Por supuesto que ninguna!
Me cambié el vestido por una muda de ropa cómoda y peiné mi cabello en un moño a lo alto. Me apliqué un poco de labial rojo en los labios y me apresuré en dejar mi maleta a un lado de la ventana. No había marcha atrás, mi vida cambiaría y sería para bien. Aunque dolía dejar a mis padres y arrebatar su esperanza de volver a tener posición en la alta sociedad, no me sentía nada mal al arrancar el único pase que encontraron a la mano. Yo era su hija, no un objeto que podían intercambiar por algunos centavos.
Me tomé el tiempo de dejar la carta que había escrito hace unos días atrás para mi madre en un lugar a su vista. En ella no pedía perdón por lo que estaba por hacer, le pedía comprensión y respeto ante mi decisión. Además, yo soy la única que puedo decidir sobre mí misma. No soy un objeto, ni una mujer con un valor determinado.
Tomé mi mochila y salí por el balcón de la ventana. Los hombres de seguridad estaban distribuidos de manera uniforme a lo redondo de la casa, pero siempre había un vacío que era vigilado por cámaras. Arabella; mi única amiga, esperaba por mí en ese vacío para llevarme en su auto en dirección a la pequeña casa que había alquilado y donde haría el cambio físico. Todo estaba muy bien planificado y justo en el instante donde los portones dorados de la mansión estuvieran abiertos, escaparía a una nueva vida, a una que no tenía planeada y sería muy incierta, pero segura de que sería la mejor de las vidas a comparación de irme con un desconocido.
Caminé por el estrecho pasadizo hasta llegar a la sala de cámaras. Rodeé todo el salón hasta llegar a la caja principal de la casa y poder desconcertar las cámaras de seguridad. Una vez logré mi objetivo, corrí a sabiendas que era poco el tiempo que tenía para llegar al vacío donde Arabella esperaba por mí.Vi su auto a lo lejos y el corazón me saltó de emoción. Todo estaba muy tranquilo y ni siquiera tuve cabeza para pensar en que algo podría salir mal, después de todo, así había escapado de casa muchas veces y nunca me habían descubierto. No había ni un solo fallo en mi plan.
Subí al auto sin pensarlo dos veces tan pronto llegué a el. La oscuridad de la noche nos rodeaba y la poca visibilidad era un aliado perfecto para nosotras. Suspiré profundamente y una risita traviesa y llena de satisfacción se escapó de los labios. Estaba un paso por fuera.
—Sácame de este lugar cuanto antes, Ari — palmeé su hombro, cerrando los ojos y disfrutando la sensación de libertad a pocos pies de mí.
Hubo un corto silencio entre nosotras, después, el rugir del motor me avisó que ella había escuchado mis palabras, aunque se mantuviera en completo silencio.
Abrí los ojos y, mucho antes de que pudiera hablar, un par de ojos oscuros y brillantes me miraron por el retrovisor. Su mirada era tan penetrante y frívola. Aún y por el espejo retrovisor, pude sentir su aura peligrosa. Inexplicablemente mi cuerpo tembló de un segundo para el otro. Mi corazón ya no latía de emoción, más bien lo hacía temeroso.
—¿A dónde te gustaría que te llevara, esposita? — su voz profunda, suave y fría me provocó una corriente eléctrica por todo mi ser, dejándome estática en mi lugar—. Estoy para cumplir con cada uno de tus deseos, después de todo, será toda una vida la que estaremos juntos.
No podía creer que el hombre que estaba hablando fuera ese mismo desconocido con el que debía casarme a fuerza. Tan solo su voz y su breve mirada me paralizó, no podía moverme ni tampoco hablar. Sus palabras tenían un tinte de advertencia que no pasaba desapercibido. Tragué saliva y empujé mi voz hacia fuera, no podía mostrar fragilidad ante él. Suponiendo que era ese hombre con el que mi padre me había intercambiado, debía ser lo más fuerte que pudiera ser.—¿Dónde está Arabella? — pregunté firme y con más fuerza de lo que pensaba saldría mi voz—. ¿Qué le hizo a mi amiga?Una risita resonó en la oscuridad de la noche. Él seguía el camino por la carretera a una velocidad prudente, por lo que ese pensamiento de saltar del auto me gobernó por un momento. Si lo hago, me liberaría de todo esto, pero también corría el riesgo de que me siguiera y me matara, aunque prefería la muerte que casarme con él.Tenía la fuerza de hacerlo, pero que acelerara el auto como si hubiera leído mis pensamie
—No me quiero casar, no quiero arruinar mi vida de esta manera — exploté aún más fuerte en llanto, y su caricia se detuvo. Lo vi tensar con fuerza la mandíbula, pero no me detuve, seguí insistiendo por mi derecho de ser libre y escoger el rumbo de mi vida—. Puede haber otras formas para que mi padre vuelva a tener poder, ¿no? Quizás trabajando para ustedes, pero no así… no casando a su hija con un hombre desconocido y mayor.—Bien — apartó su mano bruscamente, más no se alejó de mí—. ¿Crees que crecer en este negocio es así de sencillo? Tu padre perdió todo su poder en el mismo instante en el que apostó a su suerte sin importar nada. Estoy consciente de que no eres un objeto, y para que te quede claro, nunca te compré. Estoy tomando lo que me pertenece y él apostó en su momento. Si hay alguien a quien debas culpar es a tu padre, mientras tanto, vamos a casarnos sin objeción alguna.—Yo no tengo nada que ver con los asuntos de mi padre.Su mirada se suavizó en una fracción de segundo.
Mi mente conectó un solo recuerdo de un chico atractivo, sonriente y demasiado burlón que no dejaba de molestar ese moño revuelto que llevaba en lo alto de mi cabeza aquel día en que el calor era tan insoportable en aquella playa. Recuerdo bien lo mucho que mencionó que parecía una calabaza por lo abundante de mi cabello. El chico apenas si era unos años mayor que yo, nada parecido al hombre que, frente a mí, espera un tanto impaciente por una respuesta. También me sorprende que se haya fijado en mí, pues no soy la mujer más perfecta en esta tierra. Claro está que mi físico ha mejorado mucho, pero mi cuerpo sigue siendo el mismo de siempre. Y en esta vida donde los lujos es un combate a muerte con la apariencia, he vivido un poco insegura por mis proporciones.¿Cómo es posible que un hombre tan atractivo como él se fije en una chica como yo? Habiendo tantas mujeres hermosas, con figuras esbeltas, cabellos sedosos y rostros tallados por los mismos ángeles, no podía creer que alguien hu
No podía describir el brillo de su mirada, pero era tan intenso, que me agobiaba en cierto punto. Su mirada me decía tanto y a la vez nada.—A-así es, te doy mi palabra — carraspeó, visiblemente nervioso—. Es decir, todo está a tu nombre y cuando tus hermanas cuenten con la mayoría de edad, se dividirá todo en tres partes iguales — me miró fijamente—. Pero ¿estás segura en darme la oportunidad? Puedes no aceptar y de igual manera todo será tuyo. Quiero que sepas que no estás en obligación en casarte conmigo.—Bueno, en un año pueden pasar muchas cosas, ¿no crees?Asintió repetidas veces con la cabeza, mordiendo sus labios y sonriendo ladeado. Parecía un pequeño niño al recibir su juguete favorito en Navidad.—Seré honesto, no esperaba que aceptaras quedarte a mi lado por un año — era tanta su emoción, que me abrazó sin importarle nada—. Prometo que te voy a hacer feliz cada día de mi vida.—Solo será un año... — intenté bromear, bajo la bruma de su aroma a hombre y su cercanía.—No im
Hace un par de días atrás, que acepté esa locura de dejarme enamorar de un perfecto desconocido, no sabía muy bien a lo que me enfrentaría de antemano. Me había hecho una idea errónea de ese hombre, creía que era tan malo como mi padre lo había mencionado muchas veces, pues había asegurado más de una vez que los Bardot era una familia de tener cuidado y muy peligrosa, pero Jacob me ha demostrado en pocos días ser alguien muy diferente. Ha sido un hombre muy caballeroso y servicial en los pocos días que hemos compartido el mismo techo. Aunque no hemos tenido tiempo para conocernos mejor, lo poco que me ha mostrado ha sido bueno. Se nota mucho la intención de enamorarme, aunque una parte de mí cree que todo se trata de una mala broma.—Buenos días, Srta. Cora, ¿le sirvo su desayuno? — saludó la Sra. Hilda, la ama de llaves del Sr. Bardot, el padre de Jacob, mi supuesto prometido.—¡Buenos días! — me senté en el taburete de la cocina con una sonrisa de oreja a oreja—. Por supuesto, pero
Estaba segura que mi plan no fallaría, que nada podía salir mal si ponía de mi esfuerzo para encontrar el verdadero amor de ese hombre que tan equivocado y confundido se encontraba. Ser su Cupido no era nada de otro mundo, después de todo, no existía nada entre los dos, solo un trato que en cualquier momento podía romperse y nuestras vidas volverían a la normalidad, sin tanto problema como lo había pensado semanas atrás cuando mi padre me puso en la mesa aquella propuesta de casarme con un desconocido.Entre nosotros no hay sentimientos de por medio y eso lo hace mucho mejor, porque, aunque una parte de mí sí ansiaba sentir esas mariposas y esas flamantes llamas recorrer por mi ser, la realidad era que lo nuestro no iba a llegar a ningún lugar. Él es un hombre muy atractivo, su familia y él mismo deben estar esperando una mujer igual de hermosa a su imponente presencia, no una mujer de clase, pero con poco atractivo como yo. Además, no esperaba el dichoso príncipe azul, deseaba y anhe
Lo miré al instante con el corazón en la mano y los nervios fluyendo a todo lo que daba por mi ser. ¿Acaso no se cansa de ser tan adulador? Según Arabella, esos hombres que son atractivos y encantadores son los más peligrosos, por lo que no podía dejarme convencer tan fácilmente de sus dulces palabras.Soy su Cupido, la chica que iba a encontrar a la mujer de su vida durante este tiempo que vamos a vivir juntos y nadie más. Aun así, teniendo claro mi propósito, sus palabras lograron revolucionar a mi corazón, pues por más que me dijera para mis adentros que no debía, este latía muy fuerte. E incluso sentía cosquillas en el vientre, como si de repente tuviera un animal alborotado en mi estómago.Antes de que él pudiera decir otra palabra más o acercarse a mí, la Sra. Hilda me salvó la patria con su aparición. Ella traía consigo una bandeja con comida que puso sobre la redonda y pequeña mesita en la que nos encontrábamos.Un denso silencio se formó entre los tres, se percibía el aire ca
El resto de cena estuvimos en un silencio sepulcral, parecíamos dos pequeños que habían sido recién regañados por su madre y no se atrevían a decir ni una sola palabra por miedo a recibir un castigo más severo. Él se veía perdido en sus pensamientos y yo me encontraba todavía volando en las nubes por sus sinceras palabras. Por dentro tenía una pelea interna entre el querer y no querer, y ahí estaba yo en el medio de esas dos decisiones, sin saber por cuál de los dos caminos debía seguir.«Pero si ya elegimos quedarnos desde el primer momento en el que aceptamos, ¿por qué echarnos para atrás de un momento para el otro y por culpa de nuestros miedos internos?», me recriminó mi subconsciente, en ese momento donde planeaba dejar todo en un punto muerto.Sin embargo, mi subconsciente tenía razón, además de que no tenía que huir de mi destino. Si me enamoraba de él, sería muy feliz a su lado, pero si mi corazón no se abría a él, en el mundo había un amor para mí, quizás esperando a que nos