—Iván, necesitamos hablar.Alfredo estaba hecho un manojo de ansiedad, quería descargar con urgencia toda la tensión acumulada, pero veía a su amigo más tenso que él, con la rabia atrapada bajo su piel y determinado a llegar a dónde sea por alcanzar su meta. —La policía descubrió que Jacinto busca información sobre Ismael Lozano. Antonio teme que se haya comunicado con él y le contara la historia a su manera. Si Ismael envía a sus hombres, esta misión carece de sentido. Todo se complicará.Iván procuraba controlar la furia que se arremolinaba en su pecho mientras guardaba el equipo para el asalto a la mansión de Lobato en el auto que le fue asignado.—No creo que Jacinto se comunique hoy con Ismael —gruñó—. Es un cobarde. De seguro, busca esa información para tener algo con qué defenderse en un futuro. Ahora me voy a concentrar en Lobato. Con los hombres de Ismael cerca o no, igual acabaré con él. Luego me ocuparé de lo demás.—¿Y si no lo logramos? La policía sospecha, después de lo
Elena salió de la oficina que tan malos recuerdos le traía y se dirigió al final del galpón para reunirse en el estacionamiento con Lobato.Miró con pesar la fábrica donde todo había comenzado, esperaba que ese lugar fuera el escenario donde esa amarga historia llegara a su fin.Escuchó que el hombre entraba a pie por la calle lateral. Sabía que no vendría solo, pero no tenía más opciones. Debía lograr un acuerdo con él antes de que Iván pudiera ubicarla.—Querida Elena, ¿estás por aquí?Al escuchar su saludo abrió el portón y salió para encontrarse con él. Aún tenía escondida tras la espalda el arma que Iván le había entregado. Era su única herramienta de defensa.—Aquí estoy.Lobato se dirigió hacia ella con una sonrisa torcida. La miraba de pies a cabeza, con el deseo reflejado en las pupilas. Elena aspiró todo el aire que pudo para llenarse de valentía.—Llegaste a tiempo —dijo ella, al tiempo que asumía una pose soberbia.—Y tú cumpliste tu tarea a tiempo. Cada día me sorprendes
—Ariana…Elena quiso interceder antes de que Iván se lanzara sobre ella, pero la mujer al verlos retrocedió y bajó el brazo.—¿Dónde está Lobato? —preguntó con la voz entrecortada.Iván no dejó de proteger a Elena, sabía que Ariana ansiaba asesinarla y él no iba a permitir que le hicieran daño.Pero antes de tomar una decisión, Lobato entró trastabillando con el rostro y el cuello bañados en sangre.El mafioso, al ver a Ariana, sonrió con malicia.—Veo que la familia está reunida.Ariana volvió a levantar el arma, pero esta vez, hacia el asesino. Lobato hizo un gran esfuerzo por erguirse para enfrentarla, con una sonrisa burlona dibujada en su cara.—Miserable embustero.—Gatita erótica —respondió él a su agrio saludo—. ¿Viniste para ayudarme a hacer cumplir tu sueño de asesinar a tu prima?—No. Vine para rectificar algunos de mis errores.Ariana apuntó con firmeza el arma hacia Lobato, tenía el rostro tenso y la mano temblorosa.—¿Por qué? Voy a cumplir con lo que me pediste. Querías
Horas después, Elena recibió la autorización para entrar en la habitación donde Iván descansaba. Ya había sido atendido y se encontraba fuera de peligro.Al entrar, lo observó recostado en la cama con el ceño fruncido, movía el vendaje que le habían colocado sobre el hombro izquierdo para liberar a su brazo del apretado agarre que le restaba movimiento.—¡¿Qué haces?! —le preguntó alarmada.Al escuchar su voz, Iván dejó lo que hacía y se giró sonriente hacia ella. Estiró su brazo derecho para invitarla a acercarse a él.—Muñeca.Ella sintió millones de mariposas revolotear en su estómago al ver de nuevo su encantadora y pícara sonrisa.Sin pensarlo dos veces se acercó a él y se dejó envolver para luego perderse en su ardiente boca, que la besó como si no la hubiera tenido en semanas.A duras penas interrumpió el beso para reprenderlo.—¿Qué hacías?—Nada —se excusó él con fingida inocencia.—¿Intentabas quitarte la venda? —le reclamó Elena, al tiempo que hacía un gran esfuerzo por ocu
Cinco años después…Sentada en una mecedora mientras disfrutaba del sonido de una suave lluvia de mayo, Elena observaba las fotografías que Adelaida, su madre, le había enviado desde la Casa Hogar dónde vivía.Dos años atrás su condición de salud había mejorado considerablemente y ahora se encontraba en un hermoso lugar, donde era bien cuidada y atendida por personal especializado, manteniendo constante contacto con ella.Sonrió satisfecha. Recordaba aquella tarde de abril en la que compartió con su madre cuando visitaron juntas la tumba de Raúl.Su cuerpo había sido ubicado semienterrado en un terreno baldío propiedad de Lobato, días después de los lamentables hechos. Lograron recuperarlo y darle sepultura.Elena siempre lo recordó con cariño. Su hermano, en vida, había sido su mayor apoyo y guía.Acarició con ternura su vientre hinchado para trasmitirle amor a la niña que crecía dentro. Ya llevaba ocho meses de embarazo y ese lo soportaba mejor que los anteriores.Cinco años atrás t
¿Quieres saber cómo llevaron su vida Iván y Elena con sus tres hijos?Aquí te presento un fragmento de su historia. No todo fue color de rosa para esta pareja, el pasado siempre iba a empañar su futuro. Ellos debían aprender a manejarlo para estar unidos.***El vigilante miró con precaución a ambos lados de la calle antes de cerrar la verja. Iván pudo observar, desde su ubicación a varios metros de distancia, a un camión deteniéndose junto a uno de los puentes de carga del estacionamiento.Sus dedos tamborileaban con ansiedad en el volante mientras sus ojos sagaces seguían los movimientos de los dos hombres que bajaron del vehículo.Una puerta corrediza de la instalación se elevó y mostró a un sujeto bajo y regordete, de facciones árabes, que salía del interior de un gran depósito de alimentos acompañado por dos muchachos con carretillas.—Seis. Maldita sea, son muchos —masculló Iván sin perder de vista a ninguna de sus presas.Se rascó la cabeza con una mano al tiempo que una de sus
Claro que iría a casa y le daría lo que ella pedía, pero no dejaría pasar la ocasión para amarla como se lo merecía.Desde el día en que la encontró juró que no pasaría un solo día sin que le demostrara lo importante que era para su vida.Elena lo había salvado de la perdición, lo regresó al camino correcto y despertó en él un amor que jamás pensó que podía sentirse por nadie.—Dame unos minutos, corazón —concluyó mientras se asomaba por una rendija entre torres de cajas de mayonesa para observar lo que ocurría al otro lado.Elena emitió una sonora exhalación y exclamó con fastidio un «te espero» antes de cortar la comunicación.Iván enseguida se guardó el teléfono y decidió actuar con rapidez para culminar aquel trabajo, y así volver con los suyos.Vio que el vigilante miraba con asco el reguero sin imaginar que tenía a un invasor dentro del área que debía proteger.Aprovechó su distracción y en silencio se aproximó a una pila de latas de guisantes embaladas dentro de un plástico tra
Iván enseguida recordó que el chofer del camión había dicho que en media hora buscarían la mercancía, eso lo hizo maldecir entre dientes.Intentó asomarse por encima de los bultos, necesitaba mirarles las caras. Esos debían ser los secuestradores de los camiones de su amigo Antonio Matos.No obstante, todas sus alarmas se encendieron al ver que los atacantes armaban con rapidez un lanzagranadas.—Maldita sea —exclamó y se levantó a toda prisa llevando consigo arrastrado al árabe, que lloraba como un crío.Atravesó a las carreras el depósito mientras esquivaba las balas que caían cerca de él. Pensó en Elena y en sus hijos, y en todas las cosas que tenía pendientes para ese día.No podía morir. No se dejaría vencer con facilidad.Nadie había logrado acabarlo mientras vivía en las calles como un simple delincuente, mucho menos lo harían ahora que tenía a cuatro increíbles personas bajo su cuidado, obsequiándole la fortaleza necesaria para seguir adelante. De alguna manera saldría de allí