—Pensábamos que no llegarías nunca —expresó con burla Felipe al ver a Iván entrar en el garaje donde él preparaba las armas que usarían en la emboscada.—¿Cómo lo haces?—¿Qué?—Venir hasta Maracay y dejar a tu mujer y a tu hija solas, sin tu protección —preguntó Iván con recelo. El hecho de haberse apartado de Elena lo atormentaba.Felipe sonrió con melancolía.—No creas que las dejé desprotegidas, están muy bien acompañadas. Yo mismo me encargué de entrenar al personal de la finca para que supieran defenderlas en caso de algún problema.—¿Los entrenaste?—Claro, Iván. Aunque llevo cinco años alejado de los problemas, he pasado veinte años hundido en este lodazal. Yo sé que en algún momento los fantasmas del pasado me perseguirán para reclamar justicia, como lo hacen ahora, por eso prefiero estar prevenido. Le hicimos daño a mucha gente acostumbrada a perjudicar a otros, nunca sabremos cuándo querrán venir por nosotros.—El famoso círculo vicioso del que jamás podremos escapar —comen
—Tu verdadero padre fue un tal Vicente Arcadia, un asesino que aspiraba el control de la organización narcotraficante más grande del país. Era cruel y despiadado, y pretendía que su hermano manejara la zona de la capital más importante para la organización. Pero el padre de tu adorado Iván cometió un grave error que casi destruye sus aspiraciones, por eso Vicente Arcadia se vio obligado a asesinarlo, a él y a su novia embarazada, que resultó ser la hermana de Matos. Ese asesinato lo realizó frente a ellos, cuando solo eran unos niños. Ellos fueron los únicos testigos del crimen.Elena quedó petrificada. Esa fue la misma historia que le había contado Iván sobre la muerte de su padre, pero no sabía que el asesino había sido el propio padre de ella.—Arcadia no quería testigos, así que cazó a los niños hasta dar con ellos en un orfanato, pretendía asesinarlos. Pero los chicos fueron más inteligentes, estaban preparados y mataron a palos a Vicente y a su hermano, o sea… a tu papá y a tu t
En la habitación, Elena aún se encontraba parada frente a la cama, con la mirada perdida. Las lágrimas secas en las mejillas la hacían parecer derrotada. Su cuerpo laxo solo tenía fortaleza para mantenerse en pie.Toda su vida pasaba por su mente: antiguos recuerdos de su verdadera madre, su llegada a la casa de los Norato, su feliz infancia, la muerte del único padre que había conocido, la locura de su madre adoptiva y su lucha por sobrevivir al lado de su hermano.Nada de Vicente Arcadia, quizás por eso había sido tan fácil que todos la engañaran.Siempre pensó que su existencia era tan normal como cualquier otra, con alzas y bajas, alegrías y tristezas, éxitos y decepciones.Jamás imaginó que detrás de aquella pantalla se ocultaba una verdad tan retorcida, que le arrancaba el único futuro que vislumbraba desde su tormentoso presente.Su primer amor, la única vía que le quedaba para escapar del sufrimiento y de la soledad, ahora se transformaba en su condena.Su verdadero padre no s
—Iván, necesitamos hablar.Alfredo estaba hecho un manojo de ansiedad, quería descargar con urgencia toda la tensión acumulada, pero veía a su amigo más tenso que él, con la rabia atrapada bajo su piel y determinado a llegar a dónde sea por alcanzar su meta. —La policía descubrió que Jacinto busca información sobre Ismael Lozano. Antonio teme que se haya comunicado con él y le contara la historia a su manera. Si Ismael envía a sus hombres, esta misión carece de sentido. Todo se complicará.Iván procuraba controlar la furia que se arremolinaba en su pecho mientras guardaba el equipo para el asalto a la mansión de Lobato en el auto que le fue asignado.—No creo que Jacinto se comunique hoy con Ismael —gruñó—. Es un cobarde. De seguro, busca esa información para tener algo con qué defenderse en un futuro. Ahora me voy a concentrar en Lobato. Con los hombres de Ismael cerca o no, igual acabaré con él. Luego me ocuparé de lo demás.—¿Y si no lo logramos? La policía sospecha, después de lo
Elena salió de la oficina que tan malos recuerdos le traía y se dirigió al final del galpón para reunirse en el estacionamiento con Lobato.Miró con pesar la fábrica donde todo había comenzado, esperaba que ese lugar fuera el escenario donde esa amarga historia llegara a su fin.Escuchó que el hombre entraba a pie por la calle lateral. Sabía que no vendría solo, pero no tenía más opciones. Debía lograr un acuerdo con él antes de que Iván pudiera ubicarla.—Querida Elena, ¿estás por aquí?Al escuchar su saludo abrió el portón y salió para encontrarse con él. Aún tenía escondida tras la espalda el arma que Iván le había entregado. Era su única herramienta de defensa.—Aquí estoy.Lobato se dirigió hacia ella con una sonrisa torcida. La miraba de pies a cabeza, con el deseo reflejado en las pupilas. Elena aspiró todo el aire que pudo para llenarse de valentía.—Llegaste a tiempo —dijo ella, al tiempo que asumía una pose soberbia.—Y tú cumpliste tu tarea a tiempo. Cada día me sorprendes
—Ariana…Elena quiso interceder antes de que Iván se lanzara sobre ella, pero la mujer al verlos retrocedió y bajó el brazo.—¿Dónde está Lobato? —preguntó con la voz entrecortada.Iván no dejó de proteger a Elena, sabía que Ariana ansiaba asesinarla y él no iba a permitir que le hicieran daño.Pero antes de tomar una decisión, Lobato entró trastabillando con el rostro y el cuello bañados en sangre.El mafioso, al ver a Ariana, sonrió con malicia.—Veo que la familia está reunida.Ariana volvió a levantar el arma, pero esta vez, hacia el asesino. Lobato hizo un gran esfuerzo por erguirse para enfrentarla, con una sonrisa burlona dibujada en su cara.—Miserable embustero.—Gatita erótica —respondió él a su agrio saludo—. ¿Viniste para ayudarme a hacer cumplir tu sueño de asesinar a tu prima?—No. Vine para rectificar algunos de mis errores.Ariana apuntó con firmeza el arma hacia Lobato, tenía el rostro tenso y la mano temblorosa.—¿Por qué? Voy a cumplir con lo que me pediste. Querías
Horas después, Elena recibió la autorización para entrar en la habitación donde Iván descansaba. Ya había sido atendido y se encontraba fuera de peligro.Al entrar, lo observó recostado en la cama con el ceño fruncido, movía el vendaje que le habían colocado sobre el hombro izquierdo para liberar a su brazo del apretado agarre que le restaba movimiento.—¡¿Qué haces?! —le preguntó alarmada.Al escuchar su voz, Iván dejó lo que hacía y se giró sonriente hacia ella. Estiró su brazo derecho para invitarla a acercarse a él.—Muñeca.Ella sintió millones de mariposas revolotear en su estómago al ver de nuevo su encantadora y pícara sonrisa.Sin pensarlo dos veces se acercó a él y se dejó envolver para luego perderse en su ardiente boca, que la besó como si no la hubiera tenido en semanas.A duras penas interrumpió el beso para reprenderlo.—¿Qué hacías?—Nada —se excusó él con fingida inocencia.—¿Intentabas quitarte la venda? —le reclamó Elena, al tiempo que hacía un gran esfuerzo por ocu
Cinco años después…Sentada en una mecedora mientras disfrutaba del sonido de una suave lluvia de mayo, Elena observaba las fotografías que Adelaida, su madre, le había enviado desde la Casa Hogar dónde vivía.Dos años atrás su condición de salud había mejorado considerablemente y ahora se encontraba en un hermoso lugar, donde era bien cuidada y atendida por personal especializado, manteniendo constante contacto con ella.Sonrió satisfecha. Recordaba aquella tarde de abril en la que compartió con su madre cuando visitaron juntas la tumba de Raúl.Su cuerpo había sido ubicado semienterrado en un terreno baldío propiedad de Lobato, días después de los lamentables hechos. Lograron recuperarlo y darle sepultura.Elena siempre lo recordó con cariño. Su hermano, en vida, había sido su mayor apoyo y guía.Acarició con ternura su vientre hinchado para trasmitirle amor a la niña que crecía dentro. Ya llevaba ocho meses de embarazo y ese lo soportaba mejor que los anteriores.Cinco años atrás t