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Capítulo 29. Duras confesiones

—A que aparentáramos una relación. —La voz le tembló. No quería confesarle a Iván el desagradable encuentro que había tenido con Leandro y la llevó a asesinarlo, pero sabía que él necesitaba información y no la dejaría en paz hasta conseguirla. Había sido testigo de sus insistentes maniobras y de lo que era capaz para obtener respuestas—. Su padre desconfiaba de sus capacidades financieras y él sentía a Jacinto cada vez más entrometido en su vida. Debía casarse para manejar su herencia y al conocer mis necesidades se atrevió a proponerme un matrimonio fugaz a cambio de dinero. Por supuesto, yo no acepte, prefería morirme de hambre antes que tener algún tipo de relación con él, pero Raúl se metió en problemas y para liberarlo, debía aceptar su propuesta.

—¿Qué problemas? —Iván no apartaba su mirada inquisidora de ella. No solo analizaba sus respuestas, sino cada una de sus reacciones.

—Leandro utilizaba la fábrica para distribuir de forma ilícita unas medicinas, que al parecer contenía
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