(Seth)El camino en las escalinatas era confuso, pero mi instinto y mi olfato me guiaban mejor de lo que cualquier explicación podía hacer. Lilia yacía muerta y no por mi mano, eso me había sorprendido terriblemente.—Señor, esto traerá un sinfín de consecuencias… —empezó a decir otro de los soldados de Felipe.Felipe se hallaba perdiendo hasta la última gota de paciencia ante la insubordinación de esos sujetos. Parecían cuestionarlo en cada decisión que tomaba. Ellos no eran leales hacía él, eran aliados del rey y esa era la razón de que siempre estuvieran peleando. Eso no nos ayudaba para nada.—Nadie llorará por ella, es solo una mujer que llegó demasiado lejos con su cometido. Alguien así no puede ser la reina. —dijo Felipe, buscando controlar su tono de voz para adquirir más calma.Seguimos caminando buscando la armería pequeña de la que habló, el sitio donde Louis estaría oculto de las garras de sus enemigos. El sitio era tal cual como lo describió una vez llegamos. Era un lugar
(Narra Louis)—¿Está hablando en serio, mi rey? —preguntó la maldición de mi vida.Habíamos tenido que partir de regreso al castillo luego de que la ejecución se convirtiera en un temible campo de batalla. Mis planes no fueron óptimos en ese momento, para tener que resignarme a escapar como un ratón acobardado buscando la piedad ajena. No era así, no al menos rotundamente. Yo ganaría al final de la batalla porque así estaba escrito, me lo había dicho a mi mismo un millar de veces al levantarme por las mañanas. Mi padre era el villano y él mismo, perdería porque así era el destino con los falsos.Los nobles estaban siguiéndome por el paso conducido en el castillo. Debíamos refugiarnos en uno de los escondites secretos del lugar. Para resguardarnos hasta que la batalla se desvaneciera. Mi castillo estaba protegido, el ejército de mi padre y el de la caballería sorpresiva no podrían irrumpir aquí con esa facilidad.Eran por lo menos quince nobles a los que tenía que resguardar para prote
(Narra Seth)Observé con atención la cantidad de soldados que había y también la cantidad de nobles. Estaban casi parejos en lo que respectaba a la amenaza. Claro que eran muchos más que nosotros y eso no podía cambiarse, pero si yo lograba volver a tener la fuerza de un lobo, podría vencer a más de la mitad como en el pasado.Había sido un guerrero temible en la mayor parte de los años de mi vida. Un lobo despiadado, un cazador y el mejor de los rastreadores. Ahora estaba reducido a casi un cachorro por la prisión. ¿De verdad era así de drástico mi cambio? Me rehusaba a pensarlo, quería demostrarme a mi mismo que la pelea no había terminado y todavía podía abrirme el camino con la sangre de mis enemigos.De ello dependía volver a casa para ver a mi familia otra vez.Louis hablaba, él ordenó que el ataque se detuviera, tenía una expresión burlona plasmada en el rostro.—¿Es que no temen por su vida? Pregunto, es un acto tan impulsivo el de intentar matar a un rey en su propio castillo
IIMi pelaje negro me hacía pensar que era una especie de sombra. Después de todo, lo había sido una gran parte de mi vida. Me acostumbré a huir como un estilo, haciendo que no me quedara mucho para lograr sobrevivir. Maya y yo éramos una manada, pequeña, pero no nos abandonábamos jamás. En ese momento crucial pensé en ella, la más hermosa loba de todas las que existen.Felipe temblaba como una hoja ante la voz de la mujer acaudalada.—Escucha el trato que tengo que proponerte, conde. —reiteró, incluso Louis hacía silencio.No entendía porque no aprovechaba de una vez para matarnos y ya. Debía tenerle respeto a esa mujer para no desafiarla tanto.—Te escucho. —dijo Felipe, con los ojos fijos en la dama, como si quisiera arrebatarle la verdad con la mente.Ella pasó al frente.—Te unirás a nuestra causa, traerás tu ejercito al justo trono del rey Louis y vivirás tus días nuevamente como el conde. —soltó ella, después de meditarlo unos segundos.El lugar quedó en silencio ante sus decla
(Narra Eva)Nos fundimos en el abrazo más cálido que jamás hubiera podido soñar. Astor me envolvió entre sus brazos con una fuerza abrumadora, haciendo que me sintiera tan protegida y amada como en el pasado. Nos habíamos separado por tanto tiempo, su ausencia había dejado a mi corazón casi marchito.Habían llegado al fin, el reencuentro fue maravilloso y me aferraría a ese recuerdo para siempre. Su forma humana seguía igual que como la recordaba, a excepción por varias lastimaduras y heridas nuevas. Sus ojos me enfocaron y me besó en los labios, sujetándome para resguardarme de todos los peligros del mundo.—Te he extrañado tanto… —dije, con la voz temblorosa.Astor sonrió, besando mi frente con suavidad.—Nos hemos visto sin los ojos. —respondió el, haciéndome sonreír al instante.Los dos nos habíamos estado comunicando con más que palabras, mientras nuestra conexión se reforzaba y nuestro amor seguía consolidándose. Lo amaba, más que a cualquier cosa.El me cargó en sus brazos y me
Astor me tomó de las manos mientras el rey comenzó con su discurso. Nuestro calor nos hacía felices mutuamente. En mi mente, solo pensaba en nuestra boda y en nuestra vida de ahora en más. El también lo hacía, mientras me abrazaba, susurraba a mi oído cuanto me amaba y cuanto me había extrañado en todos estos días de encierro y ausencia.—Hoy debo decir que no puedo mentirle con respecto a mi tristeza. No me caracterizaré por ser un mentiroso nunca. —empezó a decir el rey, todavía sosteniendo la corona de su hijo en sus manos. —Me entristece que las cosas tuvieran que terminar así, yo hubiera dado mi vida por volver a estar en paz con mi hijo y pudiéramos arreglar las cosas de otra manera. Claro que lo hubiera perdonado si lo hubiese tenido en frente de mí, no podría jamás haberlo asesinado ni, aunque él quisiera hacer lo mismo conmigo. Porque no se deja nunca de ser padre, por más que las circunstancias cambien tanto que no reconozcamos a nuestros hijos. —una lágrima le rodó por meji
(Narra Gale)Los tres caminábamos hacia el estudio privado del rey. Debía ser para el la mejor de las victorias, poder volver a su hogar y su castillo para al fin gobernar desde su comodidad. Louis le había arrebatado el espacio, expulsándolo de su propia fortaleza.Yo recordaba ese día, había estado allí presente, en aquel tétrico festival en el cual nuestros oídos quedaron estallados por la multitud deseosa de sangre. Fue cuando vi a Teo reclamar su lugar como príncipe y heredero. Ahí el plan de Louis se develó y mandó a matar a su querido padre.Las cosas no habían terminado allí, mi instinto me hizo salvar a ese hombre aquel día y por eso, el giro de la guerra fue una completa locura.Tenía el prendedor que me obsequió al declararme heredero prácticamente adoptado. Su símbolo estaba visible en el grabado, junto con la imagen de mi padre en su forma de lobo. Me había parecido un detalle amable en ese momento, ahora entendía que a Víctor no le hubiera agradado en lo absoluto que me
(Eva)Ciro y Lucy buscaban hacerme sentir mejor con ese presentimiento. Sin embargo, parecía que era cada vez peor con el paso de las horas. El estómago se me había cerrado y no había comida que me tentara. Eran unos nervios terribles que me tensaban la piel y me nublaban la vista. Busqué controlar mi respiración, aunque fuera.Astor llegó a mí, tomándome entre sus brazos y protegiéndome con su inmensa espalda para que me refugiara en él. Nos quedamos a solas en ese rincón que adopté como mi lugar.—No tienes que entrar a ese lugar, se lo que significa para ti… —dijo él, acariciando mis hombros con delicadeza. Su ceño fruncido al observar el castillo me demostró que él haría lo que fuera para protegerme de cualquiera de esas amenazas.—Gracias, igual solo serán unos momentos. Luego podremos marcharnos para siempre de este terrible sitio. —dije, con una sonrisa. El besó mis labios y me tomó por la cintura.—Refaccionaremos la cabaña para que sea más bonita, tanto como tú. —empezó a dec