(Narra Seth)Observé con atención la cantidad de soldados que había y también la cantidad de nobles. Estaban casi parejos en lo que respectaba a la amenaza. Claro que eran muchos más que nosotros y eso no podía cambiarse, pero si yo lograba volver a tener la fuerza de un lobo, podría vencer a más de la mitad como en el pasado.Había sido un guerrero temible en la mayor parte de los años de mi vida. Un lobo despiadado, un cazador y el mejor de los rastreadores. Ahora estaba reducido a casi un cachorro por la prisión. ¿De verdad era así de drástico mi cambio? Me rehusaba a pensarlo, quería demostrarme a mi mismo que la pelea no había terminado y todavía podía abrirme el camino con la sangre de mis enemigos.De ello dependía volver a casa para ver a mi familia otra vez.Louis hablaba, él ordenó que el ataque se detuviera, tenía una expresión burlona plasmada en el rostro.—¿Es que no temen por su vida? Pregunto, es un acto tan impulsivo el de intentar matar a un rey en su propio castillo
IIMi pelaje negro me hacía pensar que era una especie de sombra. Después de todo, lo había sido una gran parte de mi vida. Me acostumbré a huir como un estilo, haciendo que no me quedara mucho para lograr sobrevivir. Maya y yo éramos una manada, pequeña, pero no nos abandonábamos jamás. En ese momento crucial pensé en ella, la más hermosa loba de todas las que existen.Felipe temblaba como una hoja ante la voz de la mujer acaudalada.—Escucha el trato que tengo que proponerte, conde. —reiteró, incluso Louis hacía silencio.No entendía porque no aprovechaba de una vez para matarnos y ya. Debía tenerle respeto a esa mujer para no desafiarla tanto.—Te escucho. —dijo Felipe, con los ojos fijos en la dama, como si quisiera arrebatarle la verdad con la mente.Ella pasó al frente.—Te unirás a nuestra causa, traerás tu ejercito al justo trono del rey Louis y vivirás tus días nuevamente como el conde. —soltó ella, después de meditarlo unos segundos.El lugar quedó en silencio ante sus decla
(Narra Eva)Nos fundimos en el abrazo más cálido que jamás hubiera podido soñar. Astor me envolvió entre sus brazos con una fuerza abrumadora, haciendo que me sintiera tan protegida y amada como en el pasado. Nos habíamos separado por tanto tiempo, su ausencia había dejado a mi corazón casi marchito.Habían llegado al fin, el reencuentro fue maravilloso y me aferraría a ese recuerdo para siempre. Su forma humana seguía igual que como la recordaba, a excepción por varias lastimaduras y heridas nuevas. Sus ojos me enfocaron y me besó en los labios, sujetándome para resguardarme de todos los peligros del mundo.—Te he extrañado tanto… —dije, con la voz temblorosa.Astor sonrió, besando mi frente con suavidad.—Nos hemos visto sin los ojos. —respondió el, haciéndome sonreír al instante.Los dos nos habíamos estado comunicando con más que palabras, mientras nuestra conexión se reforzaba y nuestro amor seguía consolidándose. Lo amaba, más que a cualquier cosa.El me cargó en sus brazos y me
Astor me tomó de las manos mientras el rey comenzó con su discurso. Nuestro calor nos hacía felices mutuamente. En mi mente, solo pensaba en nuestra boda y en nuestra vida de ahora en más. El también lo hacía, mientras me abrazaba, susurraba a mi oído cuanto me amaba y cuanto me había extrañado en todos estos días de encierro y ausencia.—Hoy debo decir que no puedo mentirle con respecto a mi tristeza. No me caracterizaré por ser un mentiroso nunca. —empezó a decir el rey, todavía sosteniendo la corona de su hijo en sus manos. —Me entristece que las cosas tuvieran que terminar así, yo hubiera dado mi vida por volver a estar en paz con mi hijo y pudiéramos arreglar las cosas de otra manera. Claro que lo hubiera perdonado si lo hubiese tenido en frente de mí, no podría jamás haberlo asesinado ni, aunque él quisiera hacer lo mismo conmigo. Porque no se deja nunca de ser padre, por más que las circunstancias cambien tanto que no reconozcamos a nuestros hijos. —una lágrima le rodó por meji
(Narra Gale)Los tres caminábamos hacia el estudio privado del rey. Debía ser para el la mejor de las victorias, poder volver a su hogar y su castillo para al fin gobernar desde su comodidad. Louis le había arrebatado el espacio, expulsándolo de su propia fortaleza.Yo recordaba ese día, había estado allí presente, en aquel tétrico festival en el cual nuestros oídos quedaron estallados por la multitud deseosa de sangre. Fue cuando vi a Teo reclamar su lugar como príncipe y heredero. Ahí el plan de Louis se develó y mandó a matar a su querido padre.Las cosas no habían terminado allí, mi instinto me hizo salvar a ese hombre aquel día y por eso, el giro de la guerra fue una completa locura.Tenía el prendedor que me obsequió al declararme heredero prácticamente adoptado. Su símbolo estaba visible en el grabado, junto con la imagen de mi padre en su forma de lobo. Me había parecido un detalle amable en ese momento, ahora entendía que a Víctor no le hubiera agradado en lo absoluto que me
(Eva)Ciro y Lucy buscaban hacerme sentir mejor con ese presentimiento. Sin embargo, parecía que era cada vez peor con el paso de las horas. El estómago se me había cerrado y no había comida que me tentara. Eran unos nervios terribles que me tensaban la piel y me nublaban la vista. Busqué controlar mi respiración, aunque fuera.Astor llegó a mí, tomándome entre sus brazos y protegiéndome con su inmensa espalda para que me refugiara en él. Nos quedamos a solas en ese rincón que adopté como mi lugar.—No tienes que entrar a ese lugar, se lo que significa para ti… —dijo él, acariciando mis hombros con delicadeza. Su ceño fruncido al observar el castillo me demostró que él haría lo que fuera para protegerme de cualquiera de esas amenazas.—Gracias, igual solo serán unos momentos. Luego podremos marcharnos para siempre de este terrible sitio. —dije, con una sonrisa. El besó mis labios y me tomó por la cintura.—Refaccionaremos la cabaña para que sea más bonita, tanto como tú. —empezó a dec
(Narra Gale)Ella se veía como una princesa sacada de los más bonitos cuentos. Era una muñeca en ese vestido en gama de pasteles. El violeta y el celeste resaltaban el color natural de sus ojos. Estaba tan prolijamente peinada, con un broche delicado sosteniendo su peinado recogido y alto. Lucy caminó hacia donde yo estaba con una sonrisa en su rostro.—Te ves hermosa. —dije, con el mejor de los tonos que pude lograr encontrar.—Pues, tú pareces un prisionero sin esposas. —observó ella, riendo y tomándome del brazo. —Anda, todavía no caminas al altar.Yo también me había vestido de un modo elegante, con el traje que el rey me dio y los zapatos recién lustrados. Llevaba una espada en mi cinturón, algo que no necesitaba en lo más mínimo. Era una formalidad, debía sacar la espada para jurar lealtad al rey para siempre. Me había nombrado heredero, yo tendría que estar en ese lugar algún día.El resolvió que nosotros dos nos iríamos a la ciudad de Lucy, para que ella ocupara el lugar que s
Al escuchar las palabras de Felipe, sentí como me ahogaba lentamente, como si me hubiera sumergido en unas aguas demasiado profundas para intentar nadar hacia la superficie. No había sido justo en lo más mínimo y esa impotencia me hacía querer gritar.El relato era cierto, todo coincidía y Felipe tenía la prueba del rey incluso escrita.Astor había sido el hombre que asesinó a sangre fría a mi querido Daren. Eso era tan terrible que no pude más que llorar desconsolada en el suelo.—Siento ser yo quien tuviera que decirte esto. Debo admitir… Que me daba cierta pena que estuvieras engañada tanto tiempo. No es justo para ti. —dijo Felipe, negando con la cabeza con severidad.No tenía ni la menor de las ganas de querer contestarle algo, no era su opinión la que me importaba. Era mi vida entera la que estaba desarmándose entre las mentiras de la persona que amaba. Astor me había conocido, me miró a los ojos sabiendo que él era el culpable de mi cautiverio y, aun así, me siguió mintiendo ha