Recuerdos de pasión

Al subirse al caballo, Eva no pudo más que dejar que le escapara una lágrima de nostalgia mezclada con alegría. Saber que pronto acabaría todo y podría marcharse, alejarse tanto y no volver a mirar hacia el pasado nunca más. Ya no era la dama encerrada, ni la doncella enferma por amor, era una mujer poderosa y fuerte, con su propia ferocidad, siendo única en el mundo.

El viaje no era tan largo como parecía, la ciudad estaría bien custodiada y todos deberían acampar varios kilómetros más atrás para no levantar sospechas. El grupo de los lobos se trasladaba como una sola manada. Eva miró a su alrededor, había tantos lobos que no lograba distinguir a Maya y a Seth entre ellos, pero sabía que iban allí, marchando para guiar a los que iban atrás. Astor la seguía, pero convertido, estaba en su feroz forma de oso blanco, que resaltaba de entre la multitud, llamando mucho la atención. Era el oso más grande que cualquiera hubiera visto en su vida y eso ya inspiraba demasiado temor. Su aspecto
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