Condenada

Desde su celda, Cleo intentaba buscar una forma para salir de allí sin que los guardias la oyesen. Estaba tan cansada, era solo una niña y nadie velaba por ella en ese frío y lúgubre castillo. Cleo había vivido como una princesa por unos meses hasta que la farsa se deshizo y luego, fue condenada a vivir en una prisión sin ningún tipo de sustento básico.

—Por favor, déjenme salir, aunque sea por un rato. —imploró, mirando a los guardias con los ojos brillantes.

—No, no se te permite salir a ninguna parte. Ya deberías entenderlo. —dijo el guardia, con la voz muy severa, no tenía mucha cercanía con los niños.

El otro guardia sentía algo de pena, era solo una chiquilla y no tenía la culpa de todo lo que sucedía a su alrededor. Lilia la mantenía cautiva como para castigar a Eva, como un mensaje personal y ahora había decidido ejecutarla. Pero Cleo no lo sabía, ni siquiera lo sospechaba.

—¿Le dirás? —preguntó el guardia, mirando a su compañero con frialdad.

Negó con la cabeza.

—Debe tener u
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