Louis tomó a Lilia con ambas manos, sujetándola por la cintura y atrayéndola hacia su cuerpo, para que estuvieran tan juntos que sintieran el calor ferviente.—Están perdiendo. ¡Los lobos están acabados! —gritó, al tiempo en el que desvestía a su esposa en medio del balcón, donde miraban como la batalla seguía su curso.Paseó sus dedos por todo su cuerpo, sintiéndose victorioso, con la corona en su cabeza y la gloria bañándolo. Su excitación estaba por las nubes, viendo a su esposa, que nunca lo atrajo tanto, como a la mujer más bella de todos los tiempos.—¿Lo has visto, cariño? —preguntó el, deslizando su mano entre las piernas de la dama. —No siempre las criaturas extraordinarias ganan.—Vamos a matarlos a todos. ¿Verdad? Quiero que sea rápido… —dijo ella, envuelta en esa seducción que les aportaba esa victoria. Lilia estaba desnuda de pies a cabeza, eso era lo que más la relajaba, saber que tenía la libertad de hacer lo que quisiera.—Sí, quiero las pieles intactas para mi sala. —
Desde la jaula móvil, Astor no podía moverse con ninguna libertad y eso lo hacía sentirse peor que basura. Nunca en la vida le había sucedido algo así, lo estaban transportando junto con su hermano y Seth, los tres en la misma jaula ambulante, directo a la prisión del príncipe Louis. Su vientre estaba por completo lastimado y eso le dificultaba respirar, eran cosas que nunca había experimentado antes, ese dolor era nuevo. La sangre manchaba el piso de la celda, su vista se nublaba ante todo lo que le estaba sucediendo.—Trata de… —empezó a decir su hermano, Gale, que se hallaba con la mitad del pelaje chamuscado y negruzco, tosía a cada segundo, esforzándose por respirar. —Trata de no dormirte… —continuó, con un dolor que se notaba hasta en su voz.Seth ni siquiera reaccionaba, estaba inconsciente. Los recuerdos del ataque eran devastadores. Astor se vio acorralado junto con su equipo, cuando la cantidad de hombre del ejercito enemigo se desplegó mostrando todo su poder y el ejercito
(Narra Eva)Me desperté en una nebulosa mental agobiante, como si me estuvieran oprimiendo la cabeza con una roca muy pesada. Era un lugar extraño, una tienda de campaña oscura. Me hallaba tapada con una manta gruesa que me protegía del frío. Reconocí a Maya a mi lado, tenía los ojos completamente enrojecidos y miraba hacia la nada, con la vista fija en la tela de la tienda.—¿Qué pasó…? —empecé a preguntar, con la voz quebrada por el frío, al parecer había comenzado a nevar.Maya volteó para verme, al descubrir que me había despertado. Ella se hallaba mal, muy mal, podía verlo en su mirada perdida.—Nada bueno. —respondió y supe que me contaría algo que quizás no quería oír.Se me erizó la piel al instante y el miedo me hizo retroceder, intentando taparme los ojos para no ver lo que en realidad había sucedido. En mis sueños, habíamos salido victoriosos del combate y solo nos quedaba festejar. A juzgar por el rostro de Maya, era inevitable pensar que había sucedido todo lo contrario.
El futuro rey consagrado en batalla se preparaba para su coronación oficial. Louis era un hombre orgulloso y estaba seguro de que este triunfo lo denominaría como el más inteligente de los gobernantes hasta el momento.Era su perspectiva gloriosa, en sus ojos se veía el triunfo estampado en dorado, porque se sentía bendecido.—¿Ha existido algún rey capaz de vencer a un monstruo semejante? —preguntó Louis a uno de sus guardias, mientras caminaba hacia las celdas donde yacían sus prisioneros.—Ninguno, majestad. —contestó el soldado, cada uno de los hombres a su mando se halló gratamente sorprendido cuando Louis develó su estrategia. —Los hemos retenido en la prisión, no podrán doblar ni romper los barrotes, están preparados para soportar fuerza sobrehumana.—Recuerda el veneno, no te olvides. —agregó Louis, que no dejaría absolutamente nada al azar.—Ya rociamos cada parte de los barrotes con la sustancia, si intentan acercarse mucho morirán. —el guardia sonrió, estaban en una notoria
Seth maldecía en todos los idiomas al príncipe y a su capacidad de irritarlo y amenazarlo con tanta facilidad. Se decía a sí mismo que, aunque muriera en el intento, lo asesinaría para mantener a salvo a Maya de sus manos libidinosas. En algún momento los transportaría hacia algún sitio y aprovecharía esa oportunidad para hacer que pagara, con sus últimas fuerzas y el aire que le quedaba.—El rey hará algo… —empezó a decir Gale, esa era su esperanza. Sabía que el rey no lo dejaría morir así porque sería una muestra demasiado grande de debilidad. Después de todo el seguía siendo su heredero nombrado oficialmente.—Al rey no le importamos en lo absoluto, abre los ojos. —calló Seth, que no poseía un respeto en lo más mínimo por la realeza. —Por su culpa estamos aquí.—Yo soy su heredero. —dijo, tosiendo, Gale. Los lobos podían recuperarse mucho más rápido que los humanos y el de a poco iba regenerando las quemaduras de su piel.—Eso no le importa, conseguirá otro, si es que Louis no lo m
(Narra Teo)No me habían invitado a la reunión en la tienda real, yo no tenía edad para esa clase de discusiones y mi opinión poco valía. Quería asistir, era un deseo que latía en mi con fuerza, porque debía ayudar a Seth, el mejor padre que había tenido. Imaginé una vida tranquila con ellos, en otra casa, una en la que estuviéramos seguros y al fin pudiera darme el lujo de vivir en una familia normal. En la que yo escogí, que era lo más importante para mí.Al verlos salir de allí sin esperanza en sus ojos imaginé que no habían llegado a un buen acuerdo. Fue en ese instante en el cual el instinto comenzó a poseerme, mi instinto de lobo que creí casi inexistente, al ser un cachorro inexperto. Comenzó como un zumbido en mi oreja, que continuó en un temblor en mi pie izquierdo. Esa sensación no se quitaba y recorría enteramente mi cuerpo. El tiempo parecía congelarme y mis patas comenzaron a andar solas sin un rumbo conocido. Estaba saliendo del campamento de las tropas del rey, alejándo
(Narra Lilia)Mi noche había resultado esplendida después de esa victoria embriagadora que me hizo tocar el cielo con las manos. Incluso Louis y yo parecíamos llevarnos mejor ante esa buena fortuna. Me encontraba de un humor maravilloso, esa capacidad tenía la victoria en mí, de sacudir toda esa amargura que a veces cargaba en mi espalda.Mi consciencia me decía que las mentiras saldrían a la luz tarde o temprano, cuando menos lo imaginara. Louis era asusto y me hizo entender que sabía que algo conmigo andaba mal. Esas advertencias no pasaron desapercibidas en mí. Era un abismo en el cual caer no era permitido. Desde que era una niña se me había ordenado que obedeciera, que fuera una dama, que mantuviera siempre la compostura y me mostrara cordial. Eran las enseñanzas que nunca pude llevar a cabo y aquí estaba, como la nueva reina de la ciudad y nadie podía hacer nada para cambiarlo.Sonreí, mirándome al espejo con la corona sobre me cabeza. Se me veía esplendida. En el pasado, había
(Narra Gale)El dolor de las quemaduras imposibilitaba mi capacidad de razonar con claridad. No debía haber nada peor que estar quemado, mi pelaje había soportado hasta donde pudo, pero las llamas habían alcanzado mi piel. No quería ni siquiera ver como había quedado de herido mi cuerpo en mi forma humana. Prefería estar como un lobo, para sanar más rápido, aunque tardara mucho de igual modo.El humo que me hacía toser no se expulsaba fácilmente de mi cuerpo. Cada vez que tosía parecía como si me doliera cada parte de todos los órganos que poseía.Seth estaba mejor, pero no podía decir lo mismo de mi hermano. Astor estaba en un estado terrible y no solo porque había sido golpeado por el proyectil de un cañón directamente. Sino porqué, su mente ya no estaba como siempre y no parecía mejorar. Cada vez que un rayo de lucidez se asomaba venían a inyectarle más sustancias.A pesar de que era un hombre sumamente fuerte dudaba que pudiera seguir resistiendo. Que muriera no era el peor de mis