Miedo

Esa idea no se le había pasado por la cabeza a pesar de que ahora le parecía tan evidente. Ciro no tenía los libros en las manos y mucho menos la fe, pero sabía algo mejor. Eva ya no era solo una humana, había absorbido y asimilado parte de los poderes de Astor, lo que la hacía mitad bestia. No tenía que curarla como a una humana como la primera vez.

—¿Cómo pude ser así de ciego? —se preguntó a si mismo y todos lo miraron extrañados, porque estaba hablando solo.

Tomó otro frasco y comenzó a mezclar algunos polvos. Debía intentar con esa opción.

Astor tuvo que salir, no aguantaba el aroma de los sahúmos tan invasivos y sus ojos parecían cegarse con el humo. Quería devuelta a su dama, volver a sentirla entre sus brazos, escuchar su risa y percibir su tacto, volver a despertar a su lado. Había pasado tanto tiempo desde que se marchó, a pesar de que vigilaba los alrededores y a veces la veía, era tan lejana, no podía tocarla ni sentirla, como si una barrera los separara. Era por su bien,
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