En su caballo, tratando de pasar lo más desapercibido que fuera posible, con una capucha sobre sus ojos para tapar parte de su rostro. Felipe buscaba que las distracciones hicieran que nadie lo notara ni lo buscara, sabía que no dejarían que escapara de allí en paz. Al ver a Astor supo que lo haría pagar, pero él era más listo que eso, su cabeza iba a años luz de distancia, bajo su punto de vista al menos. Respiraba con algo de dificultad culpa de los nervios que le repercutían el tener que estar en el mismo lugar que ese hombre al que consideraba una bestia despiadada. Se había ganado la confianza de Seth, pero nunca podría hacer lo mismo con Astor.Ya estaba huyendo como un roedor atrapado cuando el rey lo encontró, en una posada, buscando provisiones para ocultarse sin planes algunos.—¿Ya te ibas? —preguntó el rey, desde su asiento, también estaba camuflado y disfrazado para que la gente no lo reconociera con tanta facilidad. Sonrió, con cierta ironía y negó con la cabeza. —Supong
Como si se tratara de una mala broma, mientras Gale y su prometida planeaban su boda, lo mismo pasaba en el castillo con Louis y Lilia. La mujer era indomable, por lo que las peleas abundaban siendo que él era afín a las sumisas.—Desvístete ahora. —ordenó Louis, con su sonrisa marcada en su rostro, mirándola de arriba abajo con detalle.—¿De que hablas? —preguntó Lilia, asqueada. Ella creía que el supuesto matrimonio era solo una farsa, una obra de teatro para el exterior.—Ya me oíste. —el se aproximó hacia ella y le quitó el vestido, tal como en su primer encuentro con Ruth. Lilia era una guerrera, no le sería tan fácil someterla, pero eso lo excitaba todavía más. Tocó uno de sus senos hasta que endureció el pezón, pero ella le arrojó una bofetada. —No te creas la farsa.Eso le fastidió enormemente.—Si te estaba gustando, no finjas que no. —dijo él, sonriendo con lascivia, estaba ansioso por probar su cuerpo, era nuevo para él. Quería tenerla solo porque sí, porque podía hacerlo y
En las sombras que lo ocultaban, el lobo negro pasaba casi desapercibido en esa ciudad vacía por la noche helada. Observó que la ciudad había cambiado mucho, tanto que no supo bien como actuar al respecto. La gente temía salir después de las seis de la tarde por los supuestos peligros de lobos rondando, que Louis había esparcido por medio de comunicados reales. Olfateó el miedo a su alrededor, luego de que Gale matara a la princesa y a Angela las cosas habían empeorado, el temor era muy grande. Seth se preguntaba que pensaría la gente de la ciudad de Lito si pudieran saber la verdad sobre su nuevo príncipe lobo, que no era tan inofensivo como parecía. Andaba con un sigilo típico de él, porque era el mejor cuando se trataba de explorar el terreno sin ser visto. A pesar incluso de tener muchas preocupaciones rondándole por la cabeza, como el paradero de Felipe, lo asustaba que pudiese traicionarlos y perjudicarlos de alguna forma.Al dejar a Maya en la ciudad, otra vez, su corazón se es
Seth bajó del balcón del hijo que dejó ir hacia tan poco tiempo, sin poder evitar sentirse mal al respecto. Era muy humano, su instinto siempre sería querer protegerlo a pesar de todo, su naturaleza era esa, no podía ir contra lo que tenía dentro. Volvió a su forma humana, para intentar pasar desapercibido entre las personas que podían verlo, estarían buscando un lobo. Su mente se atascaba de pensamientos, quería volver y salvar a ambos niños, tal como debió hacer en un principio, antes de todas las conspiraciones.No tuvo más tiempo para reflexionar, la bolsa en la cabeza y el humo hicieron que se durmiera al instante, solo pudo ver como lo arrastraban en contra de su voluntad. El tic tac que yacía en su cabeza lo mareaba, hasta que perdió por completo la consciencia. Desapareciendo de las calles, Seth cayó en un pozo en sus propios sueños y alucinaciones.—Despierta, Seth. —dijo una voz, entre sus mares internos de confusión.No comprendía muy bien lo que decía, creía que era parte
Eva despertó al lado del hombre que amaba, con el miedo a que ya no estuviera, buscándolo entredormida, creyendo que solo era un lindo sueño. Astor seguía allí, la abrazó cuando la vio asustada y la mantuvo acurrucada entre sus fuertes brazos. Se estaban quedando en el castillo, porque era más seguro para ella, mientras esperaban que Seth regresara de la exploración y pusieran en marcha el rescate. Debía faltar poco para que volviera, les quedaba poco tiempo.Los rayos del sol iluminaron el rostro de la condesa, que sonrió al sentir el calor que su hombre oso le proporcionaba. Era su hogar, Astor tenía los ojos abiertos, la contemplaba con la mirada enamorada y arrepentida. Ella sabía que él tenía una gran culpa que poco a poco dejaba atrás, el dejarla tanto tiempo le había dejado secuelas.Él besó sus labios y la rodeó para sentirla con todo el cuerpo, buscando esa suavidad. Ella sonrió, amaba que estuvieran pegados en uno con el otro, era la mejor forma de despertar. Deslizó su mano
¿Por qué siempre se comportaba de ese modo? Se preguntaba Gale, furioso con Astor, sus exigencias no tenían sentido alguno para él. Pese a su obstinación, no era lo que mas lo aturdía, sino que era eso que no quería reconocer. No quería que Eva se marchara, tenerla cerca lo tranquilizaba. Era un secreto, ese sentimiento que seguía creciendo en su interior, con el amor que no se eclipsaba, aunque deseara que desapareciera con todas sus fuerzas. No entendía por qué la seguía amando, la mujer que la luna puso a su lado y luego la alejó para siempre. No podía hallar una razón, porque de eso se trataba el mismísimo amor, de algo que nacía y no se podía controlar su crecimiento. Sin contestar ni asegurar nada, se marchó del cuarto para dejar de verlo, para ver si así dejaba de sentirse tan impotente. Astor no lo siguió, no eran sus modos.—¿Sucede algo? —preguntó la joven, su prometida, mirándolo con esos ojos esmeraldas tan encantadores.—No, tuve un pequeño desacuerdo, nada más. —contest
Eva y Maya caminaban por los balcones. La condesa había ido a buscar dos tazas de té y algunos bocadillos para intentar matar la tensión y la espera, quería hablar a solas con su amiga, que debía estar preocupada.—Debí ir con él, prometimos que no nos volveríamos a separar e igual lo hicimos. —dijo Maya, tomando un sorbo de te a pesar de que seguía casi hirviendo.—Ten cuidado. —advirtió Eva, al ver que podía quemarse la garganta. —Tranquila, Seth es un buen explorador, no le pasará nada, mañana ya estará aquí.—Pero es uno solo. —cuestionó la loba, que tenía un mal presentimiento rondando por su mente desde que se despertó aquella mañana.—Maya, si ibas tú, no habría mucha diferencia si te encuentras enferma. Es normal, tranquila, hemos pasado tantos malos ratos que tu estomago los viene sufriendo. —Eva intentaba tranquilizarla, parecía como si estuviera teniendo alguna clase de crisis nerviosa o de ansiedad, pero no quería decirle nada.—Ya le dije a Ciro que venga para que me de a
La sorpresa de inmediato trajo una inmensa alegría, Eva sabía lo mucho que habían sufrido la perdida de su primer hijo. Esto era una bendición que le habían pedido al cielo hacía bastante tiempo. La abrazó mientras las lágrimas se le escapaban de la felicidad, era la mejor noticia que le podrían haber dado. Maya suspiraba de alivio y con esa nueva noticia que la colmaba de emoción.Al abrazarla, Eva miró de reojo a Ciro, que tenía la misma cara de preocupación que ella y sabía el porqué. Ahora se agravaban las cosas, si Seth llegaba a no volver de su viaje de exploración. Rogó porque regresara, no había opción, su esposa lo necesitaría más que nunca.Eva volvió a su cuarto, para ver cómo estaba Astor luego de su charla entre hermanos y lo encontró sentado en el suelo del balcón, mirando a la ciudad con sus ojos entrecerrados.—¿Sucedió algo? —preguntó ella, sentándose a su lado. El no le respondió, pero si la rodeó con sus brazos para que pudiera descansar sobre su pecho.Astor era má