Vacíos

Seth bajó del balcón del hijo que dejó ir hacia tan poco tiempo, sin poder evitar sentirse mal al respecto. Era muy humano, su instinto siempre sería querer protegerlo a pesar de todo, su naturaleza era esa, no podía ir contra lo que tenía dentro. Volvió a su forma humana, para intentar pasar desapercibido entre las personas que podían verlo, estarían buscando un lobo. Su mente se atascaba de pensamientos, quería volver y salvar a ambos niños, tal como debió hacer en un principio, antes de todas las conspiraciones.

No tuvo más tiempo para reflexionar, la bolsa en la cabeza y el humo hicieron que se durmiera al instante, solo pudo ver como lo arrastraban en contra de su voluntad. El tic tac que yacía en su cabeza lo mareaba, hasta que perdió por completo la consciencia. Desapareciendo de las calles, Seth cayó en un pozo en sus propios sueños y alucinaciones.

—Despierta, Seth. —dijo una voz, entre sus mares internos de confusión.

No comprendía muy bien lo que decía, creía que era parte
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