¿Por qué siempre se comportaba de ese modo? Se preguntaba Gale, furioso con Astor, sus exigencias no tenían sentido alguno para él. Pese a su obstinación, no era lo que mas lo aturdía, sino que era eso que no quería reconocer. No quería que Eva se marchara, tenerla cerca lo tranquilizaba. Era un secreto, ese sentimiento que seguía creciendo en su interior, con el amor que no se eclipsaba, aunque deseara que desapareciera con todas sus fuerzas. No entendía por qué la seguía amando, la mujer que la luna puso a su lado y luego la alejó para siempre. No podía hallar una razón, porque de eso se trataba el mismísimo amor, de algo que nacía y no se podía controlar su crecimiento. Sin contestar ni asegurar nada, se marchó del cuarto para dejar de verlo, para ver si así dejaba de sentirse tan impotente. Astor no lo siguió, no eran sus modos.—¿Sucede algo? —preguntó la joven, su prometida, mirándolo con esos ojos esmeraldas tan encantadores.—No, tuve un pequeño desacuerdo, nada más. —contest
Eva y Maya caminaban por los balcones. La condesa había ido a buscar dos tazas de té y algunos bocadillos para intentar matar la tensión y la espera, quería hablar a solas con su amiga, que debía estar preocupada.—Debí ir con él, prometimos que no nos volveríamos a separar e igual lo hicimos. —dijo Maya, tomando un sorbo de te a pesar de que seguía casi hirviendo.—Ten cuidado. —advirtió Eva, al ver que podía quemarse la garganta. —Tranquila, Seth es un buen explorador, no le pasará nada, mañana ya estará aquí.—Pero es uno solo. —cuestionó la loba, que tenía un mal presentimiento rondando por su mente desde que se despertó aquella mañana.—Maya, si ibas tú, no habría mucha diferencia si te encuentras enferma. Es normal, tranquila, hemos pasado tantos malos ratos que tu estomago los viene sufriendo. —Eva intentaba tranquilizarla, parecía como si estuviera teniendo alguna clase de crisis nerviosa o de ansiedad, pero no quería decirle nada.—Ya le dije a Ciro que venga para que me de a
La sorpresa de inmediato trajo una inmensa alegría, Eva sabía lo mucho que habían sufrido la perdida de su primer hijo. Esto era una bendición que le habían pedido al cielo hacía bastante tiempo. La abrazó mientras las lágrimas se le escapaban de la felicidad, era la mejor noticia que le podrían haber dado. Maya suspiraba de alivio y con esa nueva noticia que la colmaba de emoción.Al abrazarla, Eva miró de reojo a Ciro, que tenía la misma cara de preocupación que ella y sabía el porqué. Ahora se agravaban las cosas, si Seth llegaba a no volver de su viaje de exploración. Rogó porque regresara, no había opción, su esposa lo necesitaría más que nunca.Eva volvió a su cuarto, para ver cómo estaba Astor luego de su charla entre hermanos y lo encontró sentado en el suelo del balcón, mirando a la ciudad con sus ojos entrecerrados.—¿Sucedió algo? —preguntó ella, sentándose a su lado. El no le respondió, pero si la rodeó con sus brazos para que pudiera descansar sobre su pecho.Astor era má
Mientras hablaba con su hermano, Astor intentaba recuperar esa paciencia que era escasa en su interior. Quería llegar a un acuerdo, Eva se lo pidió y quería demostrarle que no era el mismo hombre de siempre.—¿Entonces si vas a pelear en el ejercito del rey? —preguntó Gale, mirándolo con desconfianza. Astor nunca se comportaba con tanta calma.—Ya te dije, sí, pero necesito algunas condiciones. —dijo Astor, sin subir el tono, con los brazos cruzados.—¿Las que me dijiste? Digo, no crees que es estúpido venir a decirme lo mismo. —empezó a decir el lobo, con sarcasmo.—No, porque ahora te lo estoy pidiendo como hermano. Quiero marcharme, no deseo vivir en un castillo, ni grandes lujos, solo quiero estar con la mujer que amo y mantenerla a salvo.Eso fue como una daga para Gale, no quería pensar en Eva, estaba atrapado entre sus ojos la mayor parte del tiempo. El sonido de la puerta al abrirse los interrumpió y el rey entró, haciendo paso entre ellos.—Buenas tardes Astor, es bueno verte
Gale quedó impactado apenas escuchó las palabras del rey, era una declaración fatal. Miró a su hermano mayor, jamás lo había imaginado como a un mercenario o un asesino a sueldo. Pudo ver en los ojos del rey que estaba diciendo la verdad y peor cuando divisó el rostro de Astor, que se hallaba pálido e inmóvil.—Lo siento, querido guardabosques, pero me has intentado timar y eso no es correcto. —pronunció el rey, mirándolo con compasión. —No debes actuar sin pensar en las consecuencias.Astor no lo oía, su cabeza le decía tantas cosas, vislumbraba a Eva marcharse, decidiendo que lo mejor era alejarse de él, perdiéndola para siempre. Era el peor de sus miedos, que se alejara y no volviera a verla nunca. Era la mujer de su vida, la quería solo para él, la necesitaba con cada parte de su ser. Sentirse amenazado no era habitual en su vida y ahora, tenía las piernas y manos atadas.—Si te mato, no tendré que preocuparme por que abras la boca. —dijo Astor, dejando salir otro gruñido.—Puedes
En el castillo, el príncipe planeaba una despampanante boda, que llamaría la atención de toda su ciudad y de la que hablarían por años. Era su segunda boda, no sabía como sentirse con respecto a eso. En el pasado, creyó que su segunda esposa sería Ruth, algún día, cuando pudiera deshacerse de Angela, aunque ese día jamás llegó. Lilia no le parecía el amor de su vida, ni siquiera una compañía agradable, pero era lista y su posición de poder le convenía mucho. A su lado, su fuerza rivalizaba, siendo casi una competidora para él. —¿Papá? —preguntó una voz a sus espaldas, era su pequeño hijo, que ya no era tan pequeño en realidad.Teo había crecido en sobremanera, aunque su mente todavía era la de un infante de siete años. Su crecimiento acelerado era más que nada físico, el mental iba un poco más lento, por lo que albergaba una gran inocencia e ingenuidad, buscando tiempo para jugar y pasar tiempo con su padre.—Ya te he dicho que no me fastidies, que no cuento con tiempo. —dijo Louis,
Teo corría por ese callejón de atrás del comedor tanto como sus pies soportaban.—¡¿Qué pasa?! —preguntó a los gritos la chica.—¡Solo corre! —gritó él, con el aire faltante en su pecho, se hallaba desacostumbrado a hacer esa clase de deporte al extremo.Llegaron a una tapia que saltaron y se refugiaron en el interior de una casita en ruinas.—Que horrendo lugar, aquí si que nos pueden matar. —dijo Susan, mirando a su alrededor las paredes resquebrajadas y la suciedad acumulada por años.Teo miró hacia afuera y no logró ver al mercenario.—Nos estaba siguiendo, estoy seguro. —dijo, con la voz entrecortada.—Pues quizá lo hayamos perdido. —Susan se sentó en el suelo. —¿Qué le debes a ese sujeto que huyes de ese modo?—No le debo nada. —contestó, cayendo al suelo también. —Es un hombre peligroso y ha querido matarme en muchas ocasiones.—Eres una persona extraña, Teodoro. —suspiró y miró hacía la puerta, que se hallaba destruida. —Si viene por ti, ¿Por qué te mataría? Eres el príncipe.
—No hablas en serio… —Maya comenzó a alterarse, lo que decía Astor le había venido encima como agua hirviendo.Astor no dijo palabra alguna, solo se limitó a quedarse inmóvil, con la mirada severa perdida en el horizonte que se vislumbraba por la ventana.—No puedo entender. —Eva lo rodeó y el la atrajo hacia si, sujetándola con fuerza, no iba a perderla, era como una fiera defendiendo su territorio. —Por favor, explícate mejor…—Nadie irá a buscar a Seth, hay que esperar a que regrese, la misión se cancela. —dijo, con la voz ronca y las palabras cortantes.Eva sintió que sus ojos se llenaban de lágrimas.—¿Por qué? —se le atestaban las palabras en la garganta. —¿Cómo puedes decidir por nosotras…?—Son las órdenes del rey y ya. —contestó, sin mirarla, solo sosteniéndola y sintiendo el aroma de su cabello.—Siempre te ha valido nada lo que dice el jodido rey. —Maya tenía los ojos enrojecidos y soltó un gruñido aterrador. Incluso Eva se estremeció al observarla, era feroz e intimidante.