(Eva)El niño estaba allí, era el hijo de Felipe y Jade. Se parecía mucho a él, aunque también tuviera rasgos de ella. Tenía un rostro serio, se lo notaba muy molesto y enfadado. Felipe se retiró del cuarto, dejándome a solas con el pequeño.—Quiero volver a mi casa. —dijo, al tiempo en que sollozaba, quebrando su propio enojo.Se arrojó al suelo mientras lloraba desconsoladamente. Parecía que había estado aguantando esa tristeza para no dejarla salir frente a los demás. Yo seguía casi en un estado de shock, incluso mis manos temblaban y sentía frío en todo el cuerpo, tiritando por las cosas que ocurrieron. No podía asimilar que estaba al otro lado del reino, que no tenía a Astor a mi lado y me hallaba completamente sola contra esas fieras.Por sobre todas las cosas, todavía no asimilaba cómo había podido mentirme así. No lograba perdonarlo ni siquiera ahora que me hallaba tan lejos. Cada vez que pensaba en él me lo imaginaba asesinando a Daren, con los ojos despiadados y crueles. Me
(Eva)Con el pasar de los días me percaté de la realidad. El pequeño, al que su padre decidió rebautizarlo como Filipo en honor a el mismo, era lo único que me separaba de una brutal golpiza a manos de mi esposo.Las cosas no podían estar peor bajo cualquier óptica, pero el hecho de ser la nueva madre del niño me protegía de las incontables torturas que el estaría dispuesto a propinarme. Estaba claro que no lo haría si el pudiera darse cuenta.Filipo o Lipp, como quería que le dijeran, era muy apegado a mí y no quería que otra persona lo cuidara que no fuera yo. Me alegré de que fuera así, yo quería protegerlo de Felipe y su crueldad.El niño lo odiaba, no quería estar con él ni por un segundo. A la hora del almuerzo y de la cena, cuando debíamos ir al comedor principal, el solo se quedaba a mi lado y no le dirigía la palabra. No lo apreciaba, el era un niño muy intuitivo y sabía que su padre era una mala persona.Los nobles comenzaron a decir que no era un infante normal, que tenía p
(Astor)Los dos seguimos caminando por las calles de la ciudad, era de noche, ya casi llegando a la madrugada. El sueño estaba haciendo que Ciro caminara mucho más lento.—Vamos a volver al castillo. Regresamos mañana y ya. —dijo Ciro, que comenzaba a ponerse de muy mal humor.—No podemos hacer eso. —gruñí, con fastidio, si nos marchábamos la situación tardaría mucho más en resolverse y eso no podía ser.Necesitaba las respuestas rápido, tenía un mal presentimiento.—Pero me dormiré de pie si seguimos así. Vamos, no puedo seguir y no vas a obligarme. —dijo Ciro, con un hilo de voz.No tuve más remedio que aceptar que debíamos regresar al castillo. No me acostumbraba todavía a vivir en un lugar así, después de haber pasado toda mi vida en el bosque. Este lugar era tan lujoso y frío que a veces sentía que me convertiría en una estatua de hielo. Pero era el único sitio en el que podía estar por ahora, para esperar a Eva, porque eso haría toda la vida de ser necesario. Yo la amaba, mi cor
(Ciro)La noche se me había pasado volando, en un sueño profundo a causa de mi gran cansancio. Ejercer el oficio de médico era muy agotador, en especial porque había tantas personas que necesitaban mi ayuda que no daba abasto.Astor había tenido un gran progreso, el haber salvado a ese niño de las garras de esos carniceros psicópatas hizo que me diera cuenta de que podía ser mejor persona de la que era. Yo le temí mucho tiempo de mi vida, en nuestro pueblo la leyenda del oso monstruoso y sádico del que había que alejarse era lo que más se escuchaba. Sin embargo, ahora confiaba en el y lo llegaba a considerar un amigo.El día de hoy teníamos que ir a interrogar a ese soldado, sería una tarea complicada. Era obvio que el sujeto no querría hablar para nada y tendría que lidiar con la furia de Astor por ese motivo. No podíamos llamar demasiado la atención en esta época de paz.Ya me estaba levantando cuando los guardias entraron a mi cuarto. No había abierto siquiera los ojos del todo. No
(Narra Seth)El viaje de ida a nuestro nuevo hogar fue uno de los momentos más felices de mi vida. Era un alivio después de tanta lucha y estaba agradecido por tener la suerte de vivirlo con mi familia. Maya estaba relajada, con nuestro pequeño o pequeña gestándose en su interior y ahora, completamente a salvo.Después de viajar por un tiempo, ella dejó de pensar en lo sucedido con Eva y disfrutamos lo hermoso del viaje. Teníamos una carroza que nos llevaría hasta nuestro nuevo lugar concedido e íbamos parando en los sitios que eran buenos para visitar. Teo también estaba feliz al igual que la pequeña Cleo. Los dos se llevaban muy bien, serían hermanos adoptivos ambos, el tiempo que los dos quisieran quedarse con nosotros.El día estaba soleado y el campo donde paramos a almorzar estaba despejado y se podían apreciar distintas clases de flores silvestres.—Este es un bello lugar para nuestro almuerzo. —dijo Maya, sonriendo y mirando a su alrededor, el cielo despejado complementaba a l
(Eva)La ida a la plaza había sido casi un respiro de aire fresco para mí. Respirar fuera de las paredes de este castillo fue reparador, debía de admitirlo. Lupe me ayudó a guardar todas las cosas del pequeño nuevamente en su cuarto.—He querido preguntarle algo desde hace un tiempo… —empezó a decir Lupe, que limpiaba con una tela los juguetes para que fueran desinfectados. Felipe ordenaba que todo se manipulara con sumo cuidado para que no hubiera bacterias en los objetos de la habitación.Estaba obsesionado con la limpieza del lugar, por lo que sus empleados no daban abasto. Últimamente, mandaba a desinfectar cada rincón del castillo para que su hijo no corriera riesgos. El pequeño Lipp era muy hiperactivo, corría descalzo por el suelo, se arrastraba en la tierra, se trepaba a las ventanas y se colgaba de los balcones cuando alguien no lo vigilaba. Por ello debían cuidarlo y mantenerlo vigilado las veinticuatro horas del día para que no se hiciera daño.El nuevo castillo no era tan
No llevaba puesto ningún accesorio, no tenía ánimos para producirme ni verme hermosa. Había dejado el colgante que me regaló Astor, el de la gema verde, él último que robó para mí. Lo había dejado en una caja para guardarlo en el cuarto, buscando enterrar ese recuerdo para que no volviera a mí todo el tiempo. No dejaba de pensar en Astor ni de noche ni de día, siendo un veneno insoportable de tolerar. No podía no creer que las cosas estarían mejor si el supiera donde me hallaba y viniera a ayudarme a salir de aquí.La trampa de Felipe había sido digna de aplaudir, planeó meticulosamente sus movimientos para que nada escapara de su control, haciéndome caer en esa telaraña sin siquiera verlo.El salón comedor tenía tres invitados nuevos. Dos a los cuales no conocía, pero el último, era un rostro conocido y para nada agradable.—Querida hermana, es un gusto volver a verte. —saludó mi hermano. Cuanto lo había maldecido en el pasado, cuando no le importó cuanto le supliqué por ayuda.Nuest
(Astor)Observaba el camino con los ojos cansados por tanto andar, Ciro me acompañaba, aunque no tuviera que hacerlo y le hubiera dicho ya que no necesitaba su ayuda.—Tenemos que salir de la ciudad antes de que noten nuestra ausencia. —dijo él, al tiempo en que apuraba el paso.No contábamos con provisiones para él viaje, no teníamos ventaja en lo absoluto.—No tienes que venir, ya te lo he dicho. Será un viaje largo, llegaremos prácticamente en un mes. —dije, con total sinceridad. No iba a engañarlo para que viniera conmigo. Ya había hecho suficiente por mí y no tenía por qué seguir.Esta era mi batalla, yo tenía esa mala sensación y presentimiento y lo debía de obedecer solo.—No voy a volver, mira, las cosas en el castillo no están tranquilas. —dijo Ciro, arqueando las cejas en un modo sarcástico. —Si vuelvo, seré un rehén. No quiero serlo, prefiero volver a mi casa. Me queda de camino tu cruzada, te acompañaré.Tenía razón en eso, ninguno de nosotros sería bienvenido, mucho menos