(Astor)El bar de la ciudad, el más cercano al castillo, me había otorgado un pase para que no tuviera que pagar nada gracias al rey. Los días habían pasado infinitamente lento mientras esperaba a la mujer que más amaba en el mundo.Había pasado alrededor de un mes y todavía no veía rastros de su regreso. La tristeza me invadía cada noche antes de dormir, tratando de calmar mis pensamientos para no dejarme llevar por esa desidia. Yo no podía vivir sin ella y a medida que pasaba el tiempo lo entendía, de la peor de las maneras.Mi hermano se había marchado a su castillo con su prometida. Me había dado un largo sermón sobre las normas de convivencia para no causar problemas aquí. Ni siquiera tenía los ánimos suficientes para causar problemas. Cada vez que cerraba los ojos pensaba en ella, en nuestros momentos juntos, cada beso y abrazo, cada contacto físico, el sonido de su voz parecía inundar mis oídos. No era real, a veces soñaba incluso despierto con ella, acercándose y dejándome dem
(Astor)El sujeto buscaba escaparse de mi presencia, temblaba como una hoja, como si hubiera visto un fantasma. Ese miedo en sus ojos era notorio, él sabía quien era yo, estaba seguro de eso.—No sabemos nada. —dijo el más menudo. —Déjanos tratar con esta embustera, tú no sabes quién es.No dejaría que se marcharan, así como así, mi instinto de bestia me mandaba a quedarme allí hasta resolver este asunto.La chica me miraba como si fuera la peste, debía sentirse amenazada por mi presencia, aunque la hubiera salvado de recibir una paliza.—Déjenos ir. —dijo ella, frunciendo el entrecejo con enojo. —Usted no tiene nada que hacer aquí.Eso me sorprendió.—¿Vio? —preguntó el más alto. —Váyase, usted es un abanderado del rey, no tiene que hacer nada en este vecindario.Olfateaba el engaño, había algo más que no querían que yo descubriera y eso me estaba tensando los nervios. Las miradas de todos eran sospechosas.Otro grito me interrumpió los pensamientos, siendo que esta vez se trataba de
(Eva)El niño estaba allí, era el hijo de Felipe y Jade. Se parecía mucho a él, aunque también tuviera rasgos de ella. Tenía un rostro serio, se lo notaba muy molesto y enfadado. Felipe se retiró del cuarto, dejándome a solas con el pequeño.—Quiero volver a mi casa. —dijo, al tiempo en que sollozaba, quebrando su propio enojo.Se arrojó al suelo mientras lloraba desconsoladamente. Parecía que había estado aguantando esa tristeza para no dejarla salir frente a los demás. Yo seguía casi en un estado de shock, incluso mis manos temblaban y sentía frío en todo el cuerpo, tiritando por las cosas que ocurrieron. No podía asimilar que estaba al otro lado del reino, que no tenía a Astor a mi lado y me hallaba completamente sola contra esas fieras.Por sobre todas las cosas, todavía no asimilaba cómo había podido mentirme así. No lograba perdonarlo ni siquiera ahora que me hallaba tan lejos. Cada vez que pensaba en él me lo imaginaba asesinando a Daren, con los ojos despiadados y crueles. Me
(Eva)Con el pasar de los días me percaté de la realidad. El pequeño, al que su padre decidió rebautizarlo como Filipo en honor a el mismo, era lo único que me separaba de una brutal golpiza a manos de mi esposo.Las cosas no podían estar peor bajo cualquier óptica, pero el hecho de ser la nueva madre del niño me protegía de las incontables torturas que el estaría dispuesto a propinarme. Estaba claro que no lo haría si el pudiera darse cuenta.Filipo o Lipp, como quería que le dijeran, era muy apegado a mí y no quería que otra persona lo cuidara que no fuera yo. Me alegré de que fuera así, yo quería protegerlo de Felipe y su crueldad.El niño lo odiaba, no quería estar con él ni por un segundo. A la hora del almuerzo y de la cena, cuando debíamos ir al comedor principal, el solo se quedaba a mi lado y no le dirigía la palabra. No lo apreciaba, el era un niño muy intuitivo y sabía que su padre era una mala persona.Los nobles comenzaron a decir que no era un infante normal, que tenía p
(Astor)Los dos seguimos caminando por las calles de la ciudad, era de noche, ya casi llegando a la madrugada. El sueño estaba haciendo que Ciro caminara mucho más lento.—Vamos a volver al castillo. Regresamos mañana y ya. —dijo Ciro, que comenzaba a ponerse de muy mal humor.—No podemos hacer eso. —gruñí, con fastidio, si nos marchábamos la situación tardaría mucho más en resolverse y eso no podía ser.Necesitaba las respuestas rápido, tenía un mal presentimiento.—Pero me dormiré de pie si seguimos así. Vamos, no puedo seguir y no vas a obligarme. —dijo Ciro, con un hilo de voz.No tuve más remedio que aceptar que debíamos regresar al castillo. No me acostumbraba todavía a vivir en un lugar así, después de haber pasado toda mi vida en el bosque. Este lugar era tan lujoso y frío que a veces sentía que me convertiría en una estatua de hielo. Pero era el único sitio en el que podía estar por ahora, para esperar a Eva, porque eso haría toda la vida de ser necesario. Yo la amaba, mi cor
(Ciro)La noche se me había pasado volando, en un sueño profundo a causa de mi gran cansancio. Ejercer el oficio de médico era muy agotador, en especial porque había tantas personas que necesitaban mi ayuda que no daba abasto.Astor había tenido un gran progreso, el haber salvado a ese niño de las garras de esos carniceros psicópatas hizo que me diera cuenta de que podía ser mejor persona de la que era. Yo le temí mucho tiempo de mi vida, en nuestro pueblo la leyenda del oso monstruoso y sádico del que había que alejarse era lo que más se escuchaba. Sin embargo, ahora confiaba en el y lo llegaba a considerar un amigo.El día de hoy teníamos que ir a interrogar a ese soldado, sería una tarea complicada. Era obvio que el sujeto no querría hablar para nada y tendría que lidiar con la furia de Astor por ese motivo. No podíamos llamar demasiado la atención en esta época de paz.Ya me estaba levantando cuando los guardias entraron a mi cuarto. No había abierto siquiera los ojos del todo. No
(Narra Seth)El viaje de ida a nuestro nuevo hogar fue uno de los momentos más felices de mi vida. Era un alivio después de tanta lucha y estaba agradecido por tener la suerte de vivirlo con mi familia. Maya estaba relajada, con nuestro pequeño o pequeña gestándose en su interior y ahora, completamente a salvo.Después de viajar por un tiempo, ella dejó de pensar en lo sucedido con Eva y disfrutamos lo hermoso del viaje. Teníamos una carroza que nos llevaría hasta nuestro nuevo lugar concedido e íbamos parando en los sitios que eran buenos para visitar. Teo también estaba feliz al igual que la pequeña Cleo. Los dos se llevaban muy bien, serían hermanos adoptivos ambos, el tiempo que los dos quisieran quedarse con nosotros.El día estaba soleado y el campo donde paramos a almorzar estaba despejado y se podían apreciar distintas clases de flores silvestres.—Este es un bello lugar para nuestro almuerzo. —dijo Maya, sonriendo y mirando a su alrededor, el cielo despejado complementaba a l
(Eva)La ida a la plaza había sido casi un respiro de aire fresco para mí. Respirar fuera de las paredes de este castillo fue reparador, debía de admitirlo. Lupe me ayudó a guardar todas las cosas del pequeño nuevamente en su cuarto.—He querido preguntarle algo desde hace un tiempo… —empezó a decir Lupe, que limpiaba con una tela los juguetes para que fueran desinfectados. Felipe ordenaba que todo se manipulara con sumo cuidado para que no hubiera bacterias en los objetos de la habitación.Estaba obsesionado con la limpieza del lugar, por lo que sus empleados no daban abasto. Últimamente, mandaba a desinfectar cada rincón del castillo para que su hijo no corriera riesgos. El pequeño Lipp era muy hiperactivo, corría descalzo por el suelo, se arrastraba en la tierra, se trepaba a las ventanas y se colgaba de los balcones cuando alguien no lo vigilaba. Por ello debían cuidarlo y mantenerlo vigilado las veinticuatro horas del día para que no se hiciera daño.El nuevo castillo no era tan