(Eva)Nunca me había gustado el ron, prefería la champaña por el dulzor que aportaba. En este momento ninguna cosa era tan horrible cómo para rechazarla. No podía darme el lujo de tomar bebidas costosas siendo que tenía una pequeña bolsa de dinero en mi poder y no quería buscar más en el castillo. Quería estar sola la mayor parte del tiempo posible.El mesero era un hombre bastante mayor, por lo que intuí, sería el dueño de la taberna. Esperaba que nadie me reconociera para no causar ningún escándalo. Eso no me ayudaría a pasar desapercibida en mi aislamiento. Mi apariencia era bastante particular, pero confiaba en que la capucha serviría para no ser notada a detalle.—Parece que ha bebido bastante. —dijo el hombre, observándome y haciendo un gesto de desaprobación. —Luego tendrá que volver a su casa. —soltó una carcajada. —Bueno, es lo que hacen muchos por aquí.—No he tenido un buen día. —respondí, a secas.—Tampoco nadie de los que vienen por aquí. —dijo él, de buen humor. Parecía
(Narra Seth)Detener a Astor no fue una tarea para nada sencilla. Incluso podía matarnos si quería y eso no era para nada agradable, el saber que la muerte rozaba nuestros pies por protegerlo de si mismo. Si el mataba a Felipe declararía la guerra, era lo último que necesitábamos.—No podrá controlarse por mucho tiempo. —dijo Gale, negando con la cabeza. Se hallaba vestido como un príncipe, lo cual era raro para mí, que lo conocía desde antes. —No podremos pararlo si ella no regresa.—Tampoco podemos obligarla a regresar. —respondí, eso no tenía el menor de los sentidos. Eva se marchó sin mirar atrás y prohibiéndole a Astor que la siguiera, había sido muy clara.Esperábamos los dos a Maya, que había llegado al castillo y su primer impulso fue ir a buscarla. Era de noche, ya debería estar por llegar de regreso. La puerta al abrirse nos dio la alerta. Ella entró con la cabeza baja, una mala señal desde el comienzo.No había sonrisa de triunfo en su rostro.—Ella está muy lastimada, su c
(Eva)Tener que echar a Maya en esa noche fue duro, una tarea que me astilló el alma en pedazos. Pero no tenía más opción que hacerlo, era el orgullo el que me pedía hacerme respetar ante todos ellos. Los lobos me habían traicionado al ocultarme esa verdad tan aguda que se guardaron para vivir tranquilos. Yo no podría olvidarlo tan fácilmente.Me observé en el maltrecho espejo de mi habitación en esa precaria posada. Poco me importaba el lujo en estos momentos, la tranquilidad de tener una llave para que nadie me molestara era invaluable. El estar sola, otro premio.Maya me había perseguido por cada rincón del baile, tropezando con el resto de las personas que estaban allí. No parecía darse por aludida cuando la ignoraba, era obstinada y quería seguir hablando conmigo. ¿Para que lo haría? Me demostró que era igual a Seth y a Gale, todos ellos mintieron en nombre de Astor para cubrirlo.El espejo me daba una imagen un poco más alterada. El maquillaje corrido me daba una apariencia más
(Astor)Miré las hojas de ese árbol que se erguía, era mucho más alto que yo. Parecía ser un sauce. La estaba esperando allí, en ese triste jardín hasta que quisiera regresar para darme otra oportunidad. Me había dejado en claro que no la buscara, porque estaba en todo su derecho de estar molesta y yo lo sabía. Pero claro que no era fácil esperarla sin querer ir a buscarla, salir corriendo para buscar protegerla no era lo que ella quería. Debía respetarla, después de todo lo ocurrido obligarla a hacer algo sería una completa tontería y demostraría mi falta de valor.Estaba en mi forma de oso, eso me hacía descansar mejor y no pensar tanto. Me limitaría a esperar allí para que ella supiera que podía respetar sus decisiones.—¿Qué estás haciendo? —preguntó Gale, mirándome con desconfianza. No parecía correcto estar en mi forma de bestia.—Es la única manera que tengo de soportarlo, hermano. —dije, con sinceridad.Ellos me impidieron vengarme contra Felipe y en buena hora, ciertamente no
(Felipe)El estar en un cuarto cómodo luego de un viaje tan largo era un descanso merecido. Las cosas habían salido de maravilla. Mi camino hacia la búsqueda de aliados resultó exitoso y el rey me condecoró con honores. Me gané un nuevo castillo que usaría con agradecimiento.Estaba solo ahora, pensando. Más que nada, en el niño y en cómo podría criarlo. Preguntaba por su madre todo el tiempo, no quería verme a mí porque no me conocía en lo absoluto. Era un niño desconfiado, no ansiaba ni siquiera decirme su nombre cada vez que se lo preguntaba. Ser padre resultó mucho más difícil de lo que pensé y tendría que llevarlo conmigo al nuevo castillo.Tomé aire, observando mi habitación allí. En todos mis años como conde había vivido en este castillo, en un cuarto, sin nada más que me perteneciera con honores. Gracias a todas estas guerras me había hecho con más títulos y propiedades de las cuales me pudiera imaginar.Pero Jade estaba muerta y eso, no había estado en mis planes para nada. N
(Eva)Me desperté sobre una cama más mullida que en la que me dormí aquella noche, en esa posada económica y deteriorada. No conocía ese sitio en lo absoluto, traté de enderezarme sin mucho éxito a causa del adormecimiento de mi cuerpo. Pero mis ojos observaban. Debía de encontrarme en un castillo, porque el lujo allí abundaba y los muebles eran de la realeza.Alguien me había traído hasta aquí en contra de mi voluntad en mi noche de ebriedad y descontrol. Algo había sucedido, pero mi memoria estaba en aguas confusas todavía. Recordaba a Maya persiguiéndome por toda la fiesta. Le había dejado en claro que no quería volver a verlos a ninguno, nunca más. Había sido dura, lo sabía, pero estaba tan molesta. No ansiaba perdonarlos pronto, yo no querría seguir en esa familia ensamblada por el momento.Eso haría que no pudieran buscarme y ahora, era un punto débil en mi vida. De igual manera no quería ser rescatada por nadie. Si estaba en un lio, saldría yo sola de él para no caer en las gar
(Astor)El bar de la ciudad, el más cercano al castillo, me había otorgado un pase para que no tuviera que pagar nada gracias al rey. Los días habían pasado infinitamente lento mientras esperaba a la mujer que más amaba en el mundo.Había pasado alrededor de un mes y todavía no veía rastros de su regreso. La tristeza me invadía cada noche antes de dormir, tratando de calmar mis pensamientos para no dejarme llevar por esa desidia. Yo no podía vivir sin ella y a medida que pasaba el tiempo lo entendía, de la peor de las maneras.Mi hermano se había marchado a su castillo con su prometida. Me había dado un largo sermón sobre las normas de convivencia para no causar problemas aquí. Ni siquiera tenía los ánimos suficientes para causar problemas. Cada vez que cerraba los ojos pensaba en ella, en nuestros momentos juntos, cada beso y abrazo, cada contacto físico, el sonido de su voz parecía inundar mis oídos. No era real, a veces soñaba incluso despierto con ella, acercándose y dejándome dem
(Astor)El sujeto buscaba escaparse de mi presencia, temblaba como una hoja, como si hubiera visto un fantasma. Ese miedo en sus ojos era notorio, él sabía quien era yo, estaba seguro de eso.—No sabemos nada. —dijo el más menudo. —Déjanos tratar con esta embustera, tú no sabes quién es.No dejaría que se marcharan, así como así, mi instinto de bestia me mandaba a quedarme allí hasta resolver este asunto.La chica me miraba como si fuera la peste, debía sentirse amenazada por mi presencia, aunque la hubiera salvado de recibir una paliza.—Déjenos ir. —dijo ella, frunciendo el entrecejo con enojo. —Usted no tiene nada que hacer aquí.Eso me sorprendió.—¿Vio? —preguntó el más alto. —Váyase, usted es un abanderado del rey, no tiene que hacer nada en este vecindario.Olfateaba el engaño, había algo más que no querían que yo descubriera y eso me estaba tensando los nervios. Las miradas de todos eran sospechosas.Otro grito me interrumpió los pensamientos, siendo que esta vez se trataba de