Cesar agarró bruscamente las muñecas de Nebraska y las apartó del recipiente casi lleno envolviéndola rápidamente con una toalla para detener el sangrado. Había dejado de atenderla por unos momentos y está prácticamente se había desangrado cortándose también su otro miembro.
-¿Se puede saber que está haciendo, mi reina? Acaso no valora su vida-
-¿Es suficiente?- preguntó de forma suave.
César levantó la vista de las heridas y después miró el recipiente frunciendo el ceño.
-Sí, mi reina, creo que podemos arreglárnosla- le había dicho que necesitaría sangre mucha, pero nu
Nebraska sentía frío. Estaba helada hasta los huesos y se movió buscando calentarse, pero el sonido de unas cadenas hizo que abriera los ojos de pronto, estremeciéndola. Ahora no estaba congelada de frío, sino de pánico. El duro y rugoso metal rodeaba sus muñecas apretándolas. Los recuerdos de cuando estuvo en esa misma situación la asaltaron.-¿Cómo está la situación?- una voz muy conocida impidió que ella se moviera.Con cuidado ella giró el rostro para ver por debajo de su cabello donde estaba. Empezando por el hecho que estaba acostada en un suelo irregular de piedra, encadenada nuevamente, lo otro que descubrió que una cueva se cernía sobre ella y afuera el color blanco abarcaba todo. Por alguna razón
La nieve volvía a caer terminando sobre la piel desprovista de Nebraska estremeciéndola. A esa altura sus huellas debían estar ocultas ya por la densa capa blanca. A su alrededor el paisaje era irregular, había zonasdonde no había señales de vida y de un lado a otro podrías encontrar arbusto o formaciones de piedra. A su espalda uno de los lobo la empujaba cuando ella aminoraba el paso.Había intentado utilizar alguno de sus trucos intentando entrar en sus mentes, pero no entendía por qué razón no funcionaba. La mirada de aquellos lobos estaba perdida y por mucho que ella intentara tranquilizarlos nada funcionaba.Rudoc encabezaba el grupo con Catalina enrollada en su brazo con una enorme sonrisa. Liam iba por detrás de ellos pisando de forma tranquila y
Cuando una madre tenía cachorros, no importara como estos fueran o se comportaran seguían siendo parte de su sangre. El lazo era demasiado fuerte y si este se rompía podría enloquecer a cualquiera de ellos.O esto fue lo que creyó Nebraska.Respiraba agitada. Sus manos se abrían y se cerraban. Oía el corazón palpitarle en los oídos. Podía permitir que Rudoc destruyera su propio cuerpo, que lo violara cuantas veces quisiera pero que atacara a uno de sus hijos era algo que ella no podía aguantar.Lo escuchó acercarse transformándose nuevamente y acomodando sus órganos mientras se lamía la sangre que había en sus dedos, como saboreando el manjar que había disf
Morder, desgarrar sin piedad eran los pensamientos que cruzaban por la mente de Nebraska. Vengar la muerte de su familia, y de los lobos a los que ella había querido. El odio la consumía y quemaba por cada poro de su cuerpo quitándole el aliento. No había nada más.El lobo frente a ella se sacudía, más grande que lo que recordaba, más agresivo que en sus recuerdos pero eso no la hizo temblar. Se movió lentamente hacia él erizando el pelaje del lomo y apuntando su morro al cuello. Ella era rápida podía acabar con él.Liam, entonces, arremetió contra ella. Nebraska esquivó su cuerpo moviéndose hacia la derecha, aun así sintiendo la fuerza contra la que golpeó la nieve. Aquello era anormal. La cara del lobo se gir&o
Layan corría como loco dejando atrás los dos lobos que cuidaban su espalda. Estaba siguiendo un rastro extraño cuando escuchó el aullido de su beta diciéndolo que Nebraska, la única Nebraska que conocía estaba con él, casi muriendo. El corazón casi se le quería salir de su pecho.¿Cómo podía estar ella allí y en esas condiciones? ¿Qué demonios estaba haciendo Hades? Si fuera él no dejaría que ella sufriera de esa forma.Gruñía mientras se acercaba al lugar que le habían indicado pero solo había nieve, aun así el olor de ella era leve. La nieve era un impedimento y se hacía más densa. Se detuvo un momento jadeando mirando de un lado a otro. No la veía, y eso
Layan escuchó toda la historia y no sabía si la indignación que sentía era por lo que le habían hecho a Nebraska, o por la forma en que habían manipulado a todos los lobos, incluyéndolo a él. Todo había funcionado casi como Liam lo había planificado y eso solo hizo que la sangre hirviera dentro de él.Nebraska podía sentir como la rabia estaba presente en aquel lobo. No por gusto era considerado el más fuertes dentro del Consejo y casi siempre daba la última palabra. Hacía gala a su nombre aunque nunca lo había visto realmente en acción. Se acomodó en la cama pero soltó un quejido nuevamente y llevó los dedos a su espalda para sentir una enorme cicatriz que se formaba.-No te muevas mucho- Layan apr
Un silencio más helado que el viento frío que entraba por detrás de los recién llegados invadió la estancia. Todos los rostros se habían girados y miraban con atención la llegada de su reina y no era precisamente porque fuera ella, sino por la compañía a su lado. Si Layan, uno de los lobos más influyentes de todos, por no decir el más, estaba junto a ella era por una razón.Hades se quedó mirándolos. Su pecho latían al saber que su reina estaba de vuelta y viva. Al despertar y no verla y solo haber incertidumbre a su alrededor su cabeza se había hecho un lío.-¿A qué se refieren con que fue Liam?- habló al fin. Su tono era neutral, frío, nada condescendiente, esto no incomodó a Nebrask
Nebraska abrazaba a su gran lobo mientras él la hacía gemir. Con movimientos constantes que podían ser más fuerte pero la ancha espalda estaba tensa conteniéndose. Aun cuando él le había dicho que no podía contenerse medía su fuerza para no dañarla. Su grueso brazo rodeaba su cintura cuidando de no lastimar su herida y manteniendo su posición en el borde de la mesa mientras la otra sobaba el muslo hasta sus nalgas, dejando sus dedos fijos en la piel blanca.Su olor la envolvía, su boca la devoraba, sus manos la marcaban. Ella solo podía entregarse a él. Sentirse querida, amada, protegida.Hades abandonó su boca para dirigirla al cuello, lamiéndolo con ansias. Sus dientes arañaban la piel y Nebraska tembló.