La nieve volvía a caer terminando sobre la piel desprovista de Nebraska estremeciéndola. A esa altura sus huellas debían estar ocultas ya por la densa capa blanca. A su alrededor el paisaje era irregular, había zonasdonde no había señales de vida y de un lado a otro podrías encontrar arbusto o formaciones de piedra. A su espalda uno de los lobo la empujaba cuando ella aminoraba el paso.
Había intentado utilizar alguno de sus trucos intentando entrar en sus mentes, pero no entendía por qué razón no funcionaba. La mirada de aquellos lobos estaba perdida y por mucho que ella intentara tranquilizarlos nada funcionaba.
Rudoc encabezaba el grupo con Catalina enrollada en su brazo con una enorme sonrisa. Liam iba por detrás de ellos pisando de forma tranquila y
Cuando una madre tenía cachorros, no importara como estos fueran o se comportaran seguían siendo parte de su sangre. El lazo era demasiado fuerte y si este se rompía podría enloquecer a cualquiera de ellos.O esto fue lo que creyó Nebraska.Respiraba agitada. Sus manos se abrían y se cerraban. Oía el corazón palpitarle en los oídos. Podía permitir que Rudoc destruyera su propio cuerpo, que lo violara cuantas veces quisiera pero que atacara a uno de sus hijos era algo que ella no podía aguantar.Lo escuchó acercarse transformándose nuevamente y acomodando sus órganos mientras se lamía la sangre que había en sus dedos, como saboreando el manjar que había disf
Morder, desgarrar sin piedad eran los pensamientos que cruzaban por la mente de Nebraska. Vengar la muerte de su familia, y de los lobos a los que ella había querido. El odio la consumía y quemaba por cada poro de su cuerpo quitándole el aliento. No había nada más.El lobo frente a ella se sacudía, más grande que lo que recordaba, más agresivo que en sus recuerdos pero eso no la hizo temblar. Se movió lentamente hacia él erizando el pelaje del lomo y apuntando su morro al cuello. Ella era rápida podía acabar con él.Liam, entonces, arremetió contra ella. Nebraska esquivó su cuerpo moviéndose hacia la derecha, aun así sintiendo la fuerza contra la que golpeó la nieve. Aquello era anormal. La cara del lobo se gir&o
Layan corría como loco dejando atrás los dos lobos que cuidaban su espalda. Estaba siguiendo un rastro extraño cuando escuchó el aullido de su beta diciéndolo que Nebraska, la única Nebraska que conocía estaba con él, casi muriendo. El corazón casi se le quería salir de su pecho.¿Cómo podía estar ella allí y en esas condiciones? ¿Qué demonios estaba haciendo Hades? Si fuera él no dejaría que ella sufriera de esa forma.Gruñía mientras se acercaba al lugar que le habían indicado pero solo había nieve, aun así el olor de ella era leve. La nieve era un impedimento y se hacía más densa. Se detuvo un momento jadeando mirando de un lado a otro. No la veía, y eso
Layan escuchó toda la historia y no sabía si la indignación que sentía era por lo que le habían hecho a Nebraska, o por la forma en que habían manipulado a todos los lobos, incluyéndolo a él. Todo había funcionado casi como Liam lo había planificado y eso solo hizo que la sangre hirviera dentro de él.Nebraska podía sentir como la rabia estaba presente en aquel lobo. No por gusto era considerado el más fuertes dentro del Consejo y casi siempre daba la última palabra. Hacía gala a su nombre aunque nunca lo había visto realmente en acción. Se acomodó en la cama pero soltó un quejido nuevamente y llevó los dedos a su espalda para sentir una enorme cicatriz que se formaba.-No te muevas mucho- Layan apr
Un silencio más helado que el viento frío que entraba por detrás de los recién llegados invadió la estancia. Todos los rostros se habían girados y miraban con atención la llegada de su reina y no era precisamente porque fuera ella, sino por la compañía a su lado. Si Layan, uno de los lobos más influyentes de todos, por no decir el más, estaba junto a ella era por una razón.Hades se quedó mirándolos. Su pecho latían al saber que su reina estaba de vuelta y viva. Al despertar y no verla y solo haber incertidumbre a su alrededor su cabeza se había hecho un lío.-¿A qué se refieren con que fue Liam?- habló al fin. Su tono era neutral, frío, nada condescendiente, esto no incomodó a Nebrask
Nebraska abrazaba a su gran lobo mientras él la hacía gemir. Con movimientos constantes que podían ser más fuerte pero la ancha espalda estaba tensa conteniéndose. Aun cuando él le había dicho que no podía contenerse medía su fuerza para no dañarla. Su grueso brazo rodeaba su cintura cuidando de no lastimar su herida y manteniendo su posición en el borde de la mesa mientras la otra sobaba el muslo hasta sus nalgas, dejando sus dedos fijos en la piel blanca.Su olor la envolvía, su boca la devoraba, sus manos la marcaban. Ella solo podía entregarse a él. Sentirse querida, amada, protegida.Hades abandonó su boca para dirigirla al cuello, lamiéndolo con ansias. Sus dientes arañaban la piel y Nebraska tembló.
Nebraska disfrutó el corto tiempo que pasó con sus hijos pero tuvo que respirar agotada. Ellos se habían pasado tanto tiempo pegados a ella que necesitó que Sara se los llevara aunque sea un momento para poder descansar y pensar con claridad todo lo ocurrido. Además, cada vez que la abrazaban o se colgaban detrás de su cuello la lastimaban y ella solo escondía la mueca de dolor, no quería que supieran con lo que estaba lidiando. Como resultado la herida pulsaba impidiéndole levantar los brazos.-¿Estás lista?- Hades entró a su habitación rato más tarde.-Si- le dijo se forma suave con los ojos cerrados y respirando pausado -¿Puedes recogerme el pelo?- lo miró por encima del hombro –No creo que pueda hacerlo yo misma-
Nebraska tuvo que esperar por lo menos dos minutos antes que todo los lobos alfas de aquella sala volvieran a calmarse. Ella había cerrado los ojos en calma, sin dejarse perturbar. Sabía que aquella iba a ser una pelea difícil de ganar pues, después de todo, no confiaban plenamente en su persona. Sintió el peso de la mirada de su esposo más no le respondió. Esto era algo que tenía que hacer le gustara o no por el bien de todos a su alrededor.Layan por fin puso orden nuevamente y ella abrió los ojos. En sus orbes no había ninguna muestra de que se echara hacia atrás.-¿Podemos seguir?- les preguntó inclinando la cabeza. Apenas la habían dejado continuar después de que les había pedido su sangre –¿César, pud