Layan corría como loco dejando atrás los dos lobos que cuidaban su espalda. Estaba siguiendo un rastro extraño cuando escuchó el aullido de su beta diciéndolo que Nebraska, la única Nebraska que conocía estaba con él, casi muriendo. El corazón casi se le quería salir de su pecho.
¿Cómo podía estar ella allí y en esas condiciones? ¿Qué demonios estaba haciendo Hades? Si fuera él no dejaría que ella sufriera de esa forma.
Gruñía mientras se acercaba al lugar que le habían indicado pero solo había nieve, aun así el olor de ella era leve. La nieve era un impedimento y se hacía más densa. Se detuvo un momento jadeando mirando de un lado a otro. No la veía, y eso
Layan escuchó toda la historia y no sabía si la indignación que sentía era por lo que le habían hecho a Nebraska, o por la forma en que habían manipulado a todos los lobos, incluyéndolo a él. Todo había funcionado casi como Liam lo había planificado y eso solo hizo que la sangre hirviera dentro de él.Nebraska podía sentir como la rabia estaba presente en aquel lobo. No por gusto era considerado el más fuertes dentro del Consejo y casi siempre daba la última palabra. Hacía gala a su nombre aunque nunca lo había visto realmente en acción. Se acomodó en la cama pero soltó un quejido nuevamente y llevó los dedos a su espalda para sentir una enorme cicatriz que se formaba.-No te muevas mucho- Layan apr
Un silencio más helado que el viento frío que entraba por detrás de los recién llegados invadió la estancia. Todos los rostros se habían girados y miraban con atención la llegada de su reina y no era precisamente porque fuera ella, sino por la compañía a su lado. Si Layan, uno de los lobos más influyentes de todos, por no decir el más, estaba junto a ella era por una razón.Hades se quedó mirándolos. Su pecho latían al saber que su reina estaba de vuelta y viva. Al despertar y no verla y solo haber incertidumbre a su alrededor su cabeza se había hecho un lío.-¿A qué se refieren con que fue Liam?- habló al fin. Su tono era neutral, frío, nada condescendiente, esto no incomodó a Nebrask
Nebraska abrazaba a su gran lobo mientras él la hacía gemir. Con movimientos constantes que podían ser más fuerte pero la ancha espalda estaba tensa conteniéndose. Aun cuando él le había dicho que no podía contenerse medía su fuerza para no dañarla. Su grueso brazo rodeaba su cintura cuidando de no lastimar su herida y manteniendo su posición en el borde de la mesa mientras la otra sobaba el muslo hasta sus nalgas, dejando sus dedos fijos en la piel blanca.Su olor la envolvía, su boca la devoraba, sus manos la marcaban. Ella solo podía entregarse a él. Sentirse querida, amada, protegida.Hades abandonó su boca para dirigirla al cuello, lamiéndolo con ansias. Sus dientes arañaban la piel y Nebraska tembló.
Nebraska disfrutó el corto tiempo que pasó con sus hijos pero tuvo que respirar agotada. Ellos se habían pasado tanto tiempo pegados a ella que necesitó que Sara se los llevara aunque sea un momento para poder descansar y pensar con claridad todo lo ocurrido. Además, cada vez que la abrazaban o se colgaban detrás de su cuello la lastimaban y ella solo escondía la mueca de dolor, no quería que supieran con lo que estaba lidiando. Como resultado la herida pulsaba impidiéndole levantar los brazos.-¿Estás lista?- Hades entró a su habitación rato más tarde.-Si- le dijo se forma suave con los ojos cerrados y respirando pausado -¿Puedes recogerme el pelo?- lo miró por encima del hombro –No creo que pueda hacerlo yo misma-
Nebraska tuvo que esperar por lo menos dos minutos antes que todo los lobos alfas de aquella sala volvieran a calmarse. Ella había cerrado los ojos en calma, sin dejarse perturbar. Sabía que aquella iba a ser una pelea difícil de ganar pues, después de todo, no confiaban plenamente en su persona. Sintió el peso de la mirada de su esposo más no le respondió. Esto era algo que tenía que hacer le gustara o no por el bien de todos a su alrededor.Layan por fin puso orden nuevamente y ella abrió los ojos. En sus orbes no había ninguna muestra de que se echara hacia atrás.-¿Podemos seguir?- les preguntó inclinando la cabeza. Apenas la habían dejado continuar después de que les había pedido su sangre –¿César, pud
Una loba en celo no era algo fácil con lo que lidiar y eso era algo que Hades sabía muy bien. Pero en celo y con la sangre de varios lobos poderosos corriendo por las venas era algo que se le iba de las manos. Hades podía decir ahora que estaba bajo el control de su reina y mira que le gustaba.Nebraska era la única a la que le daría su sumisión si ella se lo pedía.Lo tenía pegado a la pared de la ducha, inmóvil. Los labios de ella estaban enredados con los suyos de él de forma posesiva, pero él no permitiría estar solo en posición sumisa. Sus grandes manos se habían desplazado desde su cadera hasta sus nalgas apretándolas contra la erección creciente. Sus lenguas tenían una batalla para ver quien tenía co
Saisen caminaba con su brazo sobre los hombros de uno de sus gemelos, Leoxi. El lobo se parecía más a su mamá, que a él. Más bien sus dos hijos tenían el carácter de la madre. Ninguno había sacado su temperamento juguetón. Tal vez fue porque sus primeros cinco años se habían criado solos con ella, hasta que él los encontró de casualidad. Sino hubiera pasado ese día, no tuviera a sus adoradas bendiciones con él.Su esposa Celesia, era la loba más fuerte que había conocido, lo había entrenado y enseñado casi el 90% de todo lo que sabía. En tiempos de guerra habían terminado incluso y siendo ambos enemigos de fracciones diferentes. Pero ella fue capaz de proteger a sus cachorros de todo daño. La amaba y respetaba por eso, más de lo
Nebraska había decidido muchas cosas en los momentos que pudo tomarse para ella misma para pensar. Primero, no podía decirle todavía a su esposo sobre la criatura en su vientre. Sabría que él estaría reloco de contento pero eso solo haría que sus preocupaciones fueran más. Como reina y su mitad, su trabajo era quitarle peso de los hombros, no ponerle más.Hades había sufrido la pérdida de varios intentos de cachorros, si le decía, en primera no la dejaría participar en la guerra venidera y ese era un lujo que no podían darse o sino no le hubieran dado la confianza de sus sangres. En segunda estaría pensando todo el tiempo en que su cachorro podría morir y ella no quería verlo angustiado. Ahora era un momento decisivo. Se necesitaba todas las energías y las mentes