Cristhofer Di Monti, sonríe maliciosamente para que Sebastián observe que él lo tiene todo bajo control.—¡Puedo destruir tu maldita carrera de médico!— la amenaza de Cristhofer enfurece a Sebastián—¡Sólo por ser un Di Monti te crees superior a los demás!— apoya sus manos Sebastián en la mesa, no piensa dejarse de Cristhofer —¡No me creo! ¡Yo soy un Di Monti! Y Lena Maxwell es mía, así que mantén tu distancia con mi mujer, porque de lo contrario hago tu vida pedacitosSebastián retoma su compostura.—¡Largo que tú presencia me repugna el alma!— ordena Cristhofer sin piedad—Lena es mucha mujer para ti, tú no eres digno de tener su amor y atención, pero creo en la justicia divina—¡Maldito entrometido! Ella está conmigo porque quiere, porque me ama, ¿No ves lo feliz que es? ¡Ahora largo que no te soporto!— chasquea sus dedos Cristhofer —tan solo un mal paso, y se que Lena te dejará, yo la conozco más que tú, y lo bueno, es que yo estaré ahí para cuando ella necesite apoyo incondicio
Lena está perpleja, sabe que Carmen es una sangrona, pero que intervenga en la boda, eso es otro nivel.—¿Carmen?— el susurro de Cristhofer entre dientes, llama la atención de Carmen Los invitados están murmurando.—padre, disculpe a mí prima, suele hacer bromas pesadas— se apresura a decir Cristhofer, para que Lena no entre en crisis, no quiere que ella se angustien, o sienta tristeza el día de su boda—¡Yo me opongo a que ese matrimonio se lleve a cabo!— se acerca Carmen Pero eso es un mal recuerdo para Lena, el día en que ella se iba a casar con el hombre que amaba en aquel tiempo, y su amante embarazada interrumpe la boda.—Cristhofer— susurro Lena sintiendo incomodidad —¿¡Qué mierdas pasa contigo!?— reprende el CEO a su primaLa señora Di Monti, al ver toda esa escena tan maravillosa para ella, luego de haber disfrutado de ver el rostro entristecido de Lena, se acerca. —hijo perdona a Carmen, ella te quiere, y solo está triste porque te casarás y no tendrá tu atención—¡No! ¡Q
—dudo en que Lena tenga gustos tan feos, ella es una cirujana exitosa, y yo soy el hombre que ella necesita, pero lo malo de todo esto, es que a ti se te olvida maldito imbécil, que con un Di Monti, nadie se mete— lo amenaza Cristhofer —¿Qué piensas hacer? Estás en silla de ruedas, y deseo que jamás, pero jamás te pares de ahí—¡Para tu puta mala suerte! Me voy a levantar, pero como soy un hombre honorable y perspicaz, no pienso decir lo que te haré, porque la diferencia entre tu y yo, es que me case con la mujer más maravillosa de este mundo, los hijos que espera son míos, y Lena jamás me podrá dejar, ¡Porque ella me ama! ¿Sorprendido?— sonríe Di Monti —me ha dicho que me ama, ¡a pesar de que esté en una maldita silla de ruedas! Es de muy mal gusto que un médico que vela por la salud de sus pacientes deseé el mal, y más a un hombre tan importante como yo, el cual es accionista mayoritario para el hospital en qué trabajas ¿Soy grande no? Por lo tanto voy a disfrutar tu destrucción —
Cristhofer intensifica su mirada en Lena, admira la belleza natural de ella, y ver aquel pequeño bulto en su vientre lo llena más de ilusión por ser padre, de poder tener a sus hijos entre sus brazos.Mientras que Lena traga grueso, no sabe que tanto la pueda desear Di Monti, aquel que aparenta ser un hombre despiadado.Cristopher extiende su mano y ella temblorosa la recibe, él puede percibir los nervios que tiene su esposa.—eres tan hermosa Lena, deseaba verte así— la atrae hacia él, y Lena Maxwell, lo mira detenidamente, al sentir como él roza sus dedos sobre la espalda de Lena, desplazándose con lentitud hasta llegar a su trasero y dar un leve apretón que provocó algo inconsciente en ella, jadear y cerrar sus ojos —eres solo mía Lena— susurra Di Monti acercando su rostro hacia su vientre y dejando un casto beso, erizando su piel blanca—Cristhofer— susurra ella, quiere controlarse, pero la experiencia de Cristhofer en la intimidad la intimida, la está envolviendo en un mundo don
Hermosa, radiante, con esa gran sonrisa que había cautivado el duro corazón de Di Monti, caminando con ese glamour que la caracteriza y luego, aquella nube en la que tenía a su ex, bajo directamente al infierno, al contemplar su acercamiento.Di Monti, se siente impotente, al estar en esa silla de ruedas, por lo que se gira, para irse hacia Lena, desea que Mei Victorino, no lo haya reconocido en esa silla de ruedas.Al recordar que su agente estaba en línea, cuelga la llamada, se siente agitado, y algo tenso por haberla visto después de tanto tiempo.—¿Qué tienes cariño? Estás pálido— lo contempla Lena, detenidamente —¡Cristhofer!— la voz sensual de Mei capta la atención de Lena, la cual al verla, es como mirarse al espejo por su parecido Di Monti tragó grueso, no pensó que ella lo reconociera a una distancia.Mei fija su mirada en Lena, de hecho la mira con tal desagrado que hace hervir la sangre de Lena, no puede creer que se parezcan tanto.—no me digas que buscaste a una mujer e
Los gritos de Di Monti, no son suficientes para sacar a Lena de su desmayo, Mei que aún está escuchando a través de la puerta, le desea el mal a Lena, pero se hace a un lado, haciéndose la loca, cuando ve el doctor acercarse con un agente de seguridad.Tocan la puerta y Cristhofer pensó que era Mei.—¡jefe!— exclamó su empleado —¡Entra rápido!— ordenó a gritos Cristhofer y este abre la puerta dándole paso al médico, rápidamente deja su maleta médica aun lado, y se coloca los guantesEl agente cierra la puerta y Mei, vuelve a prestar atención a la conversación.—¿Cuánto tiempo lleva desmayada?—como 10 minutos o más, ¡Maldición! haga algo en vez de hacerme preguntas— se queja Cristhofer—señor, se porque hago estás preguntas El agente se gira dando la espalda al saber que Lena será revisada.—¿Qué va hacer?— pregunta Cristhofer alterado —señor necesito revisar, porque está sangrando mucho— Cristhofer no tuvo opción que, soportarlo, no le agrada que un hombre revise la intimidad de
—la señora Di Monti, está bajo observación, la pudimos estabilizar, pero señor Di Monti, una sola alteración más, y tendrá graves riesgos, como el perder a sus bebés, por favor, cuide más de ella —¿Puedo verla?— preguntó Cristhofer angustiado—señor, es mejor dejarla descansar, descuide que su esposa e hijos, están bien—¡Dígame la verdad! ¿Por qué no puedo ver a mi esposa? Estoy en todo mi derecho —la señora no quiere verlo, mire señor Di Monti, no se que sucede entre ustedes, mi deber como médico es velar por la salud de mis pacientes, y más en estado de embarazo, deje que ella se calme y así puedan hablar, no la agobies—¡Usted no puede decirme que hacer con mi esposa!— gruñe Cristhofer, no tolera que Lena no quiere verlo, más porque él quiere explicar lo sucedido, no quiere tener una mala relación con Lena —con todo respeto señor Di Monti, haga entonces lo que vea conveniente, un permiso— el doctor se marcha muy enojado, lidiar con un Di Monti, es estresante —hijo— se acerca
Luego de aquella conversación maligna, la señora Di Monti, camina hacia la sala de estar para darle órdenes a la servidumbre sobre lo que deben hacer de banquete para la noche.—disculpe señora Di Monti, ¿Puedo hablar?— la empleada de servicio no es capaz de mirarla a los ojos por temor —¿Qué?— preguntó de mala gana —afuera, una señorita, se llama Mei, por un momento pensé que la señora Lena Di Monti, me estaba haciendo una broma por su gran parecer—¡Hazla pasar! Y no quiero ni palabra de esto a nadie— ordena la anciana con arrogancia—sí señora, un permiso La señora Di Monti, mira hacia las escaleras, no quiere que Lena vea a Mei en la mansión, y luego pueda darse cuenta que quiere hacer algo en contra de ella.Mei entra a la mansión, y sus ojos son radiantes al ver tanto lujo, nada más de imaginarse, en que pueda llegar hacer la señora Di Monti, y tener tanta riqueza.—¿Qué te trae por aquí?— la señora Di Monti, se acerca a ella amablemente—tengo el plan perfecto, así que no po