Es mi boleto de la suerte

—Lena…— Cristhofer se siente tan culpable que quiere al menos que Lena le perdoné por no haber protegido a su hijo

—¡Vete!

—hablemos, no te pienso insultar, ya lo que pasó… paso

—¿Segun tú, qué pasó?— ella se coloca de pie para confrontarlo

Pero Cristhofer baja su mirada, la fija en el suelo y sus ojos se tornan llorosos. —¿Aún piensas que me acosté con el maldito de Sebastián? ¡Eres un poco hombre! Ojalá tuviera a Sebastián de frente y lo mataría con mis propias manos por arruinar mi vida, pero eres tan débil Cristhofer, que a pesar de que te demuestras un hombre prepotente y de alto rango, eres un idiota con poco razonamiento

—es difícil para mí, entiende— él la vuelve a mirar

—¿Difícil? ¡Y y o qué! Deja de pensar todo el tiempo en lo que tú sientes, ¿Acaso me encontraste en el acto con él? ¡No cierto! Al menos me hubieras reclamado con gusto, pero estaba inconsciente porque ese maldito de drogo, ¿Acaso te importó lo que yo sentía? ¿O como estaba mi salud? ¡Te fuiste como el cob
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