Hermosa, radiante, con esa gran sonrisa que había cautivado el duro corazón de Di Monti, caminando con ese glamour que la caracteriza y luego, aquella nube en la que tenía a su ex, bajo directamente al infierno, al contemplar su acercamiento.Di Monti, se siente impotente, al estar en esa silla de ruedas, por lo que se gira, para irse hacia Lena, desea que Mei Victorino, no lo haya reconocido en esa silla de ruedas.Al recordar que su agente estaba en línea, cuelga la llamada, se siente agitado, y algo tenso por haberla visto después de tanto tiempo.—¿Qué tienes cariño? Estás pálido— lo contempla Lena, detenidamente —¡Cristhofer!— la voz sensual de Mei capta la atención de Lena, la cual al verla, es como mirarse al espejo por su parecido Di Monti tragó grueso, no pensó que ella lo reconociera a una distancia.Mei fija su mirada en Lena, de hecho la mira con tal desagrado que hace hervir la sangre de Lena, no puede creer que se parezcan tanto.—no me digas que buscaste a una mujer e
Los gritos de Di Monti, no son suficientes para sacar a Lena de su desmayo, Mei que aún está escuchando a través de la puerta, le desea el mal a Lena, pero se hace a un lado, haciéndose la loca, cuando ve el doctor acercarse con un agente de seguridad.Tocan la puerta y Cristhofer pensó que era Mei.—¡jefe!— exclamó su empleado —¡Entra rápido!— ordenó a gritos Cristhofer y este abre la puerta dándole paso al médico, rápidamente deja su maleta médica aun lado, y se coloca los guantesEl agente cierra la puerta y Mei, vuelve a prestar atención a la conversación.—¿Cuánto tiempo lleva desmayada?—como 10 minutos o más, ¡Maldición! haga algo en vez de hacerme preguntas— se queja Cristhofer—señor, se porque hago estás preguntas El agente se gira dando la espalda al saber que Lena será revisada.—¿Qué va hacer?— pregunta Cristhofer alterado —señor necesito revisar, porque está sangrando mucho— Cristhofer no tuvo opción que, soportarlo, no le agrada que un hombre revise la intimidad de
—la señora Di Monti, está bajo observación, la pudimos estabilizar, pero señor Di Monti, una sola alteración más, y tendrá graves riesgos, como el perder a sus bebés, por favor, cuide más de ella —¿Puedo verla?— preguntó Cristhofer angustiado—señor, es mejor dejarla descansar, descuide que su esposa e hijos, están bien—¡Dígame la verdad! ¿Por qué no puedo ver a mi esposa? Estoy en todo mi derecho —la señora no quiere verlo, mire señor Di Monti, no se que sucede entre ustedes, mi deber como médico es velar por la salud de mis pacientes, y más en estado de embarazo, deje que ella se calme y así puedan hablar, no la agobies—¡Usted no puede decirme que hacer con mi esposa!— gruñe Cristhofer, no tolera que Lena no quiere verlo, más porque él quiere explicar lo sucedido, no quiere tener una mala relación con Lena —con todo respeto señor Di Monti, haga entonces lo que vea conveniente, un permiso— el doctor se marcha muy enojado, lidiar con un Di Monti, es estresante —hijo— se acerca
Luego de aquella conversación maligna, la señora Di Monti, camina hacia la sala de estar para darle órdenes a la servidumbre sobre lo que deben hacer de banquete para la noche.—disculpe señora Di Monti, ¿Puedo hablar?— la empleada de servicio no es capaz de mirarla a los ojos por temor —¿Qué?— preguntó de mala gana —afuera, una señorita, se llama Mei, por un momento pensé que la señora Lena Di Monti, me estaba haciendo una broma por su gran parecer—¡Hazla pasar! Y no quiero ni palabra de esto a nadie— ordena la anciana con arrogancia—sí señora, un permiso La señora Di Monti, mira hacia las escaleras, no quiere que Lena vea a Mei en la mansión, y luego pueda darse cuenta que quiere hacer algo en contra de ella.Mei entra a la mansión, y sus ojos son radiantes al ver tanto lujo, nada más de imaginarse, en que pueda llegar hacer la señora Di Monti, y tener tanta riqueza.—¿Qué te trae por aquí?— la señora Di Monti, se acerca a ella amablemente—tengo el plan perfecto, así que no po
—¡Cristhofer, somos una familia decente y no permito este tipo de comportamiento en mi casa!— la señora Di Monti, clava su mirada en Lena, sabe que está sufriendo—¡Ustedes dos salgan de la habitación!— ordena Cristhofer—no me pienso ir, hasta que me digas cómo vamos hacer para tener a mi hijo de vuelta, soy más importante Cristhofer, esa mujer solo es un caos en tu vida— la señala Mei—¡¡Suficiente!! ¡¡Ya basta!!— los gritos desgarrantes de Lena, llaman la atención de Cristhofer—Lena por favor— se desespera él, y más cuando contempla que agarra su bolso, y camina hacia la puerta —¡No te vayas Lena!— la acciones de Cristhofer le confirman a la señora Di Monti, que su hijo está enamorado de su enemiga Lena Maxwell—ustedes tienen mucho de que hablar, no pienso perder mi tiempo— habló Lena con firmeza, agarrando fuerte su bolso y mirando a su esposo, dónde sus ojos verde joya reflejan dolorLena pasa por el lado de Mei y para el colmo, está la agarra del brazo fuertemente. —¡No crea
—Lena…— Cristhofer siente las palabras atascadas, baja su mirada hacia el vientre de Lena, el cual está cubierto por la sábana blanca —no puedo— la mira a los ojos—¿No puedes? ¿Acaso estás ciego! ¿Entonces nunca te importó los bebés? ¿Todo siguió siendo un negocio para ti?— Lena retoma aire, dijo aquellas palabras entre dientes, ella está desgarrante —¿Por qué te fuiste? Ya lo habíamos hablado Lena, si te hubieras quedado quizás…—¿Me estás culpando?— la interrumpe ella, su lindo color de ojos que eran radiantes, están opacos —¡Habla!— ella quiere controlar su sufrimiento, pero le es imposible—¡También me duele Lena! ¡Son mis hijos, mi sangre!— explotó Cristhofer alzando su voz—¡¡No pareciera!!—¡Prometí protegerte! —¿Lo hiciste? ¡Noooo lo hicistes! Perdí a mi hijo, al hijo de mis extrañas, ¿Sabes cómo me siento? ¡No te pones en los zapatos del otro! Pero al parecer el dinero hace que el corazón del ser humano se ponga de piedra.—no sabes lo que dices Lena…—¡Si lo sé! Firme un
—¡Baja la voz! Aunque este viejo, puedo reprenderte, desde que conociste a esa mujer, te has vuelto un respetuoso con nosotros, te dimos la vida, y educación, ten respeto— el señor Di Monti, habló con autoridad —dejanos solos, vayanse— ordena CristhoferEl señor Di Monti, le iba a responder, pero la señora Di Monti, interviene —déjalo querido, nuestro hijo necesita meditar, y ver su grave error al haberse casado con esa mujer— la pareja de ancianos se marchan.Cristhofer fija su mirada en la puerta, de la habitación de Lena, está decaído. —¡Señor!— se acerca Gutiérrez—Gutierrez, habla con el gerente, despide al doctor Sebastián, se metió en terreno ajeno, encárgate, de que no lo contraten en ningún hospital, antes no estaba seguro, pero ahora no me importa pasar por encima de nadie, así a Lena no le agrade, él me quiere quitar a mi esposa y no lo voy a permitir—descuide señor, no me tardo, pero usted no se ve nada bien—¿Cómo lo voy a estar?— soltó un grito desgarrante Cristhofer —
La señora Di Monti, se llenó de tanta irá, que abofeteó a Cristhofer fuertemente, él cierra los ojos por la impotencia que le causó. —¡¡Jamás me vuelvas a alzar la voz!! ¡Soy tu madre! ¡Yo te di la vida! ¡Una madre jamás se equivoca! ¡¡Si te digo que ese hijo es tuyo!!, ¡Así es!— gruñó la señora Di Monti —no discutan por favor, no quiero crear problemas— interviene Mei y el bebé está llorando en abundancia, ella no soporta los chillidos del bebé —yo acepto que hagas la prueba de ADN Cristhofer, aunque me duele que desconfíes, y me molesta que me hagas participe de lo que le pasó a tu esposa, la culpa la tiene ella por no cuidar su embarazo, yo también… Pase por muchas cosas malas durante mi embarazo, y para proteger a mí bebé, me case con ese hombre, pero tú esposa no pensó en sus hijo como yo, y aún así, yo soy la mala— Mei solloza —pero no te voy a permitir que rechaces a nuestro hijo, Alessandro, el pobre ha sufrido y te necesita Cristhofer—tan solo necesito las pruebas de ADN, d