—dudo en que Lena tenga gustos tan feos, ella es una cirujana exitosa, y yo soy el hombre que ella necesita, pero lo malo de todo esto, es que a ti se te olvida maldito imbécil, que con un Di Monti, nadie se mete— lo amenaza Cristhofer —¿Qué piensas hacer? Estás en silla de ruedas, y deseo que jamás, pero jamás te pares de ahí—¡Para tu puta mala suerte! Me voy a levantar, pero como soy un hombre honorable y perspicaz, no pienso decir lo que te haré, porque la diferencia entre tu y yo, es que me case con la mujer más maravillosa de este mundo, los hijos que espera son míos, y Lena jamás me podrá dejar, ¡Porque ella me ama! ¿Sorprendido?— sonríe Di Monti —me ha dicho que me ama, ¡a pesar de que esté en una maldita silla de ruedas! Es de muy mal gusto que un médico que vela por la salud de sus pacientes deseé el mal, y más a un hombre tan importante como yo, el cual es accionista mayoritario para el hospital en qué trabajas ¿Soy grande no? Por lo tanto voy a disfrutar tu destrucción —
Cristhofer intensifica su mirada en Lena, admira la belleza natural de ella, y ver aquel pequeño bulto en su vientre lo llena más de ilusión por ser padre, de poder tener a sus hijos entre sus brazos.Mientras que Lena traga grueso, no sabe que tanto la pueda desear Di Monti, aquel que aparenta ser un hombre despiadado.Cristopher extiende su mano y ella temblorosa la recibe, él puede percibir los nervios que tiene su esposa.—eres tan hermosa Lena, deseaba verte así— la atrae hacia él, y Lena Maxwell, lo mira detenidamente, al sentir como él roza sus dedos sobre la espalda de Lena, desplazándose con lentitud hasta llegar a su trasero y dar un leve apretón que provocó algo inconsciente en ella, jadear y cerrar sus ojos —eres solo mía Lena— susurra Di Monti acercando su rostro hacia su vientre y dejando un casto beso, erizando su piel blanca—Cristhofer— susurra ella, quiere controlarse, pero la experiencia de Cristhofer en la intimidad la intimida, la está envolviendo en un mundo don
Hermosa, radiante, con esa gran sonrisa que había cautivado el duro corazón de Di Monti, caminando con ese glamour que la caracteriza y luego, aquella nube en la que tenía a su ex, bajo directamente al infierno, al contemplar su acercamiento.Di Monti, se siente impotente, al estar en esa silla de ruedas, por lo que se gira, para irse hacia Lena, desea que Mei Victorino, no lo haya reconocido en esa silla de ruedas.Al recordar que su agente estaba en línea, cuelga la llamada, se siente agitado, y algo tenso por haberla visto después de tanto tiempo.—¿Qué tienes cariño? Estás pálido— lo contempla Lena, detenidamente —¡Cristhofer!— la voz sensual de Mei capta la atención de Lena, la cual al verla, es como mirarse al espejo por su parecido Di Monti tragó grueso, no pensó que ella lo reconociera a una distancia.Mei fija su mirada en Lena, de hecho la mira con tal desagrado que hace hervir la sangre de Lena, no puede creer que se parezcan tanto.—no me digas que buscaste a una mujer e
Los gritos de Di Monti, no son suficientes para sacar a Lena de su desmayo, Mei que aún está escuchando a través de la puerta, le desea el mal a Lena, pero se hace a un lado, haciéndose la loca, cuando ve el doctor acercarse con un agente de seguridad.Tocan la puerta y Cristhofer pensó que era Mei.—¡jefe!— exclamó su empleado —¡Entra rápido!— ordenó a gritos Cristhofer y este abre la puerta dándole paso al médico, rápidamente deja su maleta médica aun lado, y se coloca los guantesEl agente cierra la puerta y Mei, vuelve a prestar atención a la conversación.—¿Cuánto tiempo lleva desmayada?—como 10 minutos o más, ¡Maldición! haga algo en vez de hacerme preguntas— se queja Cristhofer—señor, se porque hago estás preguntas El agente se gira dando la espalda al saber que Lena será revisada.—¿Qué va hacer?— pregunta Cristhofer alterado —señor necesito revisar, porque está sangrando mucho— Cristhofer no tuvo opción que, soportarlo, no le agrada que un hombre revise la intimidad de
—la señora Di Monti, está bajo observación, la pudimos estabilizar, pero señor Di Monti, una sola alteración más, y tendrá graves riesgos, como el perder a sus bebés, por favor, cuide más de ella —¿Puedo verla?— preguntó Cristhofer angustiado—señor, es mejor dejarla descansar, descuide que su esposa e hijos, están bien—¡Dígame la verdad! ¿Por qué no puedo ver a mi esposa? Estoy en todo mi derecho —la señora no quiere verlo, mire señor Di Monti, no se que sucede entre ustedes, mi deber como médico es velar por la salud de mis pacientes, y más en estado de embarazo, deje que ella se calme y así puedan hablar, no la agobies—¡Usted no puede decirme que hacer con mi esposa!— gruñe Cristhofer, no tolera que Lena no quiere verlo, más porque él quiere explicar lo sucedido, no quiere tener una mala relación con Lena —con todo respeto señor Di Monti, haga entonces lo que vea conveniente, un permiso— el doctor se marcha muy enojado, lidiar con un Di Monti, es estresante —hijo— se acerca
Luego de aquella conversación maligna, la señora Di Monti, camina hacia la sala de estar para darle órdenes a la servidumbre sobre lo que deben hacer de banquete para la noche.—disculpe señora Di Monti, ¿Puedo hablar?— la empleada de servicio no es capaz de mirarla a los ojos por temor —¿Qué?— preguntó de mala gana —afuera, una señorita, se llama Mei, por un momento pensé que la señora Lena Di Monti, me estaba haciendo una broma por su gran parecer—¡Hazla pasar! Y no quiero ni palabra de esto a nadie— ordena la anciana con arrogancia—sí señora, un permiso La señora Di Monti, mira hacia las escaleras, no quiere que Lena vea a Mei en la mansión, y luego pueda darse cuenta que quiere hacer algo en contra de ella.Mei entra a la mansión, y sus ojos son radiantes al ver tanto lujo, nada más de imaginarse, en que pueda llegar hacer la señora Di Monti, y tener tanta riqueza.—¿Qué te trae por aquí?— la señora Di Monti, se acerca a ella amablemente—tengo el plan perfecto, así que no po
—¡Cristhofer, somos una familia decente y no permito este tipo de comportamiento en mi casa!— la señora Di Monti, clava su mirada en Lena, sabe que está sufriendo—¡Ustedes dos salgan de la habitación!— ordena Cristhofer—no me pienso ir, hasta que me digas cómo vamos hacer para tener a mi hijo de vuelta, soy más importante Cristhofer, esa mujer solo es un caos en tu vida— la señala Mei—¡¡Suficiente!! ¡¡Ya basta!!— los gritos desgarrantes de Lena, llaman la atención de Cristhofer—Lena por favor— se desespera él, y más cuando contempla que agarra su bolso, y camina hacia la puerta —¡No te vayas Lena!— la acciones de Cristhofer le confirman a la señora Di Monti, que su hijo está enamorado de su enemiga Lena Maxwell—ustedes tienen mucho de que hablar, no pienso perder mi tiempo— habló Lena con firmeza, agarrando fuerte su bolso y mirando a su esposo, dónde sus ojos verde joya reflejan dolorLena pasa por el lado de Mei y para el colmo, está la agarra del brazo fuertemente. —¡No crea
—Lena…— Cristhofer siente las palabras atascadas, baja su mirada hacia el vientre de Lena, el cual está cubierto por la sábana blanca —no puedo— la mira a los ojos—¿No puedes? ¿Acaso estás ciego! ¿Entonces nunca te importó los bebés? ¿Todo siguió siendo un negocio para ti?— Lena retoma aire, dijo aquellas palabras entre dientes, ella está desgarrante —¿Por qué te fuiste? Ya lo habíamos hablado Lena, si te hubieras quedado quizás…—¿Me estás culpando?— la interrumpe ella, su lindo color de ojos que eran radiantes, están opacos —¡Habla!— ella quiere controlar su sufrimiento, pero le es imposible—¡También me duele Lena! ¡Son mis hijos, mi sangre!— explotó Cristhofer alzando su voz—¡¡No pareciera!!—¡Prometí protegerte! —¿Lo hiciste? ¡Noooo lo hicistes! Perdí a mi hijo, al hijo de mis extrañas, ¿Sabes cómo me siento? ¡No te pones en los zapatos del otro! Pero al parecer el dinero hace que el corazón del ser humano se ponga de piedra.—no sabes lo que dices Lena…—¡Si lo sé! Firme un