—¿Te estoy preguntando Lena?— profundiza su mirada Cristhofer —¿Maxwell, estas bien?— al otro lado de la línea, Lombard escucho la voz de Cristhofer, lo cual le satisface atormentarlo —se… señor Lombardi, le llamaré luego— Lena cuelga la llamada dejando a Lombardi con la palabra en la boca —¿Así que hablando con Lombardi?— se acerca un poco más Cristhofer —yo… él me llamó para hacerme una propuesta, es una exhibición de los nuevos implementos médicos, no han salido al mercado— informó ella tomando asiento en la orilla de la cama —¿Qué piensas hacer al respecto?— Cristhofer y Lena están frente a frente—pienso que… no hay nada de malo en irLa sonrisa forzada de Di Monti, provocó un escalofrío recorrer el cuerpo de Lena. Y más cuando él coloca sus manos en su rostro angelical.—no es correcto, que una mujer comprometida este con otro hombre—solo son cuestiones de negocios, no tienes porque pensar mal— frunce el entrecejo Lena —eres la prometida de un Di Monti, así que no te qu
Lena puede ver sus intenciones, por lo que se angustia.—¡Carmen!— bufo Di Monti, debido a que se regresó porque Carmen no iba atrás suyo, pero él no sabe sus intencionesEl temple de Carmen se transformó en uno gentil.—lo siento, es que estaba, diciéndole a tu prometida que tiene una pancita tan adorable y pequeña— Lena la fulmina con la mirada, incluso, Carmen es más maléfica que la señora Di Monti Lena siente un alivio cuando observa que Carmen se marcha, ella respira profundamente y luego piensa en Cristhofer, en lo que él le dijo, en sus besos, y caricias, piensa que él, ya se le está metiendo en el corazón sin querer.Cuando pudo normalizar su autoestima, sale de la habitación para ir a desayunar, y se queda perpleja al ver, como la señora Di Monti, está dando órdenes como loca.Debido a que ella es la que va a organizar la boda, por lo tanto, tiene ante ella una fila de especialistas en bodas, y fiestas de alto status.Pero lo que más le desagrada a Lena, es ver cómo Carmen q
Cristhofer Di Monti, sonríe maliciosamente para que Sebastián observe que él lo tiene todo bajo control.—¡Puedo destruir tu maldita carrera de médico!— la amenaza de Cristhofer enfurece a Sebastián—¡Sólo por ser un Di Monti te crees superior a los demás!— apoya sus manos Sebastián en la mesa, no piensa dejarse de Cristhofer —¡No me creo! ¡Yo soy un Di Monti! Y Lena Maxwell es mía, así que mantén tu distancia con mi mujer, porque de lo contrario hago tu vida pedacitosSebastián retoma su compostura.—¡Largo que tú presencia me repugna el alma!— ordena Cristhofer sin piedad—Lena es mucha mujer para ti, tú no eres digno de tener su amor y atención, pero creo en la justicia divina—¡Maldito entrometido! Ella está conmigo porque quiere, porque me ama, ¿No ves lo feliz que es? ¡Ahora largo que no te soporto!— chasquea sus dedos Cristhofer —tan solo un mal paso, y se que Lena te dejará, yo la conozco más que tú, y lo bueno, es que yo estaré ahí para cuando ella necesite apoyo incondicio
Lena está perpleja, sabe que Carmen es una sangrona, pero que intervenga en la boda, eso es otro nivel.—¿Carmen?— el susurro de Cristhofer entre dientes, llama la atención de Carmen Los invitados están murmurando.—padre, disculpe a mí prima, suele hacer bromas pesadas— se apresura a decir Cristhofer, para que Lena no entre en crisis, no quiere que ella se angustien, o sienta tristeza el día de su boda—¡Yo me opongo a que ese matrimonio se lleve a cabo!— se acerca Carmen Pero eso es un mal recuerdo para Lena, el día en que ella se iba a casar con el hombre que amaba en aquel tiempo, y su amante embarazada interrumpe la boda.—Cristhofer— susurro Lena sintiendo incomodidad —¿¡Qué mierdas pasa contigo!?— reprende el CEO a su primaLa señora Di Monti, al ver toda esa escena tan maravillosa para ella, luego de haber disfrutado de ver el rostro entristecido de Lena, se acerca. —hijo perdona a Carmen, ella te quiere, y solo está triste porque te casarás y no tendrá tu atención—¡No! ¡Q
—dudo en que Lena tenga gustos tan feos, ella es una cirujana exitosa, y yo soy el hombre que ella necesita, pero lo malo de todo esto, es que a ti se te olvida maldito imbécil, que con un Di Monti, nadie se mete— lo amenaza Cristhofer —¿Qué piensas hacer? Estás en silla de ruedas, y deseo que jamás, pero jamás te pares de ahí—¡Para tu puta mala suerte! Me voy a levantar, pero como soy un hombre honorable y perspicaz, no pienso decir lo que te haré, porque la diferencia entre tu y yo, es que me case con la mujer más maravillosa de este mundo, los hijos que espera son míos, y Lena jamás me podrá dejar, ¡Porque ella me ama! ¿Sorprendido?— sonríe Di Monti —me ha dicho que me ama, ¡a pesar de que esté en una maldita silla de ruedas! Es de muy mal gusto que un médico que vela por la salud de sus pacientes deseé el mal, y más a un hombre tan importante como yo, el cual es accionista mayoritario para el hospital en qué trabajas ¿Soy grande no? Por lo tanto voy a disfrutar tu destrucción —
Cristhofer intensifica su mirada en Lena, admira la belleza natural de ella, y ver aquel pequeño bulto en su vientre lo llena más de ilusión por ser padre, de poder tener a sus hijos entre sus brazos.Mientras que Lena traga grueso, no sabe que tanto la pueda desear Di Monti, aquel que aparenta ser un hombre despiadado.Cristopher extiende su mano y ella temblorosa la recibe, él puede percibir los nervios que tiene su esposa.—eres tan hermosa Lena, deseaba verte así— la atrae hacia él, y Lena Maxwell, lo mira detenidamente, al sentir como él roza sus dedos sobre la espalda de Lena, desplazándose con lentitud hasta llegar a su trasero y dar un leve apretón que provocó algo inconsciente en ella, jadear y cerrar sus ojos —eres solo mía Lena— susurra Di Monti acercando su rostro hacia su vientre y dejando un casto beso, erizando su piel blanca—Cristhofer— susurra ella, quiere controlarse, pero la experiencia de Cristhofer en la intimidad la intimida, la está envolviendo en un mundo don
Hermosa, radiante, con esa gran sonrisa que había cautivado el duro corazón de Di Monti, caminando con ese glamour que la caracteriza y luego, aquella nube en la que tenía a su ex, bajo directamente al infierno, al contemplar su acercamiento.Di Monti, se siente impotente, al estar en esa silla de ruedas, por lo que se gira, para irse hacia Lena, desea que Mei Victorino, no lo haya reconocido en esa silla de ruedas.Al recordar que su agente estaba en línea, cuelga la llamada, se siente agitado, y algo tenso por haberla visto después de tanto tiempo.—¿Qué tienes cariño? Estás pálido— lo contempla Lena, detenidamente —¡Cristhofer!— la voz sensual de Mei capta la atención de Lena, la cual al verla, es como mirarse al espejo por su parecido Di Monti tragó grueso, no pensó que ella lo reconociera a una distancia.Mei fija su mirada en Lena, de hecho la mira con tal desagrado que hace hervir la sangre de Lena, no puede creer que se parezcan tanto.—no me digas que buscaste a una mujer e
Los gritos de Di Monti, no son suficientes para sacar a Lena de su desmayo, Mei que aún está escuchando a través de la puerta, le desea el mal a Lena, pero se hace a un lado, haciéndose la loca, cuando ve el doctor acercarse con un agente de seguridad.Tocan la puerta y Cristhofer pensó que era Mei.—¡jefe!— exclamó su empleado —¡Entra rápido!— ordenó a gritos Cristhofer y este abre la puerta dándole paso al médico, rápidamente deja su maleta médica aun lado, y se coloca los guantesEl agente cierra la puerta y Mei, vuelve a prestar atención a la conversación.—¿Cuánto tiempo lleva desmayada?—como 10 minutos o más, ¡Maldición! haga algo en vez de hacerme preguntas— se queja Cristhofer—señor, se porque hago estás preguntas El agente se gira dando la espalda al saber que Lena será revisada.—¿Qué va hacer?— pregunta Cristhofer alterado —señor necesito revisar, porque está sangrando mucho— Cristhofer no tuvo opción que, soportarlo, no le agrada que un hombre revise la intimidad de