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—Así que el tal Cristian ahora ya es tu novio —soltó Marc.

Lorena estaba sentada en su cama comiendo unas papitas mientras hablaban por videollamada.

—En realidad, no somos nada, es más como ser socios, yo lo ayudo a él a poder salir sin ningún problema de su casa y yo gano la gran tranquilidad que siempre quise tener en mi hogar. En todos estos días mis padres me tratan muy bien y hasta Flor dejó que me echara su perfume, ¿puedes creerlo?

—No puedo creerlo, los dos se están utilizando para su beneficio propio, ¡esto está emocionante!, parece como una de esas historias que leo, ¿será que al final se terminarán enamorando? —soltó Marc emocionado y dejó salir un pequeño grito.

—Si estuvieras aquí podrías ver esta historia de cerca, pero como no quieres mudarte –refunfuñó Lorena.

—Ah… ¡de eso te quería hablar!, amiga, voy a mudarme, ya estoy haciendo todo el papeleo del colegio, menos mal que decidí hacerlo a principio de año, ¡así que, por fin vamos a estar juntos! —Marc soltó un gran grito. Lorena cuando procesó la noticia acompañó el grito de su amigo con uno suyo.

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—No lo sé, me parece una mala idea, ¿qué tal que se termine obsesionando contigo?, ella no es normal, tiene problemas —dijo Camilo cerca de la piscina.

—Claro que no, yo también pensaba que era rara, pero ahora que he hablado con ella me di cuenta que no es así —Cristian reflexionó un poco—, bueno, sí lo es, pero no tanto. Ella tiene sus razones del porqué de sus acciones, además, yo podré salir muy beneficiado por este malentendido. A Lorena se le nota que le atraigo bastante, así que, podré manipularla fácilmente.

—Ay Cristian, no me gusta para nada lo que estás haciendo —soltó Camilo bastante inseguro de lo que hacía su amigo.

—¿Qué sucede? —preguntó Miguel, un gran amigo de los dos jóvenes.

—Cristian, se volvió novio de una chica más rara… —contestó Camilo.

—¿Una chica rara?, espera —Miguel desplegó una sonrisa—, ¿es la chica de la fiesta que terminó bailando sobre la mesa?, ¿Sasha?

—No, ojalá fuera esa. —Respondió Camilo— Es la rara del colegio, ¿te acuerdas que te conté sobre una chica que estaba hablando sola en el almuerzo?

—Ay, no… ¡¿es en serio?! —se sorprendió Miguel, miró muy confundido a Cristian— ¿por qué hiciste eso?, ¿qué te pasa?, esa tipa está loca, siempre llega al colegio en una bicicleta vieja, todos se burlan de ella y habla sola en los almuerzos, por eso nadie se le acerca.

—Siempre está sudada y se limpia con un pañuelo amarillo, su cabello no sé por qué siempre está despeinado, ¿qué le cuesta peinarse? —dijo Camilo cruzándose de brazos.

—¿Recuerdas cuando quiso entrar al grupo de natación?, eso fue tan raro, ella lo más seguro es que ni sabe nadar y quiso entrar, qué rara —se burló Miguel.

—¿Ya terminaron? —preguntó Cristian algo molesto.

—Cristian, es la verdad, esa chica es muy rara, no sé qué le viste —insistió Miguel.

—No somos novios —recalcó Cristian—. Solo es una tregua, yo hago que en su casa la dejen de tratar mal porque creen que es lesbiana y ella me ayuda a que en mi casa me dejen salir sin ningún problema a las fiestas y demás salidas, voy a ganar más que ella, solo la estoy utilizando. No somos novios, claro que nunca sería capaz de besarla. —Sus amigos lo miraron un poco escépticos— ella lo único que me inspira es lástima.

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Lorena estaba frente al espejo, trató de peinar su cabello, pero como tenía una semana que no lo hacía pues… estaba imposible de arreglarlo.

—Uy no… Mañana lo peino, se me va a hacer tarde —solo recogió su cabello con un moño.

Salió de la casa con su vieja bicicleta, sus hermanas caminaban detrás de ella.

—¿Cuándo vas a dejar de irte en esa bicicleta? —preguntó Flor—, en tu colegio seguramente nadie va en bicicleta, ¿verdad?

—Seguramente se burlan de ella —soltó Marcela—. Al menos mándala a pintar, está horrible.  

—Así no voy a estar gorda como ustedes —se burló Lorena.

—¡Oye! —gritó Marcela enojada.

Lorena comenzó a pedalear muy rápido para que sus hermanas no la pudieran golpear. La mañana estaba fresca, una de las cosas que le encantaban a Lorena era poder sentir el aire fresco de las mañanas golpear su rostro.

Llegó al colegio y como todas las mañanas, los estudiantes se apartaban de ella y se burlaban. Pero como hacía siempre, los ignoró por completo. Esa era su guerra, no deseaba ser igual a ellos y ahí radicaba su razón para irse tan desarreglada y llevar su bicicleta.

Miguel y Camilo la observaban de lejos.

—¿Crees que Cristian sería capaz de enamorarse de ella? —preguntó Camilo.

—No lo creo, él mismo lo dijo, no sería capaz de besarla —respondió Miguel.

Lorena caminó hasta llegar al salón donde daría la primera clase, al momento de sentarse, su cuerpo comenzó a sudar mucho.

—Hace mucho calor —se quejó. Sacó su pañuelo amarillo y comenzó a secarse el sudor.

Para sus compañeros era tan desagradable verla así “no es nada femenina” escuchaba que decían.

“¿Qué reacción tendrían todas estas personas si se enteraran que soy novia de Cristian?, bueno, en realidad no somos nada, ¿él también reacciona de esta manera cuando me ve? —pensaba Lorena—. Es normal, yo no encajo aquí, ¡como quiero que lleguen las vacaciones para poder encerrarme en mi cuarto!, como me gustaría dejar de estudiar, ya graduarme, pero no en este estúpido colegio”.

Así pasaron los minutos y pronto el salón de clases se llenó de estudiantes, después, el profesor comenzó a dar la clase, así pasaron las horas, nada se salía de la monotonía. Llegó el primer descanso, Lorena se sentó en la mesa de siempre, a los dos minutos frente a ella una joven de cabello rubio ondulado se sentó bastante seria y empezó a comer una ensalada de frutas. Era la primera vez que alguien se sentaba en su mesa, Lorena no se sentía incómoda, de hecho, parecía como si siguiera estando sola.

—Este colegio es un asco ¿no crees? —dijo la joven de repente. Lorena rodó su mirada a la chica, se veía un poco tierna, tenía unos lentes grandes y dos trenzas, sus labios eran bastante rosados y sus ojos eran de un gris algo claro.

—¿Crees que este colegio es un asco? —respondió Lorena con otra pregunta.

—¿Tú no?, siempre se burlan de ti, sería raro si te gustara estar aquí, bueno, si eres masoquista tal vez —dijo la muchacha.

—Obviamente odio este colegio, es muy superficial, como todos son niños ricos… —soltó Lorena con fastidio, comenzó a beber su jugo de naranja.

—Nunca creí que estudiar aquí fuera tan difícil —refunfuñó la chica—, todas las chicas son estiradas y esos tipos, son tan molestos, llegan a ser más delicados que las propias mujeres, ah… ¡y ay de cómo te le acerques a sus carros, si le llegas a hacer un minúsculo rayón te odian para toda la vida, son capaces hasta de llorar! —la chica soltó una gran carcajada que acompañó Lorena.

—¡Sí!, eso fue lo que pasó conmigo el primer día que llegué al colegio, pasé con mi bicicleta y sin querer rayé un auto, pero fue un accidente y ese tipo me quería matar, hasta le gritó al director, son unos idiotas de primera —contó Lorena.

—No sé cómo soportaré el resto del año, apenas estamos entrando a clase, qué aburrido —soltó la joven con algo de decepción.

—Sí… Es una pesadilla, extraño tanto mi cuarto y las series online, es mejor estar solo que…

—Mal acompañado —terminó de decir la chica.

—¡Sí…! —Lorena desplegó una sonrisa.

—Oye, me agradas mucho —dijo la joven— ¿cómo te llamas?

—Lorena, ¿y tú? —respondió.

—Laura.

Las dos chicas siguieron hablando por un largo tiempo, se conocieron bastante y parecían ser la copia exacta de la otra. Fue muy emocionante el poder conseguir una amiga con la cual pudiera compaginar de esa manera.

Cuando Lorena estaba saliendo del salón de clases se encontró con Camilo y Miguel que la estaban esperando.

—Lorena —llamaron. La joven se le hizo muy extraño, volteó a ver hacia atrás para asegurarse de que hablaban con ella.

—Sí, es contigo —dijo Miguel.

Ella se acercó algo insegura, volteó a mirar a todos lados, ¿era acaso alguna broma?

—Queremos hablar contigo, ¿tienes tiempo? —dijo Camilo.

—Ah… sí, bueno, tengo clases de educación física, pero tengo unos minutos —explicó Lorena.

—No demoraremos mucho, vamos —informó Miguel.

Caminaron hasta llegar a un parque del colegio, estaban cerca de una fuente y no había más estudiantes, solo ellos.

—¿Para qué quieren hablar conmigo? —preguntó Lorena.

—Sabemos que ahora tienes un trato con nuestro amigo Cristian, según él, tú le ayudarás a que lo dejen salir a fiestas con el engaño de que ustedes son novios. No tenemos ningún problema con eso, al final es la vida de él. Solo queremos decirte que, aunque ustedes finjan ser novios todo es una farsa, por eso no te vayas a hacer ilusiones de que él llegará a enamorarse se ti –explicó Camilo.

—Eso lo sé muy bien, nosotros solo tenemos un trato —aceptó Lorena.

—Solo queríamos asegurarnos de que lo entendieras, además, su trato solo se limita a los padres de Cristian, ni se te ocurra decir algo como eso aquí en el colegio, no queremos que la reputación de Cristian sea ridiculizada. Tendrás problemas si lo haces —Miguel barrió a Lorena con la mirada.

—¡Ay!, por favor, dejen de ser tan ridículos, ¿es que, acaso su amigo no tiene boca para defenderse?, se ven tan idiotas poniéndose en estos planes. Mi problema es con Cristian, no con ustedes, ni los conozco para que vengan a decirme todo esto, en serio, no les queda el papel. A mí ni me gusta su amigo, no me voy a poner a divulgar nada, así que, pueden estar tranquilos. Tampoco les debo explicaciones, estoy perdiendo mi tiempo con tipos tan infantiles como ustedes; ¡me largo! —Lorena los fulminó con una severa mirada.

La joven estaba trotando alrededor de una cancha con mucho enojo por lo que había acabado de pasar “si esto sigue así tendré muchos problemas, ¿qué le pasa al círculo social de Cristian?, parece como si estuvieran enamorados de él” pensaba Lorena. A lo lejos vio a Cristian hablando con algunas chicas, después se le acercaron aquellos jóvenes que hablaron con ella.

—Es mejor no hablar con él en el colegio —balbuceó Lorena.

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La joven estaba en el almuerzo comiendo tranquilamente mientras conversaba con Laura:

—Yo vivía al norte de la ciudad, pero mi mamá consiguió un trabajo cerca de aquí y el colegio donde estudiaba me quedaba muy lejos, por esa razón decidió matricularme en este instituto y mudarnos de casa, mi vida ha cambiado mucho últimamente y se me hace bastante difícil adaptarme —explicó Laura.

—Dímelo a mí, el año pasado me cambiaron a esta escuela, nunca he sido muy buena socializando con gente nueva y me gusta mucho estar en soledad, pero eso aquí lo toman como una persona rara. Bueno, sé que no soy muy normal, pero eso no quiere decir que yo estoy loca —contó Lorena.

—No, los raros son ellos, prefiero a las personas como tú —replicó la joven. Lorena desplegó una sonrisa, le agradaba esa chica.

Terminaron de almorzar y fueron a lavarse las manos, en aquel momento su celular sonó, al revisar leyó “el contrato”, era Cristian quien la estaba llamando. Sus ojos se abrieron en gran manera y su corazón latía muy fuerte.

—¿No vas a contestar? —preguntó Laura terminando de secar sus manos con una toalla de papel.

—Ah… No es importante —Lorena colgó la llamada y guardó su celular en el bolsillo de la falda del uniforme.

Al salir del baño sus ojos pudieron ver a Cristian a lo lejos mirando su celular, en aquel momento entró otra llamada. “¿Y ahora qué hago?” pensó la joven. Miró a todos lados asustada. El sonido que hacía su celular la llenaba de nerviosismo.

—¿Sucede algo? —preguntó Laura.

—Ah… Este… —vio que Cristian veía a todos lados como si buscara algo.

Lorena se escondió detrás se una pared al ver que el joven comenzaba a mirar hacia donde ella se encontraba. Laura no entendía lo que estaba sucediendo, comenzaba a creer que su nueva amiga sí era un poco extraña, pero, algún motivo debía tener.

—Es que hay unas chicas que me molestan mucho, por eso me escondo de ellas —mintió Lorena.

—¿En serio? ¿Y por qué no le dices a la directiva lo que está sucediendo? —preguntó Laura.

—Claro que no, ellos están de parte de ellas, son niñas que les dan todo lo que quieren, ellos no van a entender nada —refutó Lorena con mucha seriedad.

A Lorena le pareció fantástico tener una amiga con la que podía estar en todo momento, todo el día estuvieron contando historias sobre su vida y los muchos problemas que han tenido. Compaginaban en todo. Aunque… No fue capaz de contarle sobre esa mentira que tenía con Cristian.

La joven llegó a su casa, abrió la puerta y ¡sorpresa! Cristian la estaba esperando en la sala.

—¿Qu-qué haces aquí? —preguntó muy sorprendida.

—Te llamé diez veces —soltó el joven enfadado— ¿estuviste escondiéndote en el colegio?

—Claro que no… Estuve en clase, como siempre. El celular quedó sin carga y por eso no recibí tus llamadas. Bueno, no las escuché —explicó. Comenzó a sudar, algo que le hizo dar mucha vergüenza estando frente a Cristian.

El joven se levantó del mueble y la reparó de pies a cabeza:

—Mi madre acabó de llegar de su viaje y quiere conocerte, así que arréglate bien, ella es muy superficial —informó.

—¿Qué? ¿Me arreglo ahora? —inquirió Lorena con la mente en blanco.

—Sí, te estuve esperando por una hora, ¿dónde estabas?

—Ah… es que fui a comer helado con una amiga —explicó Lorena.

—¡Lorena! —Escuchó un grito de su hermana Flor, entró a la sala— ¿dónde estabas? —la tomó de un brazo—, vamos, debes arreglarte. Por andar todo el día en esa bicicleta mira cómo estás de sudada.

Lorena no pudo decir nada, solo se vio subiendo las escaleras del segundo piso y después entró al baño a darse una ducha rápida. Flor ya tenía listo lo que usaría, solo vio a su hermana hablar de cosas que ella ni entendía. Se puso un vestido azul oscuro, unos tacones negros, Flor arregló su cabello y la maquilló, esa fue la peor parte; odiaba que le tocaran el cabello, solo sentía los jalones de pelo que erizaban su piel, fue una gran tortura.

Al intentar levantarse cayó de cara contra el piso y soltó un grito. Flor sabía que sería un desastre, su hermana, aunque se veía muy linda, no estaba preparara para lo que enfrentaría ese día. La madre de Cristian era una persona muy superficial y sería muy difícil agradarle, era bastante famosa por su marca de ropa exclusiva con la que cualquier chica desearía tener en su armario, así que podrán imaginarse lo prepotente que era aquella mujer.

Flor ayudó a Lorena a bajar las escaleras. Cristian se sorprendió al verla tan bonita, fue un gran cambio, estaba irreconocible. Toda esa belleza desapareció cuando Lorena soltó la mano de su hermana y volvió a caer, pero esta vez de rodillas.

—¿Estás bien? —preguntó Cristian rápidamente mientras la ayudaba a levantarse.

—Sí, gracias —Lorena sabía que eso no terminaría bien, solo con ese comienzo, se podía esperar cualquier cosa.

—Bien, vamos, se nos hace tarde —Cristian supo que no debía de alejar sus manos de ella, se desplomaría en cuestión de segundos—. Intenta no soltarte, necesito que sigas viéndote linda.

—Bueno —Lorena quedó bastante pegada al brazo de Cristian. Se sentía muy intimidada y nerviosa por esa tarde, además, no tenía nada de confianza con el joven, así que, no sabía de qué hablar con él.

Al salir de la casa se encontró con un lujoso auto negro, el chofer les abrió la puerta y Lorena con algo de torpeza entró al vehículo.

—Mi madre tiene una personalidad bastante seria, te hará muchas preguntas. Flor me dijo que ya la conoces, así que me imagino que sabrás de qué conversar con ella —dijo Cristian.

—¿Qué? —Lorena tragó en seco, Cristian la observó fijamente a los ojos— ah… sí, claro, déjamelo a mí.

—Perfecto.

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