Camilo tomó un trago de su copa de champán, rodó la mirada a sus amigos, ¿por qué lo veían así?
—¿Y entonces? —preguntó Cristian—, ¿volvieron o no?
Camilo inspiró profundamente y apretó sus labios mientras retenía el oxígeno en sus pulmones.
—Se podría decir que sí —respondió como si fuera algo muy normal.
Sus amigos se miraron los rostros y después Cristian, siendo el más intenso a la hora de preguntar, decidió insistir en sacarle la verdad.
—Pero… ¿son o no novios? —insistió.
—Sí, sí —respondió Camilo—, volvimos hace unos tres días.
Los rostros de sus amigos desplegaron unas amplias sonrisas y comenzaron a felicitarlo. A Camilo no le gustaba ese tipo de comentarios y mucho menos que lo fe
Lo bueno de tener a una amiga que estaba embarazada era saber lo que se siente estar en ese estado y darte cuenta que no deseas estarlo.Lorena tragó en seco y dio un paso atrás. La pobre Sasha no había podido comer nada en todo el día, todo lo vomitaba, las náuseas la estaban volviendo loca.La joven volteó a ver hacia atrás y vio a Cristian petrificado observando a Sasha vomitar en el baño de invitados.—¿Aún no ha dicho de quién es? —preguntó el joven en un susurro.Lorena negó con la cabeza y Cristian entornó su mirada mientras veía a Sasha, la joven ya estaba reincorporándose, bajó la cadena y comenzó a lavarse la boca y las manos.—Hoy viene Adam —dijo Cristian a su esposa, pero subió un poco más el tono de su voz para que pudiera escuchar su amiga.Sasha salió del ba
Sasha notó que no eran los únicos en la antesala, todos sus amigos se encontraban de espectadores observando aquella bochornosa discusión de si era o no su hijo.—Ya te lo dije, no es tuyo —le dijo a Adam casi a susurro.Dio media vuelta y comenzó a caminar rápidamente rumbo a la salida de la casa.—¡Eso lo comprobaremos con una prueba de ADN! —gritó Adam.Pero Sasha no se detuvo, aunque sabía perfectamente que lo había escuchado. Estaba tan estresado, aquella noticia lo sacó de quicio. Sabía que Sasha estaba actuando muy extraño en esos meses, por lo mismo decidió volver antes de tiempo para hablar con ella, aunque nunca imaginó que sucedería esto.Cristian se acercó a él y puso una de sus manos en su hombro.—Mierda —soltó—, ¿qué harás ahora?, ella no qui
Cristian tomó un trago de wisky, su rostro en aquel momento se veía aún más demacrado que antes. Recién había acabado de leer los papeles y ahora no quería saber nada de trabajo y mucho menos de su esposa.Por alguna razón tenía un resentimiento hacia ella. A su mente venían pensamientos sobre las veces que Lorena se enojó con él. Cosas como “no trabajes en casa”, “llega temprano a casa”, “los domingos son de familia”, “los viernes son noches a solas conmigo” y muchas cosas más, en aquel momento lo estaban agobiando.En aquellos años trató de ser el mejor esposo, intentar tener una relación perfecta, pero… esa noche se sintió derrumbarse. Le entristecía tener ese pensamiento de que Lorena lo estaba ahogando, quería apropiarse de su vida.Sentía que comenzaba a marearse,
Cristian se acercó un poco más a su esposa, no se veía para nada contenta, de hecho, sus ojos estaban enrojecidos y con lágrimas a punto de desbordarse.—Lo siento —musitó—, lo siento —subió más su voz—. Me sentía muy estresado, necesitaba estar a solas, pensar.—¿Pensar qué? —inquirió Lorena en un gruñido.—En cómo sería nuestra vida con un bebé.—Ya sé que no quieres hijos.—Sí los quiero, Lorena, pero… no ahora, aunque, si ese fuera el caso, lo aceptaría.—No tendrías otra opción, te resignarías a la idea.Cristian decidió sentarse en un sillón, se sentía físicamente agotado, su cuerpo no podía más. Fue ahí cuando su mirada se concentró en la pequeña mes
Esa tarde Lorena llegó a la casa y encontró a Cristian sentado en un rincón del cuarto que habían decorado juntos días atrás. Parecía un perrito triste en aquel rincón, tenía las piernas abrazadas por sus brazos y parecía que había estado llorando.—Cristian, ¿qué haces ahí? —preguntó al asomarse.—Lorena, ¿realmente quieres separarte de mí? —inquirió el joven.—¿Estás borracho?—No, ¿por qué?Lorena entró a la habitación un tanto incómoda, ¿qué le sucedía a su esposo?—No quiero separarme de ti, —respondió mientras se acercaba a él— ¿de dónde sacas eso?—Dijiste que querías criar a nuestro hijo sola.—Fue en un momento de rabia. Somos
—¡Nada! —gritó la niña mientras corría a él.La expresión de Marc se tornó seria, ¿acaso era lo que estaba imaginando?—Vaya —dijo—, ¿ahora te has vuelto padre?Miguel volvió su rostro a él y después bajó la mirada al chocolate que sostenían sus manos.—Bueno… —comenzó a decir— esa niña es muy tierna, ¿no?—Sí, se nota que se llevan muy bien —dijo Marc—, te sabe sobornar.—Me encanta, quiero verla crecer —confesó.—¿Y él? —Marc observó al hombre que estaba bastante cerca de ellos y conversaba con la niña.—Es una buena persona, ¿sabes? No es igual a los demás. Ama a su hija como a nada en el mundo y… me ha sabido atrapar.—Wao —fu
Realmente era un dolor de cabeza tener a un hombre emocionado por el nacimiento de un bebé. Aunque, por dentro, Sasha se sentía aliviada con tantas atenciones por parte de Adam. Aunque le había confesado que él no era el padre biológico, siempre estuvo ahí, apoyándola desde la distancia, siendo ese hombre atento que su hijo necesitaba.No le sorprendía en absoluto que Adam ahora le pidiera estar junto a ella. De hecho, lo estaba esperando.Sasha desplegó una ligera sonrisa y sacó el bobón de su boca, tragó saliva y después aclaró su garganta.—Estaban feos —dijo—. Además, ya todos se refieren a él por Santiaguito, ni siquiera le dicen Santiago, si no, Santiaguito. Mi hijo no ha nacido, pero ya tiene sobrenombre.Adam dejó salir una pequeña risita emocionada, después, trató de calmarse.—
Lorena estaba sentada en el comedor comiendo tranquilamente cuando se metió el mismo tema de siempre:—Hoy vi a tu amiguita, ¿por qué ya no llega a la casa? —comentó Marcela, la hermana mayor, mientras revolvía su comida.—Creo que ya se dejaron, aunque, me parecía que hacían buena pareja. Yo digo que mis padres las hubieran aceptado, sabes que eso ya es bastante normal en estos días —soltó Flor mientras aguantaba una risotada.—Niñas, ya dejen de burlarse de Lorena —regañó su padre.—Hija, si eres lesbiana puedes decirnos, nosotros te apoyamos —soltó insistente la señora Durán.—No soy lesbiana, mamá —refutó Lorena levantándose de la mesa.—Ya se enojó la niña... —se burló Flor.—Flor, deja de molestar a tu hermana —regañó el señor Durán..—Qué chica más rara —masculló Cristian observando detenidamente a una joven que estaba sentada en una banca mirando sus manos. Él se encontraba en la banca de enfrente con su compañero de clases, Camilo.—Pero sabes que yo no quiero nada con ella,