El aire entre nosotros se siente denso, cargado de algo que no me atrevo a nombrar. Damon se inclina hacia mí, sus dedos rozando mi mejilla con una caricia que debería ser prohibida. Su mirada es intensa, oscura, un abismo en el que tantas veces he caído sin resistencia.Y eso es lo que me asusta.Porque ya lo he besado antes. Ya he sentido el fuego de su boca, el veneno de su toque. He dejado que me envuelva, que me atrape en este juego peligroso en el que a veces olvido quién es él y quién soy yo.Pero esta vez no.Esta vez, la culpa pesa demasiado.Cuando él se acerca más, cuando su aliento choca contra mis labios en una promesa silenciosa, pongo una mano en su pecho y lo detengo.—No —mi voz es baja, pero firme.Damon se queda inmóvil. Sus ojos se clavan en los míos, buscando algo, pero lo único que encuentra es mi determinación.—¿Por qué? —su tono no es de enojo, sino de algo más peligroso. De certeza. Como si ya supiera la respuesta.Mi garganta se aprieta.—Porque no debería h
Liam juega con la manga de su chaqueta mientras se pone de pie, su sonrisa aún presente, pero sus ojos reflejan algo más oscuro. Algo afilado.—Bueno, Damon, ha sido un placer ver cómo la vida te ha tratado tan bien. Pero no te equivoques… —Sus ojos se deslizan hacia mí con descaro antes de volver a mi esposo—. No me iré con las manos vacías.Damon no se inmuta, pero puedo ver cómo su cuerpo se mantiene en tensión, listo para cualquier movimiento.Liam se inclina un poco hacia él, bajando la voz, pero lo suficiente para que yo escuche.—Voy a conseguir lo que quiero, tarde o temprano. Y si tú no cooperas… tal vez alguien más lo haga.Mi piel se eriza.Damon no lo piensa dos veces. En un movimiento calculado, lo sujeta por el cuello de la chaqueta y lo empuja contra la pared. El golpe resuena en la sala y yo contengo la respiración.—Si vuelves a mirarla así, te juro que te arranco los ojos —murmura Damon con voz letal.Liam sonríe, como si el peligro lo divirtiera.—¿Es una amenaza, h
La mansión huele a pólvora y sangre seca. La luz de la mañana apenas logra colarse entre los restos de las ventanas rotas. El suelo está cubierto de escombros, casquillos de bala y rastros del caos de la noche anterior.Estoy sentada en el borde del sofá, las rodillas juntas, los brazos cruzados sobre mi pecho. Mi corazón sigue latiendo con fuerza, aunque el peligro inmediato ha pasado. No puedo borrar la imagen de los cuerpos en el suelo, de la expresión satisfecha de Liam antes de desaparecer entre el humo.Damon está de pie frente a la chimenea, con la camisa manchada de sangre—no suya, pero eso no hace que sea menos perturbador. Su mandíbula está tensa, pero su mirada no es de preocupación ni de duda. Es de determinación. Está calculando, planeando. Damon no parece ser alguien que huya del peligro, lo enfrenta, lo destruye antes de que pueda tocarlo.El silencio entre nosotros es espeso, cargado de una tensión que no solo proviene del ataque.—Esto no va a parar —digo al fin, mi v
La mudanza a la nueva propiedad ocurre en cuestión de horas.No hay despedidas, no hay tiempo para procesar nada. Damon da órdenes, sus hombres ejecutan. Para cuando el sol comienza a ocultarse, la mansión queda atrás, reducida a escombros y recuerdos impregnados de pólvora.Llegar a la nueva casa de Damon es como adentrarse en un territorio prohibido, un lugar diseñado para mantener a la gente fuera… o atrapada dentro. El camino es largo y solitario, rodeado de árboles tan altos y densos que apenas dejan pasar la luz del sol. No hay casas cercanas, ni señales de vida, solo la carretera estrecha que se extiende como una cicatriz en medio del bosque.Cuando las enormes puertas de acero aparecen frente a nosotros, con cámaras siguiéndonos cada segundo, siento un escalofrío recorrerme la espalda. Más allá de la entrada, el camino de piedra asciende en curvas cerradas hasta que, finalmente, la mansión se alza en lo alto de una colina. Es enorme, de líneas modernas y ventanales oscuros que
El primer día en la nueva mansión termina envuelto en una tensión que se filtra por cada rincón. La madrugada avanza lentamente, pero el sueño no llega. Estoy en la cama, mirando el techo, preguntándome cómo llegamos a este punto.Damon siempre ha dado la impresión de tenerlo todo bajo control. Su casa, su gente, cada movimiento. Pero Liam apareció como una sombra entre la niebla y lo derrumbó todo, como si nada. Como un niño que sopla un castillo de cartas y lo ve caer sin remordimientos. Y yo todavía no entiendo del todo qué fue lo que pasó.Sé que hay algo entre ellos. Algo del pasado. Un resentimiento que no nació ayer. Lo oí claramente: Liam también fue criado en ese infierno que Damon menciona a medias, ese lugar donde convertían a los niños en armas, en asesinos. En cosas que no deberían ser.No he dormido ni un minuto. Sigo tensa, con los nervios a flor de piel. Parte de mí cree que Liam podría aparecer en cualquier momento, escondido entre las sombras. Pero hay otra parte, es
La mañana avanza, pero yo sigo sintiendo el peso de la noche sin dormir sobre los hombros. El cielo está nublado, como si el clima también estuviera de mal humor. Damon ya no estaba junto a la chimenea cuando entré a la casa, así que supuse que estaría en su habitación o en el cuatro de control, donde parece estar la mayor parte del tiempo, mirando fijamente a la imagen que transmiten las cámaras de seguridad. Caminaba de regreso a mi habitación cuando escuché el teléfono sonar.Fue raro. Nadie parecía usar el teléfono fijo de la casa. Todo se manejaba por celular o a través del sistema privado de comunicación que Damon tenía con sus hombres. Creí que esta línea estaba prácticamente muerta, o quizás me equivoqué.Sonó una vez. Dos veces. Tres. Nadie de los trabajadores estaba cerca como para contestar.Algo en mí me dijo que no debía contestar. Pero mis manos se movieron solas.Descolgué.—¿Hola?Un silencio breve. Luego, una voz.—Anel.Era una voz distorsionada, como filtrada por a
Lo encontré en su despacho, de pie frente a la ventana, con las manos en los bolsillos y la mirada perdida entre los árboles del jardín trasero. Apenas abrí la puerta, su voz me alcanzó sin volverse siquiera a mirarme.—Sabía que vendrías.¿Lo sabía? Eso significa que me esperaba. Quizás ya sabe que alguien llamó, posiblemente sepa incluso lo que hablamos. Yo suspiré, sin responder al principio. Cerré la puerta tras de mí y avancé unos pasos, cada uno más difícil que el anterior. Supe que era mejor ir al grano, él no se sorprenderá después de todo. —Me llamaron —solté, al fin—. Me dijeron cosas sobre ti. Sobre lo que hiciste. Sobre lo que eres.Damon se giró entonces. Su rostro estaba tranquilo, demasiado tranquilo. Pero sus ojos lo traicionaban: oscuros, tensos, agotados.—¿Y les creíste? —preguntó, sin rodeos. Eso solo demuestra mi conjetura, él lo sabe ya. Lo miré de frente. Ya no podía evitar esa conversación. Ya no podía fingir.—No lo sé. Quiero creer que no… pero no confío c
No dormí. Otra vez.Las horas pasaban lentas, arrastrándose como si el tiempo mismo estuviera indeciso, igual que yo. Sentada junto a la ventana, con las rodillas abrazadas contra el pecho y la frente apoyada en el vidrio frío, solo podía pensar en una cosa: ¿Realmente quiero huir?Esa era la idea inicial, ¿no? Firmé el contrato así que no podía huir. Después de eso solo debía cumplir mi parte. Escapar. Recuperar mi libertad.Era tan simple al principio.Pero ahora… ahora no estoy segura de saber qué significa “libertad”. Porque mi mundo, antes tan claro, tan definido… ya no existe. Se esfumó desde la primera vez que Damon me besó. Desde la primera vez que me miró como si supiera cosas de mí que ni yo misma sabía.Pensé que lo odiaba. Lo creí con fuerza. Él me chantajeó, me acorraló, jugó con mi orgullo y mis heridas. Me ató a él con una mentira disfrazada de legalidad. Y yo lo odié por eso. Con todo mi corazón.Pero entonces…Entonces me salvó en aquel evento, cuando pensé que estaba